De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de las Mujeres, sólo 20 por ciento de las féminas
que labora en la SRE -ya sea del Servicio Exterior Mexicano o no- ocupa puestos de alto nivel
como embajadoras, subsecretarias y directoras generales.
EL UNIVERSAL
MÉXICO, DF.- En enero de 1998, sectores de la sociedad mexicana e integrantes del Gabinete del entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León se cuestionaban cómo referirse hacia la recién nombrada secretaria de Relaciones Exteriores, Rosario Green Macías, primera mujer en la historia de la diplomacia mexicana que ocupaba ese cargo: ¿es la canciller o la cancillera?
Ese dilema podía resolverse con llamarla secretaria de Relaciones Exteriores, sin feminizar el título, porque incluso la Real Academia de la Lengua Española no lo permite. Sin embargo, el acontecimiento sentaba el precedente de la primera vez que una mujer ocupaba la más alta titularidad en la política exterior.
Evidenciaba, a decir de la investigadora en Derecho Internacional de la UNAM, Nora Ramírez Flores, el rezago de las mujeres en los diversos niveles de la diplomacia que hasta hoy, dice la especialista, persisten.
Y es que los números, entre ellos con los que cuenta la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), también hablan: de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), sólo 20 por ciento de ellas en la SRE ?ya sea del Servicio Exterior Mexicano o no? ocupa puestos de alto nivel como embajadoras, subsecretarias y directoras generales.
Además, actualmente sólo 27 por ciento de la rama diplomática consular es de mujeres, y el 73 por ciento de hombres. Una distribución similar se presenta en la rama técnico-administrativa al contar con 39 por ciento de mujeres y 61 por ciento de hombres.
Sí, el espacio diplomático mexicano, que en muchas ocasiones promueve en foros internacionales la igualdad de géneros y la protección a los derechos humanos, es patriarcal y machista, reconoce Patricia Espinosa, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, quien sin embargo subraya que en esta Administración se ha hecho un gran esfuerzo por ir contra esta corriente.
El abismo sigue siendo ancho: de 2000 a 2006 hubo 133 nombramientos de embajadores, de los cuales 27 fueron para mujeres, la mayoría de ellas del Servicio Exterior Mexicano (SEM).
En cuanto a titulares de embajadas y misiones ante organismos internacionales, se tiene ?con datos de junio de 2006? que actualmente, de un total de 72 titularidades, 22 son mujeres y 50 hombres. En 62 titularidades de consulados, siete son ocupados por mujeres, mientras que 55 por hombres.
?Si bien algunos compañeros del Servicio Exterior Mexicano han manifestado su molestia por el hecho de que sólo se ha beneficiado a las mujeres durante la actual Administración, los números nos demuestran que aún no se ha alcanzado la paridad entre los sexos; debemos impulsar mayores acciones afirmativas dentro de la Cancillería para no sólo eliminar la discriminación, sino lograr la igualdad?, indicó la embajadora Lourdes Aranda Bazaury en un discurso de la ceremonia de entrega de reconocimientos para la trayectoria y servicios prestados por funcionarios del SEM a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
TRAYECTORIA FEMENINA
A decir de la también catedrática Nora Ramírez, autora del artículo ?La mujer en la Diplomacia Mexicana? del Anuario de Derecho Internacional 2006, los embajadores, representantes y enviados extraordinarios y plenipotenciarios habían sido generalmente hombres hasta mediados del siglo pasado; la incorporación de las mujeres en las embajadas y representaciones se había limitado a actividades ?propias? de ese sexo, de acuerdo con el modo de pensar de aquellos años.
?Sus tareas se circunscribían a las de taquígrafa, mecanógrafa, archivista y, en el mejor de los casos, a las de traductora?.
Aída González Martínez dice en su libro La Mujer en el Servicio Exterior Mexicano? que a la primera mujer a la que se le asignó un alto rango en el servicio diplomático fue a la profesora Palma Guillén, a quien se nombró ?enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de México ante el Gobierno de Colombia?, en la década de los 40.
Fue hasta 1956, tres años después de haberle reconocido a la mujer mexicana el derecho al voto, cuando se nombró por primera vez a una embajadora (ante el Gobierno de Suiza en 1956-57). Ella fue la dramaturga Amalia González Caballero de Castillo Ledón.