Los hombres que vivían en la pasada centuria, allá por 1930, se enteraron de la existencia de un noveno planeta del sistema solar, descubierto por el norteamericano C. W. Tombaugh. Su nombre corresponde, en la mitología griega, al dios de los infiernos, hijo de Cronos y de Rea. Plutón, dios que recibió el imperio de las sombras. Es uno de los epítetos de Hades, dios griego del mundo subterráneo.
La distancia de Plutón a nuestro Sol es asombrosa pues se mueve en los linderos del sistema. Es relativamente pequeño. Si usted visitara Plutón descubriría que los rayos solares son apenas perceptibles, como una luz detrás de un vidrio ahumado.
Sus hermanos Zeus y Poseidón participan en el imperio del mundo. Lo acompaña un satélite natural llamado Caronte. Usted recordará a este misterioso personaje con su negra capucha cónica, escondiendo entre sus pliegues el rostro, con mangas anchas que apenas dejan ver sus manos, sujetando fuertemente un remo, conduciendo la barca que se desliza por la laguna Estigia llevando de pasajeros las almas de los seres humanos con rumbo a ultratumba.
Los antiguos griegos y romanos acostumbraban poner una moneda de oro en la lengua de sus difuntos, convencidos que así tendrían oportunidad de pagar su pasaje al barquero que los llevaría a la mansión de los que descansan en el sueño eterno donde, según Homero, los muertos moran en forma de espectros o sombras privados de todo goce o dolor. Plutón, es el dios griego del mundo donde se dice que están los infiernos.
Dicen que Plutón es un planeta gélido, donde el clima es sumamente hostil a los seres humanos. Si usted logra localizarlo en el firmamento, con un muy potente telescopio, lo verá vagando por los espacios siderales triste y desconsolado. Empero los cuerpos sólidos al rotar en el espacio emiten un canto que se oye en todo el Universo. Es una melodía que habla del principio de los tiempos. Después del Big Bang él estaba ahí. Su cántico es parecido al de las ballenas. Da grima que los badulaques se atrevan a vituperarlo como el enano de hielo. Es más pequeño que nuestro satélite denominado Luna. Convive en una región del Universo, son sus vecinos, los gigantes gaseosos Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
En la actualidad se discute si es un verdadero planeta. La comunidad Internacional de astrónomos, junto a renombrados historiadores y escritores acordó hace pocos días, en el mes de julio de este año, lo que es la definición científica de planeta diciendo: es un cuerpo celeste que orbita alrededor de una estrella, sin ser una luna o una estrella, debiendo ser su gravedad lo suficientemente grande como para que adopte una apariencia esférica. Esto último es el factor decisivo. Es estos días se estará decidiendo en Praga sobre la viabilidad de esta fórmula. Lo que creo es que no dejará, digan lo que digan, de ser considerado como un planeta para los que nacimos considerándolo como tal.
Quienes pretenden quitarle la categoría de planeta señalan que es simplemente el representante de mayor tamaño de un anillo de asteroides, el cinturón de Kuiper, situado en los límites externos del sistema solar. Plutón rige el signo de Escorpión. Un momento... me estoy enterando que ha sido degradado, que ya no es considerado como un planeta por lo que el sistema solar redujo su número a sólo ocho.
Sin embargo considero que no ha sucedido nada. Allá en los espacios intertestelares todo sigue igual. Los mequetrefes de siempre presumen de sabihondos, a Dios gracias la armonía de los astros celestes no sufre el mínimo cambio. No se han dado cuenta que pretenden cometer un crimen, igual que si dispararan un revólver a mansalva. Lo han hecho por que consideran que a los plutonianos, dadas las distancias, no se les escuchará en sus lamentos. Están pretendiendo borrar la poesía de un cuerpo celeste errante en los confines del sistema solar. De un plumazo acabaron con el noveno planeta, pero no podrán erradicar el cariño que despertó entre un gran número de seres humanos, que no lo extrañarán porque nunca se habrá ido.
Pero ¿cuál sería el interés que pueda despertar entre nosotros? Los astrónomos no necesitaron de una terrífica máquina de rayos laser para destruir a Plutón como planeta, bastó que lo consideraran indigno de serlo dadas sus características. Sin embargo, no podrán acabar con la relación de historias legendarias, nacidas en una fecunda fantasía, en otras épocas cuando aún se podía soñar, sin las distracciones que hay en la era moderna. A los antiguos griegos les bastaba mirar al cielo para dejar volar su imaginación. En el transcurso de las centuria hemos perdido ese poder creativo para dar paso a distracciones insulsas que, obvio, no enriquecen el intelecto.
Nos hemos vuelto insensibles a las cosas del espíritu. Se ha apoderado de nosotros el pragmatismo de una vida sin consuelo. Le hemos dado la espalda a las bellas artes. Nos espera la barca donde viajan las almas que no conocieron lo sublime de sumergirse en el ensueño de la creatividad. Esta malhadada acción me hace pensar que hacen falta más poetas y los que sobran ¡guay! son los que predican las ideas materialistas.