Llama el cardenal a los presbíteros de la Arquidiócesis Primada de México a enriquecer sus vocaciones.
EL UNIVERSAL-AEE
MÉXICO, DF.- El cardenal Norberto Rivera Carrera exhortó ayer, en el día de los sacerdotes, a que estos guarden fidelidad a su ministerio y renueven públicamente sus promesas, pues de lo contrario este ministerio ?se secará?.
En el marco de las celebraciones de Semana Santa, el arzobispo primado de México bendijo los santos óleos y pidió a los presbíteros de la Arquidiócesis Primada de México a enriquecer sus vocaciones.
De no ser así, ?estaremos secando la fuente de la vida?. Por ello, se debe tomar en cuenta que los presbíteros crecen en la fe y profundizan en su vida espiritual a través del ejercicio de su ministerio, dijo.
?El presbítero es ministro de la palabra, pero para se tal, es necesario ser oyente asiduo de la palabra, estar inclinado sobre la misma, permanecer habitado por esta, pues sin ella no somos nada en al Iglesia, ni tenemos que decir nada a nuestro mundo?, expresó.
Rivera Carrera entregó paralelamente reconocimientos a 46 sacerdotes que cumplieron 25, 50 y 60 años de servicio como tales e insistió en la importancia de que estos deben estar conscientes de su responsabilidad al presidir una comunidad eclesial.
?Esto -continuó- debe ser desde la comunidad local e Iglesia particular, hasta la Iglesia universal. Se debe organizar la caridad en todas las comunidades y no sólo verlo centralmente, subrayó.
Rivera también bendijo los santos óleos, mismos que son levados a las parroquias de la Arquidiócesis de México. Oleo en latín significa aceite, y se hacen con aceite puro de oliva y algunas otras esencias.
Sirven para administrar los sacramentos y existen tres tipos de óleos: santo, crisma y el de los enfermos. El óleo de los enfermos se utiliza en el sacramento de la unción de quienes padecen algún mal en su salud, pues significa señalarle a esa persona que dios está con él, no sólo par acompañarlo, sino para ayudarle en su sufrimiento.
Por la tarde, Norberto Rivera celebró una misa y realizó el lavatorio de los pies a 12 seminaristas recordando el acto que hizo Jesucristo con sus apóstoles antes de la última cena. Esto, como un signo de servicio que quiere dar a toda la ciudad preocupándose porque existan sacerdotes suficientes para el cuidado pastoral.