Conforme las fechas de la densamente histórica coyuntura electoral van quedando atrás, la consideración que habíamos hecho unos meses atrás, antes de las elecciones y al calor de la disputa que ésta generó (por lo apretado de los resultados y por el mal manejo del proceso por parte de las instituciones electorales), va tomando forma. Comentamos que la disputa política, en este caso al grado de polarización, es parte del oficio de los políticos, pero que en el momento actual de México existe una polarización social que algunos partidos, en este caso la Coalición por el Bien de Todos, han decidido encauzar. Ya la historia dirá si de manera genuina u oportunista como bandera, tal como lo suelen hacer los políticos pues.
En efecto, los tiempos electorales ya pasaron, pero éstos dejaron en claro dos cosas: un serio cuestionamiento al funcionamiento y legitimidad de las instituciones (no solamente las electorales), que no es nuevo, y el consenso de que la polarización hunde profundamente sus raíces en la desigualdad y la injusticia social prevaleciente en el país. Sin esta realidad difícilmente algún liderazgo político puede fructificar, sobre todo movilizando grandes contingentes, en muchas ocasiones bajo condiciones muy difíciles.
Sin duda alguna, los promotores de la continuidad han tomado nota de este balance preliminar, y en tal sentido plantean que para resolver el desagravio social basta con que el descontento se lleve dentro del encuadramiento institucional existente (ya que a su juicio no hay crisis institucional), para, ahora sí, atender estos reclamos.
Seguramente usted ha notado que hemos venido hablando de ?los promotores de la continuidad? refiriéndonos al candidato declarado ganador por el TEPJF, así como a sus seguidores y simpatizantes, porque ellos mismos así lo han asumido al hacer causa común con la intensa campaña del presidente saliente, antes de las elecciones. Pues resulta que no más, que no quieren seguir siendo identificados de esa manera.
Y es que la fragor de la disputa pos electoral algunos renombrados intelectuales han sugerido a Felipe Calderón rebasar a López Obrador y a la izquierda en su conjunto, por la izquierda precisamente. Se trata de que Felipe Calderón tome las ideas y propuestas sociales de AMLO: protección social, pensión universal, la educación superior pública, la salud, entre otras, pero que las modifique para que sus seguidores las acepten (por aquello de que se pudieran sentir traicionados), pero no tanto para que los seguidores de AMLO se reconozcan en ellas. O sea, hacer un triple salto mortal y caer parado, nada menos. Esto se llama ?triangulación?, según Jorge Castañeda, uno de los intelectuales en cuestión.
De hecho se ha desatado una suerte de pobremanía que va del Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional, llegando a los altos círculos panistas y Carlos Slim (cuya opinión al respecto ya es conocida), entre otras instancias y personajes, en donde el denominador común es que hay que invertir en políticas sociales para beneficiar a los pobres.
Es así como en las últimas semanas, se han difundido expresiones como las de Santiago Creel en el sentido de que ?hay que dotar de contenido social a la democracia?, que Fox no lo hizo suficientemente y que si Felipe Calderón quiere salir adelante deberá enfatizar el combate a la pobreza y la desigualdad social. El propio presidente declarado ganador por el TEPJF ha sido enfático que desde el gobierno va a rebasar a la izquierda política y social ?por la izquierda?, corrigiendo las ?terribles desigualdades? que hay en el país. ?Vamos a hacer justicia en serio, a partir de principios y valores del PAN?, dice. Como declaraciones son interesantes, sin duda alguna.
¿Qué pensarán todos los poderes fácticos que impulsaron a Felipe Calderón?, ¿qué encumbraron a un ?populista? consumado, después de tanto despotricar y obstaculizar hasta donde se pudo al candidato que enarbolaba estas demandas?
Habría que decirles que no se alarmen, hay que recordar los pronunciamientos foxistas de hace seis años de crecer al siete por ciento y de resolver en 15 minutos el problema de Chiapas, por mencionar algunos casos, para dimensionar la sustancia de este talante declarativo.
Tan es así que la parte agraviada no muerde el anzuelo, y no solamente porque desconfíe de los promotores de la continuidad, sino porque desconfía de la labor de los políticos en general y lo ha manifestado en diferentes instancias. Una de ellas es la gran acogida que tuvo la convención nacional democrática (que no es la única), a la que convoco López Obrador, a convertirse en un movimiento social tendiente a presionar y fiscalizar las tibias acciones de los políticos para impulsar el cumplimiento de los derechos sociales.
Pues como se ve si Calderón quiere pasar de las declaraciones a los hechos tendrá que meter a fondo el acelerador, además de tener buena máquina, para rebasar por la izquierda. No nos vaya a salir con un triciclo a la primera de cambios. Hay tareas.
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