El abordaje del tema del narcotráfico en La Laguna oscila entre los rumores y las verdades, entre la simulación y la realidad, entre lo que se esconde y lo que se observa.
En medio del gran cúmulo de sospechas de un amplio sector de la sociedad respecto de la fortuna de algunos empresarios y políticos, y la proliferación de cierto tipo de establecimientos comerciales y de servicios; entre el inmenso repertorio de leyendas en torno a ciertos personajes, residencias, ranchos, colonias, ejidos, y más allá de las versiones oficiales que pintan a La Laguna como un paraíso en contraste con lo que sucede en otras regiones del país, pueden encontrarse algunas certezas.
Primero, que la región, por su céntrica ubicación geográfica, ha sido desde hace décadas un punto escala en la ruta de la droga, de sur a norte, del Pacífico al Golfo. Que para que los cargamentos atraviesen la Comarca sin ningún problema, la complicidad de autoridades es necesaria.
Segundo, que de unos cuantos años a la fecha, a quienes ayudan a pasar la droga se les paga en especie y que éstos luego se convierten en distribuidores o vendedores en las ciudades de la zona. Que siempre hay alguien que ocupa el lugar de un ?puchador? detenido o asesinado. Que las lagunas legales permiten que muchos de los vendedores aprehendidos queden libres en unas cuantas horas. Que las balaceras registradas en las colonias del poniente de Torreón se deben a luchas por el control de territorios. Que en las colonias proliferan las famosas ?tienditas?.
Tercero, que el consumo de droga entre los jóvenes está aumentando y que la edad de inicio cada vez es menor. Que las sustancias enervantes están al alcance de los niños, incluso afuera de las escuelas. Que las llamadas drogas duras y sintéticas han ganado terreno y que en muchos antros se venden. Que la drogadicción es un fenómeno que se presenta en todos los estratos socioeconómicos.
Cuarto, que el narcotráfico requiere de un brazo financiero para operar y que la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) -según informes que la propia PGR ha dado a conocer en su momento (El Siglo de Torreón, 17 de junio de 2004)-, investiga desde hace años la presencia de ese brazo en la región.
Y quinto, que hasta ahora, el esfuerzo de los gobiernos para combatir este flagelo ha sido insuficiente. Que falta coordinación entre las corporaciones y que, dentro de éstas, la corrupción no ha podido ser acotada. Que hay agentes coludidos con la delincuencia organizada y que no son pocos.
Pero todo lo anterior no son más que unos cuantos aspectos de una situación que resulta sumamente compleja. Se habla mucho del tema, se anuncian muchas acciones, pero muy poco se logra. La realidad es la prueba más fehaciente de la magnitud que el problema ha alcanzado en la región, pero ni la sociedad ni las autoridades se han preocupado por analizarla a ciencia y conciencia para medir la dimensión de lo que está pasando. Podemos reproducir rumores, versiones, mensajes de consuelo de que en otras partes están peor, pero muy poco abonan éstos a la causa.
Actualmente no existen estudios sobre el impacto social, económico, político, de salud y seguridad del narcotráfico en La Laguna. Podemos identificar algunas manifestaciones, conocer anécdotas, pero no sabemos cómo se ha tejido la red del narco en la Comarca y hasta dónde ha llegado con certeza. Tenemos unas piezas del rompecabezas, pero no las hemos juntado y nos faltan muchas por encontrar.
No extrañan los escasos o nulos resultados en la lucha contra el narco en la región. Lo que sorprende es la ausencia de interés de las autoridades de los distintos niveles de Gobierno en investigar el fenómeno en forma integral, como una suma de circunstancias que están íntimamente relacionadas y que tienen que ver con asuntos de seguridad, legalidad, readaptación social, economía, educación y salud. No se puede combatir algo que no se conoce o que se conoce a medias.