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Pienso, luego voto| El poder de elegir

Raúl Muñoz de León

El próximo debate que protagonizarán los cinco candidatos a la Presidencia de la República, -ahora sí estarán todos-, debe servir de catalizador para que la ciudadanía defina ya su preferencia electoral. A pesar de las encuestas y sondeos según los cuales muchos mexicanos conocen desde ahora la intención de su voto, la verdad es que sigue siendo una gran mayoría la que aún no sabe por quién o por quiénes va votar, pues no sólo elegiremos al próximo presidente de México, sino además a los integrantes del nuevo Congreso de la Unión.

Para que el voto sea realmente razonado, los candidatos deben hacer un gran esfuerzo dejando a un lado golpes, ataques, insultos y descalificaciones de los contrarios y centrar su exposición en propuestas viables mediante una oferta política que responda a las expectativas y aspiraciones de una sociedad que quiere respuestas claras y oportunas a sus necesidades.

De la propuesta que hagan dependerá la inclinación electoral de los ciudadanos. Lo que digan y la forma de decirlo; la actitud que asuman, el gesto, la postura, el lenguaje que utilicen; su expresión corporal y la facilidad o dificultad para trasmitir sus emociones; las cifras y datos que manejen; el conocimiento que demuestren tener sobre los grandes problemas sociales; pero sobre todo la sinceridad y convicción con que se dirijan a los millones de mexicanos a través del medio electrónico televisivo, serán elementos que los potenciales votantes tomaremos en cuenta para cruzar la boleta electoral de nuestra preferencia el inminente dos de julio.

La expresión oral tiene dos clases de condiciones; subjetivas unas: el autocontrol, la organización de las ideas y la trasmisión de las emociones; objetivas otras: conocimiento del auditorio y empleo del lenguaje adecuado. Esto deben tenerlo presente los contendientes si quieren salir airosos de la confrontación. Recuerden que deben confrontarse las ideas; no enfrentarse las pasiones: millones de ojos y de oídos los estarán viendo y escuchando. Mientras más sencillos y naturales sean, mejor impactarán al auditorio que será un juez severo y exigente. Créanlo,

La gente ha rebasado la tradición de votar por los partidos políticos; hoy lo hace por las personas que postulan éstos. Nadie votará irreflexivamente por el PRI, por el PAN o por el PRD, sino que lo harán conscientemente por Madrazo, por Calderón o por López Obrador. O por Patricia o por Campa, si tal es el caso. Será seguramente un voto muy bien pensado, nacido de la convicción de que ?voté por él porque me parece el mejor candidato, el que creo que sabrá gobernar con honestidad, con firmeza, con seguridad; el que sacará adelante al país y terminará con tantos problemas que tenemos; porque me convenció como se condujo en el debate?. De aquí que esta elección, como se ha dicho, vaya a ser tan competida.

La propuesta, pues, debe estar orientada hacia las prioridades nacionales; hacia las reformas estructurales que el país exige y necesita para avanzar hacia mejores niveles de vida: que le digan a la ciudadanía cuáles son sus proyectos legislativos y qué tipo de reformas impulsarán de llegar a la Presidencia; cómo terminarán con la inseguridad pública y con la delincuencia organizada; qué postura asumirán en materia de política internacional, sobre todo, cual será la relación que se tendrá con Estados Unidos; cómo sacarán del atraso y la marginación al campo mexicano; cómo atenderán los problemas del empleo, la vivienda, la salud y la educación de los mexicanos; cuál será su actitud frente a la privatización de las áreas estratégicas de la economía nacional; cómo piensan resolver la cuestión migratoria; en fin, una múltiple y variada gama de temas debe ser el contenido del debate de este martes seis de junio.

De darse así, y confiamos que así se dé, los mexicanos podremos decidir y elegir con certeza. Como seres humanos que somos, lo que nos diferencia del resto de los animales es nuestra capacidad de elección la que ejercitamos en uso de nuestra libertad, de nuestro libre albedrío. El hombre es el único ser que se propone fines y para alcanzarlos elige los medios adecuados. En tal sentido hablamos de éxito o de fracaso.

Renato Descartes, filósofo francés, dio su nombre al sistema cartesiano de la duda metódica. Utilizó la duda como método para alcanzar la verdad. Cuando se duda no se renuncia al conocimiento, es sólo una actitud provisional para llegar a la verdad. Su duda no era sistemática, sino metódica. Afirmó que la duda sistemática es imposible, pues aún en el aforismo de Sócrates ?yo sólo sé que no sé nada?, el saber que nada se sabe es saber ya algo. Descartes decía, ?yo dudo de todo, de lo único que no dudo es de que dudo?. De aquí su famoso ?Cogito, ergo sum?, pienso, luego existo. Pero esta idea se complementa con la actitud de dudar: ?Cogito, ergo dubito; dubito, ergo sum?: Pienso, luego dudo; dudo, luego soy.

Los mexicanos tendremos oportunidad de poner en práctica el sistema cartesiano el próximo dos de julio, como resultado mediato del debate político de los presidenciables, mediante la siguiente fórmula: Pienso, luego dudo; dudo, luego elijo; elijo, luego voto; voto, luego soy.

r_munozdeleon@yahoo.com.mx

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