Gral. don Antonio Rosales Flores, nacido en Juchipila, Zacs., el 13 de julio de 1822, siendo sus padres don Antonio Rosales y su esposa doña Vicenta Flores. (Bosquejo Hist. de Zacs. de Salvador Vidal, tomo II, edición 1958, Pág. 356).
Muy jovencito marchó a la ciudad de Guadalajara, Jal., donde realizó estudios de latín, filosofía y derecho, en el seminario de ese lugar. Los suspendió para tomar las armas en defensa de la patria, al producirse la Invasión Norteamericana en 1847.
?...Fue guerrero y poeta, combatió con la espalda y con la pluma, pues en la Aurora Poética de Jalisco, publicada en 1851, se encuentran varias poesías suyas...?. (Vidal P. 356).
?...Hizo la campaña del norte y combatió en Monterrey. A su regreso a la capital de Jalisco hizo nuevas armas, pero ahora en las letras y en el terreno ideológico. Tomó la pluma para luchar en el periodismo en defensa de los ideales liberales, en momentos, como dice el licenciado Francisco Javier Gaxiola, ?en que las convicciones liberales y los arrestos gobiernistas no tenían más recompensa que la cárcel, ni más estímulo que el flojo aplauso de los tibios correligionarios y el entusiasta elogio de exaltados reformistas?. Por tanto, nada extraño es que la dictadura santanista lo confine en prisión por ?delito de imprenta? (Excélsior cit.).
?En los años de 1856, 57 y 59, era secretario general de gobierno de Sinaloa. Fue designado Gobernador Provisional, y estando en este puesto, tuvo que pelear contra los invasores franceses?. (Vidal P. 356).
?...El sol de la gloria lo iluminó en el combate dado en el pueblo de S. Pedro, el 22 de diciembre de 1864, quedando en poder del vencedor, ochenta y cinco prisioneros entre franceses y argelinos, entre ellos, el Comandante Gazielle y más de cien soldados de la tropa auxiliar mexicana?. (Vidal 356).
?...El mayor mérito de Rosales, ya lo apuntamos, fue la victoria contra los franceses y sus aliados mexicanos imperialistas, en S. Pedro. En esa llanura, situada entre Culiacán y Puerto Altata. Rosales contuvo la marea imperialista en momentos de incertidumbre para los destinos nacionales. Repetidas veces rechazó la invitación para colaborar con el Imperio, por lo que hubo un momento en que los invasores se lanzaron sobre Culiacán, donde el jefe republicano había concentrado sus fuerzas. Éste escogió el mejor sitio para la lucha y en la actualidad una pequeña mojonera señala el centro del campo donde ocurrió el combate. Los lanceros de Jalisco y Sinaloa atrajeron a las fuerzas imperialistas, que con gran confianza se lanzaron al ataque. El encuentro fue breve, pero definitivo. Rosales había previamente reconocido las fuerzas atacantes, pues al hallarlas atrincheradas en Navolato las atacó el día 21, retirándose al día siguiente al llano de S. Pedro...?.
?El Estado de Sinaloa justo admirador de los méritos de nuestro héroe, le dio a la capital del Estado el nombre de Culiacán de Rosales y su estatua que ostenta el Paseo de la Reforma, en México, D. F., fue costeada por esta entidad. Estos homenajes que constituyen la excelsa guirnalda de gratitud de aquel pueblo, prendida de las sienes de nuestro ilustre zacatecano?. Vidal, P. 357.
