EL UNIVERSAL-AEE
MÉXICO, DF.- Hasta ahora se creía que los procesos de aprendizaje se basaban en el error. Sin embargo, estudios efectuados por ingenieros en Biomédica de la Universidad de Washington en San Luis, mostraron que las personas pueden emplear algunas estrategias alternas para el proceso de aprendizaje.
Kurt Thoroughman y Michael Fine, ambos investigadores de la Universidad de Washington, descubrieron una nueva estrategia de aprendizaje a la cual llamaron ?adaptación categórica?, en la cual los pasos del proceso son sensibles a la dirección del error. Eventualmente sus hallazgos podrían tener impacto en los procesos de rehabilitación de ciertos desórdenes neurológicos a través del empleo de diversos ambientes de aprendizaje.
Cuando se comete un error de movimiento en una dirección, tiene sentido que en el próximo movimiento se realizará una corrección del previo en una proporción exacta a la del equívoco. Un ejemplo de ello es el de un lanzador de béisbol, que corrige sus envíos de manera proporcional a las desviaciones que detecta en la trayectoria de la pelota hasta acertar en la zona de strike.
?Hemos mostrado que el aprendizaje no necesariamente tiene una correspondencia en escala con el error. Creo que hemos descubierto una parte de la adaptación humana que ciertamente no reconoce esa proporción. No queremos decir con ello que las teorías previas fueran falsas. Es sólo que, por vez primera, hemos hallado una parte de la adaptación humana que claramente no empata en sus escalas con el tamaño de los errores cometidos?, dijo Kurt Thoroughman.
El científico estadounidense está interesado en averiguar cómo es que los seres humanos aprenden a incrementar sus habilidades motoras; cómo es que la información de un movimiento simple puede informar la generación del próximo movimiento. Para ello, junto con Fine, pidió a un grupo de voluntarios realizar movimientos para alcanzar objetos mientras sostenían un brazo robot.
Para efectuar dicha tarea los participantes recibieron un entrenamiento previo de 40 minutos diarios durante dos días. Durante cada uno de ambos días se les pidió realizar movimientos específicos, en un lapso de medio segundo, para alcanzar objetos situados a 10 centímetros de su ubicación.
Durante el primer día los voluntarios aprendieron la línea base de la tarea, en tanto que a lo largo del segundo Thoroughman y Fine los engañaron al ocasionar movimientos en el brazo robot que perturbaban el pulso en 20 por ciento de los movimientos realizados por los participantes. La idea era alejar los objetos de su trayectoria normal, ya sea a la derecha o a la izquierda por medio de tres diferentes pulsos de fuerza. Los investigadores observaron que los sujetos corregían o se adaptaban en cada movimiento posterior.
?El pulso debía inducir un error en el movimiento en proporción a la intensidad del propio pulso. Fue así como observamos que un gran pulso producía un gran error, al igual que un pequeño pulso producía un pequeño error. A partir de las teorías existentes esperábamos que el siguiente movimiento de los sujetos estuviera en proporción al tamaño del pulso que propició el error, pero no fue así, pues efectivamente el siguiente movimiento sufrió una adaptación en la dirección, pero no en proporción a la fuerza del pulso?, explicó Thoroughman.
Según él, sus descubrimientos -dados a conocer en el Journal of Neurophysiology? plantean nuevas e interesantes preguntas en materia de aprendizaje motor y neurofisiología y, eventualmente, dijo, tendrán impacto en los protocolos de terapia física.