Soldados israelíes de infantería acompañados por carros de combate y vehículos blindados tomaron la ciudad libanesa de Maryayun.
EFE
Jerusalén.- El Ejército israelí tomó ayer posiciones en Maryayun, la localidad libanesa más importante de la frontera, aunque el Gobierno decidió aplazar la invasión a gran escala del sur libanés para dar tiempo a la ONU en sus esfuerzos por un alto el fuego.
Las hostilidades continúan al cumplirse 30 días de conflicto, en una jornada en la que un bebé murió por el impacto de uno de los cien cohetes que Jezbolá lanzó contra el norte de Israel y en la que las bombas israelíes continuaron cayendo en territorio libanés y destruyeron el antiguo y emblemático faro de Beirut.
El control por tropas israelíes de Maryayun, fundamental en caso que el objetivo de Israel sea crear una franja de seguridad en el sur libanés como la que ocupó hasta 2000, fue confirmado por fuentes israelíes y testigos citados por medios libaneses, aunque, según la milicia shii, los combates continúan.
Esa ciudad de diez mil habitantes, punto operativo clave para una invasión masiva por tierra, acogió el cuartel general del Ejército del Sur del Líbano, la milicia cristiana libanesa que Israel armó para ayudarle a controlar el sur libanés durante la ocupación (1978-2000).
Soldados israelíes de infantería acompañados por carros de combate y vehículos blindados entraron ayer por la madrugada por el sur de Maryayun, sin encontrar resistencia, informó la radio pública israelí.
Jezbolá, sin embargo, aseguró que sus combatientes habían destruido ayer al menos 13 tanques israelíes y que sus ocupantes resultaron ?muertos o heridos? en varios enfrentamientos en el sur. Cuatro de los vehículos y sus ocupantes fueron atacados en Maryayun.
La milicia shiita dijo que otros siete tanques fueron destruidos en Sahl al Jiam, donde, según fuentes militares israelíes también entraron las tropas hebreas, y dos más en Aytaron.
En todas esas localidades, y en especial en Maryayun, los enfrentamientos continúan, añadió Jezbolá.
Un destacado oficial, citado por la radio israelí, dijo que al sur del río Litani, a 30 kilómetros de la frontera, hay entre tres mil y cuatro mil milicianos distribuidos en grupos de 150 en cada aldea, mientras Israel tiene a seis mil 500 soldados en el sur del Líbano y otros dos mil cerca de la frontera, que de momento tendrán que esperar ante el aplazamiento de la invasión.
Varios ministros israelíes se refirieron ayer al retraso de la expansión de la ofensiva por ?consideraciones diplomáticas?, horas después que el Gabinete de Seguridad israelí diera luz verde al Ejército para llegar al río Litani y controlar las zonas desde las que Jezbolá lanza sus cohetes.
El aplazamiento se conoció también poco después que el líder de la milicia shii, Hasan Nasrala, respondiese con duras amenazas a la prevista nueva invasión israelí, aceptase la propuesta de Beirut para el despliegue de 15 mil soldados libaneses en la frontera y criticase el plan de alto el fuego presentado ante el Consejo de Seguridad de la ONU por Francia y Estados Unidos.
Las expectativas para la adopción ayer de una resolución por parte de la ONU disminuyeron notablemente y un destacado dirigente político israelí que no dio su nombre dijo a la radio pública que el retraso en la invasión es cuestión de horas y no de días.
Advierten sobre dramática situación
Diferentes organizaciones humanitarias internacionales, desde la ONU hasta la Cruz Roja, afirmaron ayer que la situación para las decenas de miles de civiles atrapados al sur del río Litani, en la franja en la que se desarrolla la parte más dura de la ofensiva israelí contra Líbano, puede ser desesperada en los próximos días por falta de medicinas y agua potable si el Tsahal no levanta su amenaza (que no duda en cumplir) de disparar contra cualquier vehículo que se mueva.
?Estamos pidiendo permiso para llevar ayuda al Ejército israelí desde el viernes, a través de los canales que hemos utilizado hasta ahora y la respuesta ha sido ?no? una y otra vez?, explica desde Tiro, Roland Huguenin, portavoz del Comité Internacional de Cruz Roja.
Las agencias humanitarias calculan que alrededor de 100 mil civiles se encuentran atrapados, con apenas acceso a agua potable -la principal planta del sur del país fue destruida justo al comienzo de la ofensiva-, sin electricidad y con una dramática falta de gasolina, que está apagando lentamente los pocos generadores que todavía están en funcionamiento.