EFE
ROMA, ITALIA.- La Iglesia Católica italiana no apoya oficialmente a ningún partido, pero ha pedido a los políticos que defiendan, entre otras, a la familia tradicional y no legalicen a las parejas de hecho, peticiones que han dividido a la clase política, parte de la cual ve una injerencia del Vaticano.
El cardenal Camillo Ruini, vicario de Roma y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, aseveró recientemente que la Iglesia no se posiciona ante los comicios, con el objetivo de contribuir al sosiego del clima político y a la concordia sobre los valores e intereses del país.
Pero el que no se implique no significa, precisó el poderoso cardenal, que la Iglesia sea ?indiferente? y recordó a los ciudadanos y candidatos algunos ?contenidos irrenunciables? y ?verdades elementales que conciernen a toda la humanidad?.
Entre ellas citó todas las relacionadas con los derechos de la persona, la defensa de la familia tradicional basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer y el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos. En la misma línea que mantiene el Vaticano.
Aunque la ?no injerencia? de la Iglesia fue aplaudida por las dos grandes coaliciones, la de centro derecha que lidera Silvio Berlusconi, y la de centro izquierda que conduce Romano Prodi, grupos aliados de Prodi y movimientos católicos de base criticaron ?la falsa equidistancia de los obispos italianos?.
Según estos partidos, la ?presión? de la Iglesia contra la regularización de las parejas de hecho mediante los llamados pactos de convivencia PACS, que es lo máximo que se atreve a proponer la izquierda (la eventual aprobación del matrimonio entre homosexuales no aparece en ningún programa), así como para que se revisen leyes como la del aborto son una injerencia en la vida política.
El hecho de que el Papa Benedicto XVI recibiera el pasado 30 de marzo a los líderes conservadores europeos venidos a Roma a un congreso donde arroparon a sus socios italianos, fue también interpretado por los pequeños partidos Socialista, de Enrico Boselli, y Radical, aliados de Prodi, como ?otra injerencia del Vaticano?.
A pesar de esas voces ?contrarias?, los líderes de los partidos saben que los italianos, en su mayoría, son o se declaran católicos y que sin tener en cuenta esos valores y el visto bueno de la Iglesia es muy difícil ganar las elecciones.
Así, Berlusconi no duda en declarar que es ?amigo de la Iglesia? y defensor de los valores tradicionales y la familia, Romano Prodi es católico practicante, el ex comunista Piero Fassino afirma ser ?creyente?, el comunista ortodoxo Fausto Bertinotti desveló en televisión que está buscando la fe.