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Plaza pública/El fin y los medios

Miguel Ángel Granados Chapa

Los medios electrónicos están de varios modos presentes en la contienda política y electoral, no sólo como transmisores de la información sobre las campañas, sino como receptores de una gran masa de recursos provistos por los partidos, la mayor parte de los cuales procede del financiamiento público, es decir dinero de los contribuyentes. Aprovechando el momento público que los hace indispensables, los propietarios de los principales medios han presionado para reformar la Ley de Radio y Televisión y obtener varias nuevas ventajas. Las televisoras, por ejemplo, ganarán con la digitalización enormes fuentes de ingreso, pues participarán automáticamente en el mercado de las telecomunicaciones sin haber participado en licitación alguna. La reforma correspondiente, aprobada de modo unánime en San Lázaro, comenzará a discutirse la próxima semana en el Senado. Aunque allí se produjeron voces de alarma, y se recogió la expresada por un importante sector de la sociedad, es difícil que la enmienda legal pueda ser frenada.

Así permite suponerlo la eficacia del esfuerzo que en sentido contrario han mostrado quienes, en esa Cámara, congelaron quizá para siempre los trabajos para una nueva legislación en esa materia. De cualquier modo, eso está por verse. Lo que ya ocurre en la alta concentración de los recursos públicos canalizados por los partidos en pocas manos. Según cálculos de fuentes financieras, Televisa recibirá este año 77 millones de dólares por las campañas políticas, mientras que TV Azteca contará con una cifra menor de la mitad de aquella pero igualmente cuantiosa: 34 millones de dólares. Esa concentración en sólo dos empresas era un fenómeno particular de la televisión, pero ha brotado una tendencia semejante en la radio, donde suele haber mayor competencia. Por la importancia financiera de la publicidad en medios electrónicos fue en la columna de negocios de Reforma, “Nombres, nombres ...y nombres”, de Alberto Aguilar, donde el jueves y el viernes pasados apareció la primicia del modo en que el PRI asignó una parte del gasto para medios radiofónicos que se contrata a través del Instituto Federal Electoral, y que destina el noventa por ciento de ese monto a dos grupos, Radio Centro, encabezada por Francisco Aguirre y Radio Fórmula, cuyo propietario es Rogerio Azcárraga.

Explica Aguilar que se trató de un “auténtico madruguete de fin de año”. “Alrededor del 20 de diciembre...Francisco Aguirre gestionó con los partidos un trato más equitativo con relación a Radio Fórmula...Su labor prosperó alegando viejos pendientes con el PRI...”. Un mes más tarde, el 17 de enero, en una comida de radiodifusores con el secretario de Gobernación, “la sal y pimienta corrió a cargo de Carlos Aguirre, del grupo Radio Centro, quien repentinamente incorporó a la agenda a Carlos Abascal como testigo de honor del reparto publicitario al gremio...Ahí mismo la mayoría de los empresarios fueron enterados de que un noventa por ciento del presupuesto fue asignado a Radio Centro y a Radio Fórmula...El otro diez por ciento se repartirá entre el resto de las empresas, aunque usted no lo crea. Francisco Aguirre se sorprendió y trató de atajar a su hermano. Era tarde, porque la noticia cayó como balde de agua helada a los ahí presentes que al final, en las propias instalaciones de Segob convinieron en arrancar una serie de acciones en las que van con todo para evitar que se concrete el inequitativo reparto”.

Lo que de inmediato hicieron, el viernes 18, fue remitir una carta al candidato del partido que había procedido de esa manera. No expresan en el documento consideraciones sobre respuestas a la presunta deslealtad priista para con sus cadenas, como disminuir la cobertura que dan a la gira de Roberto Madrazo. Seguramente se abstuvieron de hacerlo porque denotaría un comportamiento escasamente profesional el vincular la cuantía de la inversión que les correspondiera al tratamiento informativo de los actos del PRI. Dice la carta: “Estimado Roberto: Por medio de la presente hacemos de tu conocimiento la gran inconformidad y molestia que ha ocasionado entre los empresarios de la industria de la radiodifusión la forma por demás inequitativa y arbitraria con la que el Partido Revolucionario Institucional resolvió distribuir la cantidad de spots publicitarios que el Instituto Federal Electoral puso a su disposición de conformidad con lo dispuesto por el Cofipe.

“De acuerdo con la información con que contamos, cerca de 90 por ciento de la contratación de dichos spots recayó solamente en dos grupos de radio, adquisición que se llevó a cabo, además, a precios fuera de toda proporción y racionalidad. Si lo anterior resulta cierto, mucho nos gustaría conocer el criterio utilizado por el PRI para determinar dicha distribución, dado que el resto de los grupos de radio en México representamos una mayoría absoluta y abrumadora frente a los dos grupos contratados, tanto en auditorio como en número de estaciones y en cobertura dentro de la República Mexicana”. Firmaron los concesionarios de los grupos Acir, Radiorama, MVS comunicaciones, Televisa radio, NRM comunicaciones, Rasa y Radio, SA. Se sumó después el grupo Multimedios Estrellas de Oro. El ingeniero Ernesto Rivera Aguilar, del grupo Imagen firmó pero después retiró su firma. Tal vez este grupo considera posible tratar el tema por su parte, pues tiene un nuevo interés ya que ayer su presidente, Olegario Vázquez Raña, recibió en venta lo que queda de Excélsior.

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