EFE
Quito, ECUADOR.- Dos candidatos diametralmente opuestos, el multimillonario populista Álvaro Noboa y el izquierdista cristiano Rafael Correa, aspiran a ganar el próximo domingo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador y ocupar, a partir 15 de enero de 2007, la Jefatura del Estado.
Dos formas de ver el país, dos ideologías políticas, dos conceptos de sociedad, dos proyectos económicos y hasta dos aspectos físicos opuestos se enfrentan en una segunda ronda electoral, después que en la primera Noboa quedara primero, cuatro puntos por encima de Correa, que fue segundo.
De los trece candidatos que se presentaron a la primera vuelta, difícilmente se podían haber elegido dos con conceptos más distantes del país, para el que Noboa propone reformas económicas liberales en una estructura política sin grandes cambios, mientras Correa impulsa una ruptura política para dirigir la economía al desarrollo social.
Correa entró este mismo año en la contienda electoral con afán de transformación política y propugna una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Carta Magna, por lo que ni siquiera presentó candidatos para el Congreso actual, al que considera el nido de la ?partidocracia?, a la que responsabiliza de los males del país.
Si en política interna Correa se ha definido como ?izquierdista cristiano?, formado en la doctrina social de la Iglesia Católica, en la exterior se ha alineado con el nuevo socialismo latinoamericano que representan gobiernos como los de Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela, Bolivia o Chile.
Ha admitido Correa sin ambages su simpatía por el gobernante venezolano Hugo Chávez y no ha ocultado su desacuerdo con muchas de las acciones del presidente de Estados Unidos, George W.Bush, aunque ha recalcado su aprecio por el pueblo estadounidense.
Noboa lleva más de ocho años de campaña y fue derrotado en segunda vuelta en los comicios presidenciales de 1998 y 2002, a los que, como ahora, fue sin un proyecto político estructurado.
Sus ofertas son concretas y por eso asegura que dará vivienda y empleo, mejorará el sistema de salud y promocionará planes de microcréditos para revitalizar la economía y combatir la pobreza.
También católico practicante, Noboa, sin embargo, ha llegado a indignar a la Conferencia Episcopal ecuatoriana, que criticó sus rituales religiosos de imposiciones de manos y sus presentaciones como enviado de Dios durante los mítines políticos.
En política exterior, el multimillonario es partidario de un estrechamiento de lazos con EU y radicalmente opuesto a gobiernos como el de Chávez en Venezuela y el de Fidel Castro en Cuba, con los que ha dicho que, de ganar, no tendrá relaciones.
En sus relaciones económicas exteriores, Correa, que fue un corto periodo ministro de Economía del actual presidente, Alfredo Palacio, ha hecho duras críticas a los organismos financieros multilaterales -el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)- y propugnado la integración latinoamericana.
También ha anunciado que renegociará a favor del Estado los contratos con las multinacionales petroleras que actúan en el país y que no firmará un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EU en los términos que negociaban Quito y Washington, pues lo considera lesivo para Ecuador, en especial para la agricultura y la pequeña empresa.
Por su parte, Noboa ha afirmado que promoverá la inversión extranjera y unas relaciones más fluidas con el BM y el FMI, además de impulsar el desarrollo, para lo que ha puesto como ejemplos a seguir países tan distintos como China, EU o España.
Noboa no ha planteado ningún cambio respecto a la actuación de las multinacionales petroleras y, para él, no parece haber duda sobre la necesidad de la firma del TLC con Estados Unidos.
Ni siquiera en su aspecto físico, que para los especialistas en imagen es muy importante a la hora de recaudar votos, tiene ningún parecido Noboa, de 56 años bajito y grueso, con Correa, de 43 alto y atlético, y los ecuatorianos serán los que, el 26 de noviembre, llevarán a uno de los dos al sillón presidencial.
