El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Formados frente a sus camiones, niños y jóvenes esperan el banderazo de salida. El alcalde José Ángel Pérez Hernández da luz verde, los padres de familia agitan sus manos para despedir a sus hijos; así inicia la aventura que por tres días afrontarán los integrantes de la Patrulla Juvenil, en el campamento de Primavera 2006.
Desde temprana hora acudieron al estacionamiento de la Unidad Deportiva Torreón cerca de 500 menores y adolescentes, portando sus uniformes distintivos como patrulleros. Desde seis hasta 18 años, divididos por grupos, tomaron sus lugares distribuidos en ocho camiones de pasajeros.
El destino, un paraje de la ciudad de Viesca, donde permanecerán los integrantes de la Patrulla Juvenil los días 20, 21 y 22 de abril, y tendrán la oportunidad de desarrollar actividades recreativas y formativas, enfatizadas a la prevención del delito y las adicciones.
Pérez Hernández dijo en su mensaje que hay especial interés en apoyar los eventos que permitan a los niños y jóvenes alejarse de los vicios y malos hábitos, reconociendo la participación de los padres de familia para promover valores en sus hijos.
Cerca de 700 patrulleros se reúnen cada sábado en la Unidad Deportiva para desarrollar diferentes actividades desde el acondicionamiento físico, ejercicios de infantería, atletismo, campismo, banda de guerra, defensa personal, entre otras.
Lealtad, Sacrificio y Juventud al Servicio es el lema de la Patrulla Juvenil que se busca cumplir a fondo y en caso contrario se aplica el reglamento interno al infractor, con el fin de fortalecer su formación civil.
Mediante juegos y disciplina se inculcan valores a los niños y jóvenes, siempre con mensajes de prevención para que se alejen de las drogas y en el campamento hay una gran posibilidad de apoyo, además de que el viaje, alimentación y alojamiento corren a cargo del Ayuntamiento.
Los motores encendidos hacen inminente la despedida. Una madre apresurada corre al camión de su hija para darle una tardía botella con agua, otro padre más osado sube a la llanta trasera del vehículo y planta un beso a su hijo; los campistas demuestran su ánimo con una gran sonrisa y también agitan la mano.
