El primero de diciembre, sin que en su caso nadie se oponga a que ocurra, podría tomar posesión de un sitial en la Suprema Corte de Justicia de la Nación la licenciada María Teresa Herrera Tello. Sería la tercera mujer en el Tribunal constitucional, donde ya actúan Olga María Sánchez Cordero, desde el comienzo de la actual etapa de ese órgano judicial, en 1995, y Margarita Luna Ramos, elegida el año pasado.
El 30 de noviembre concluye el periodo para el que fue elegido el ministro Juan Díaz Romero, decano de la Corte, y es preciso sustituirlo mediante el procedimiento constitucional en que el presidente de la República formula una terna y el Senado escoge al nuevo integrante del máximo Tribunal. Díaz Romero fue designado ministro, en el antiguo régimen, en 1986, y fue uno de los dos sobrevivientes, con Mariano Azuela, al ramalazo con que el presidente Ernesto Zedillo dejó sin cabeza al Poder Judicial en diciembre de 1994 hasta la reintegración de la Corte en enero siguiente.
Cada uno de los once ministros elegidos en ese momento inaugural por el Senado lo fue a plazo fijo. Ya lo han cumplido José Vicente Aguinaco Alemán y Juventino Castro y Castro. Toca el turno ahora a Díaz Romero. (Una tercera vacante se produjo por la muerte del ministro Humberto Román Palacios). Han sido nombrados en sus lugares los ministros Luna Ramos, Sergio Valls y José Ramón Cosío.
Con demora, porque deja apenas una semana al Senado para sus deliberaciones y la votación respectiva, el presidente Vicente Fox se dispone a enviar la terna para cubrir la vacante de Díaz Romero. Puede decirse que la encabeza la abogada Herrera Tello, porque es la persona más cercana al autor de la propuesta, que le ha prodigado muestras de confianza. Tras una exitosa carrera, iniciada en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Nuevo León y desarrollada en la judicatura de esa entidad, en cuyo Tribunal Superior de Justicia fue la primera magistrada y la primera presidenta, Fox le otorgó un nombramiento que no se avenía con su experiencia, por lo que sólo parecía un escalón hacia otras posiciones, un lugar en la Corte por ejemplo, tal como ahora podría consumarse. Fox la designó secretaria de la Reforma Agraria, donde permaneció poco más de dos años, hasta que al comenzar abril de 2003 el presidente la convirtió en titular de su consejería jurídica.
El ocupante de esa responsabilidad (entonces como ahora) Juan de Dios Castro, renunciaba en aquel momento para ser candidato a diputado federal y la abogada Herrera Tello lo reemplazó no durante mucho tiempo, pues el propio Fox la designó en noviembre de 2004 integrante del Consejo de la judicatura federal, tal vez como paso previo al que ahora se busca dar.
Como se sabe, este órgano de la justicia federal se compone por consejeros de diverso origen, designados por cada uno de los tres poderes.
(Por cierto, está en curso, en el turno que corresponde al judicial, el nombramiento de quien reemplace al consejero Adolfo Aragón Mendía, de un conjunto de candidaturas donde se hace notar la de la ex magistrada electoral federal Alfonsina Berta Navarro Hidalgo. Aragón Mendía, por su parte, es integrante de la terna que el propio Senado tiene pendiente de resolver para designar al sexto miembro de la Sala Superior del Tribunal Electoral.
Como se recuerda, esa Cámara eligió cinco magistrados y se declaró imposibilitada para elegir uno más, no obstante (o por ello mismo) la adecuada calificación de quienes componían la terna que así resultó eliminada (Héctor Arturo Mercado, Alfonso Oñate y Jacinto Silva) por lo que requirió a la Corte una nueva propuesta. La elección quizá haya quedado resuelta en la sesión del jueves, mientras escribo estas líneas.
Por lo que hace a la terna aún no presentada, para colmar la vacante de Díaz Romero, junto a la licenciada Herrera Tello la integran Rafael Estrada Sámano y Fernando Franco González Salas, egresados de la Escuela Libre de Derecho.
No obstante mi apreciación de que Fox querría que la elegida por el Senado fuera su antigua colaboradora, los jurisperitos propuestos con ella distan de ser candidatos de relleno. Por lo contrario, y salvo que haya un acuerdo político previo (impulsado por Santiago Creel y Ramón Muñoz, los más obvios hombres de Fox en el Senado, a favor de su compañera de equipo) los senadores tendrán que hacer un esfuerzo para escoger a quien ingrese a la Corte, por los atributos de los propuestos.
Es posible ver la intervención del secretario de Gobernación Carlos Abascal en la inclusión de Estrada Sámano y de Franco González Salas en la terna, ya que ambos fueron subsecretarios a sus órdenes en la Secretaría del Trabajo, de cuyas funciones se apartaron cordialmente, sin agravios ni rompimientos.
Estrada Samano ha dedicado la mayor parte de su vida al ejercicio privado de su profesión, salvo el breve periodo en que fue subprocurador jurídico y de asuntos internacionales bajo el procurador Antonio Lozano Gracia. Goza de sólida reputación y su única desventaja, no haber antes impartido justicia, no lo ha sido para otros ministros, que llegaron al Tribunal constitucional sin haber sido jueces o magistrados.
Franco González Salas se halla, digamos que provisionalmente aunque por decisión propia, fuera del servicio público, al que ha pertenecido largamente. Fue magistrado en el Tribunal contencioso electoral, la primera experiencia de justicia de ese tipo en nuestro país, y más tarde presidió el Tribunal Electoral Federal.