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Plaza pública/Penúltimo reajuste

Miguel Ángel Granados Chapa

Como parte de su sostenida campaña electoral, el presidente Fox comisionó a dos miembros de su Gabinete para incorporarse a la que subsidiariamente a la suya realiza Felipe Calderón. Con la renuncia de Eduardo Sojo Garza-Aldape concluyen las frustradas y frustrantes tareas del Gabinete personal del Ejecutivo, a que estuvieron incorporados el ex rector de la UNAM José Sarukhán, el finado Adolfo Aguilar Zínzer, el hoy secretario de Turismo Rodolfo Elizondo. También se marchó Florencio Salazar Adame, priista cercano a José Francisco Ruiz Massieu que optó por el foxismo y sustituyó en la Secretaría de la Reforma Agraria a la abogada María Teresa Herrera Tello, hoy integrante del Consejo de la Judicatura Federal.

Las personas designadas para sustituir a los nuevos propagandistas protagonizan el caso en que unos corren tras la liebre y otros sin correr la alcanzan: Alberto Ortega Venzor asume provisionalmente la Coordinación de Políticas Públicas de la casa presidencial casi seis años después de que se frustró su expectativa de ser subsecretario de Asuntos Religiosos. En cambio, Abelardo Escobar asciende inopinadamente a la categoría de secretario de Estado, en un breve trayecto que en su dimensión nacional (fuera de su entorno natal) iniciado hace un sexenio como suplente de la diputada Josefina Vázquez Mota, que le dejó la curul el primero de diciembre de 2000, cuando ella misma ingresó al Gabinete como secretaria de Desarrollo Social, cargo del que se apartó para realizar esa misma tarea en la casa de campaña de Fox, es decir de Calderón.

Ortega Venzor nació en la Ciudad de México el 14 de junio de 1940. Estudió ciencias y técnicas de la información en la Universidad Iberoamericana, como se llamó en sus orígenes la hoy carrera de Comunicación. Practicó su vocación por breve tiempo, en la experiencia radiofónica comunitaria que desde hace cuarenta años mantienen los jesuitas en Huayacocotla, una población veracruzana perteneciente a la diócesis de Tulancingo. Y fue también reportero del naciente Centro Nacional de Comunicación Social en el Concilio Vaticano II, en Roma misma, en la etapa en que José Álvarez Icaza y su esposa Luzma Longoria acudieron como oyentes laicos a esa magna reunión episcopal ecuménica, tan distante ya no sólo en el tiempo. Luego Ortega Venzor mudaría su orientación dentro de la Iglesia al estudiar filosofía en la Universidad Panamericana de México y en la de Navarra, ambas pertenecientes al Opus dei.

Su actividad profesional, sin embargo, se alejó de su formación académica, pues dedicó quince años de su vida a trabajar en Nacobre, como director comercial corporativo. Renunció al cargo en 1987, cuando estableció un despacho de asesoría en comercio exterior, lo que lo condujo al gobierno de Guanajuato. El gobernador Vicente Fox le confió organizar la comisión de fomento a ese ramo. Luego representó a la Administración de esa entidad en la Ciudad de México.

Durante la campaña presidencial, Fox encargó a Ortega Venzor el trato con la Iglesia Católica y en general el abordamiento de las relaciones religiosas. El ahora coordinador de Políticas Públicas se hizo asesorar del sacerdote Alberto Athié Gallo, que andando el tiempo dejaría el Ministerio, atormentado por el silencio de la jerarquía eclesiástica ante las acusaciones de pederastia lanzadas -con fundamento conocido por el padre Athié- sobre el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. Este nombre es mencionado por Guillermo H. Cantú en su libro El asalto al poder, en su sugerencia de por qué Ortega Venzor no fue subsecretario de Asuntos Religiosos, cargo que “seguramente pensó” obtener. Se equivocó. Fue nombrado Javier Moctezuma Barragán: “Los grupos se recomponen -dice Cantú- y se aprestan a enfrentar el futuro. El triángulo que forman el obispo de Ecatapec Onésimo Cepeda, el arzobispo de Yucatán Emilio Berlie Belaunzarán y el superior de los Legionarios de Cristo en Roma, Marcial Maciel, conformados alrededor del cardenal Norberto Rivera han dejado sentir su influencia con el consiguiente desencanto de los que conciben una Iglesia más abierta y participativa”.

El nuevo secretario de la Reforma Agraria, si bien es agrónomo y encabezó la escuela donde se formó, propiedad de su familia, apenas hace tres años se vinculó al sector que ahora encabeza, como director del Registro Agrario Nacional. Nació el 19 de enero de 1936 en El Paso (y obtuvo la nacionalidad mexicana por nacimiento el 12 de julio de 1971). Luego de graduarse en la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar en 1956, desde el año siguiente y salvo un periodo de preparación en Nuevo México, participó como profesor y administrador de ese establecimiento, que dirigió hasta 1976, en que se dedicó a los negocios privados, ajenos a la agronomía.

En 1991 fue nombrado secretario del Ayuntamiento panista de Ciudad Juárez y sólo al año siguiente se afilió a ese partido, de cuyos comités municipal y estatal formó parte. En 2000, como queda dicho, apareció como suplente de Josefina Vázquez Mota en la lista de candidatos de representación proporcional y tres meses después de iniciada la legislatura se convirtió en propietario. No terminó el periodo pues en junio de 2003 fue nombrado director del Registro Agrario Nacional.

No es seguro que permanezcan en sus cargos, Ortega Venzor y Escobar Prieto, hasta el fin del sexenio. Si así ocurriera, habrán desempeñado sus responsabilidades sólo durante 220 días. Peor es nada.

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