El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó el 13 de septiembre la revisión de sus pronósticos para 2006 y 2007, en su informe semestral World Economic Outlook. Esta revisión incluye algunos cambios respecto a las previsiones de abril del presente año, por lo que vale la pena hacer algunos comentarios sobre la misma, en particular porque desde mi punto de vista sigue siendo relativamente optimista, dado que supone una solución ordenada a los elevados precios de los energéticos, los desequilibrios globales y la inevitable corrección de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos (EU).
El FMI anticipa un crecimiento mundial de 5.1 por ciento para 2006, mayor que el estimado en abril de este año (4.9 por ciento). Para 2007, el pronóstico mundial es de 4.9 por ciento, también más alto que el previsto seis meses antes (4.7 por ciento). El documento destaca que la economía global sigue resistiendo sin mayor trastorno los riesgos materializados en años recientes, como el alza sostenida en los precios del petróleo.
Parte de esa resistencia se explica por la aparición de las dos nuevas potencias emergentes: China e India. Pero también la demanda creciente en esos países, en particular la de China, es responsable de la presión en los precios de varias materias primas, especialmente de los metales y el petróleo crudo. El FMI ve en esto un riesgo, pero sólo señala que de mantenerse éste en los niveles actuales o superarlos, complicaría el desempeño económico global, sin hablar de una recesión.
Con respecto a los EU, el FMI anticipa que su crecimiento en 2006 será de 3.4 por ciento, igual que lo previsto en abril, y para 2007 lo estima en 2.9 por ciento, cifra menor al 3.3 por ciento considerado en abril. Este menor dinamismo en el crecimiento estadounidense se deberá al efecto de las alzas previas en las tasas de interés de corto plazo y al enfriamiento del mercado de vivienda que debilitaría el consumo privado y la inversión residencial. El cambio en perspectiva es, sin duda, una mala noticia para nuestro aparato industrial, estrechamente vinculado con el desempeño económico de Estados Unidos. Para todas las economías emergentes y en desarrollo, el FMI anticipa que durante 2006 habrá un crecimiento del 7.3 por ciento, el cual se reduce ligeramente (7.2 por ciento) en 2007. Aquí vale la pena destacar el contraste entre China, que se supone crecerá el presente año y el próximo alrededor de 10 por ciento, frente a los crecimientos respectivos para América Latina de 4.8 y 4.2 por ciento, los más bajos dentro de las economías emergentes. Los crecimientos estimados para México están no sólo por debajo de la media de las economías emergentes, sino peor aún, por debajo del promedio latinoamericano tanto para este año, cuando se espera un cuatro por ciento, como para el próximo, donde el FMI pronostica una expansión del 3.5 por ciento.
En relación con los desequlibrios globales que pudieran trastocar estas perspectivas económicas relativamente optimistas, el FMI propone que para evitar los severos problemas que podrían presentarse ante una corrección desordenada de los mismos, es necesaria una coordinación global de las políticas económicas. Señala que EU podría fomentar el ahorro nacional, Europa y Japón podrían impulsar más decisivamente sus reformas estructurales y las economías emergentes de Asia podrían emprender reformas para estimular la demanda interna. Estas sugerencias son muy atinadas, pero es más fácil decirlas que ponerlas en práctica. La economía estadounidense registra un nivel de ahorro negativo y el fomento del mismo requiere, sin duda, de un apretón del consumidor, quién hasta ahora no ha mostrado disposición alguna para ello. Se ve muy difícil que ese estímulo del ahorro se logre sin un ajuste importante en el ritmo de expansión de su economía, el cual me temo podría ser más severo del que prevé por ahora el FMI.
En resumen, el panorama global que anticipa el FMI es relativamente optimista, pero reconoce el riesgo que representan los altos precios del petróleo y los desequilibrios en la economía estadounidense. Éstos podrían acabar frenando el dinamismo actual y complicando la situación de varias economías. Sobresale el hecho de que dentro de los países emergentes, América Latina aparece con las previsiones de crecimiento más bajas.
En el caso de México, en particular, los crecimientos pronosticados por el FMI nos colocan más de un punto porcentual abajo del promedio mundial y muy atrás de las economías asiáticas emergentes, debido al poco avance en las reformas estructurales que ayudarían a mejorar nuestro desempeño. En conferencia de prensa, el Director del Departamento de Investigación del FMI Raghuram Rajan, fue cuestionado sobre los requerimientos para un crecimiento rápido en México, dada la entrada del nuevo gobierno, a lo que respondió: ?México necesita mover su producción hacia arriba en la cadena de valor, lo cual implica una gran inversión en educación, en mejoramiento del capital humano? Se necesitan reformas por el lado fiscal, en pensiones y demás, pero requiere también expandir oportunidades?.
En el ambiente político actual y el previsible para el arranque de la administración de Felipe Calderón se ve muy remoto que se logren instrumentar esas y otras reformas necesarias para que en el futuro próximo se pueda elevar de manera sensible el nivel de vida de los mexicanos. Todos los analisis serios de nuestra economía coinciden en la necesidad de las reformas, pero la actitud bloqueadora del PRD y en algunos campos la oposición de algunos legisladores del PRI y el PAN, no son un buen augurio para la instrumentación de las reformas en el nuevo gobierno.