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Prevalece impunidad en muerte de policías

?Aquí te tienes que cuidar hasta de tus compañeros, porque luego no sabes para dónde puedan tirar?.

EL UNIVERSAL

MÉXICO, DF.- En sus propias palabras, policías responden sobre el riesgo, límites y cómo les puede llegar la muerte en tres ciudades consideradas como zonas ?calientes? por la operación y presencia del crimen organizado: Tijuana, Apatzingán y Lázaro Cárdenas. Estos son algunos de los testimonios recogidos entre los oficiales:

FLORES PARA UN MUERTO

Por la frecuencia de las radiospatrullas una voz puede amenazar a toda la Policía de Tijuana: ?se van a morir pin... policías pu...?. La advertencia hace temblar hasta a los más experimentados, pues se producen después de una captura importante.

Hay quienes, asegura Carlos, anuncian quién está sentenciado a muerte. Una corona de flores es el mensaje. Y no hay escapatoria. Tarde o temprano la amenaza se cumple. Así le pasó al subdirector de Policía y Tránsito la localidad, Arturo Rivas Vaca, quien 17 días antes de ser abatido recibió en su despacho una corona de flores con su nombre. Igual fueron las amenazas por la frecuencia policial hasta que el 21 de septiembre pasado fue acribillado en la carretera Escénica que va de Rosarito a Tijuana.

Antes, en la zona a cargo de Rivas fueron detenidos tres secuestradores y después Eleazar García Simental, hermano de Eduardo García Simental, ?El Teo?, uno de los jefes del Cártel de Tijuana. No liberarlos, como se lo exigieron, marcó su muerte.

La corona de flores con el nombre del comandante amaneció a las puertas de las instalaciones de la Policía Municipal. Nadie vio quién la colocó ahí. Tampoco saben de quién era la voz que lo amenazó. ?Pero todos sabíamos que el Cártel de Tijuana lo había sentenciado a muerte?, dice Carlos.

Hubo protección especial para Rivas. Sus escoltas no se separaban de él. Eso lo hacía sentir seguro, hasta que fue asesinado. Ese día, y eso lo supo el comando que lo aniquiló, sólo iría con uno de sus escoltas. Fue cuestión de tiempo para que Rivas fuera ?puesto? por su propia gente.

Protegido durante toda su carrera por Julio César Abasolo Pierce, el jefe policiaco municipal que actualmente está arraigado y sujeto a investigación tras ser detenido en Estados Unidos con 100 mil dólares, el comandante Rivas sabía lo que enfrentaba. Pero se le acabó la suerte y la vida.

Y es que cuando te dicen por la radio ?aguas, compa, por ahí anda mancha, mejor abrase?, lo que tienes que hacer inmediatamente es alejarte del lugar donde andas. Eso lo dice Carlos, un policía curtido y que se dice comprometido con su labor. ?Y te tienes que ir porque la ?M? va a ir a tirar un muerto o a levantar a alguien y tú sabes si te quedas o no?. Carlos, acepta, siempre se ha retirado.

El Policía, quien aceptó hablar sin grabadora y en un sitio designado por él diez minutos antes de la entrevista, habla sin rodeos. Aquí, dice, te tienes que cuidar hasta de tus compañeros, ?porque luego no sabes para dónde puedan tirar?. Y sabe lo que dice. Hace 20 días fue detenido Juan René López Carrales, policía municipal durante 12 años y quien renunció en julio pasado.

Tras una balacera con sus ex compañeros, López Carrales fue herido y sometido. Ahora se sabe por qué renunció a la Policía. La SIEDO lo investiga por ser presunto participante de la decapitación de tres policías municipales de Rosarito y un civil en junio de este año. Él sería el tercer policía involucrado, ya que actualmente dos uniformados están procesados por ello, Jorge Alberto Pérez y Salvador Cabreros.

Hay que aprender a decir no, asegura Carlos, cuando se le pregunta si a él lo han invitado a participar en la delincuencia. Su argumento para negarse es que ?hasta ahora no conozco a ningún policía millonario y si a muchos delincuentes ricos?. Te quieren, añade, para que les sirvas, pero incluso quienes deciden pasarse al otro lado son ?mal vistos? por la mafia.

Sin un gran salario, Carlos comenta que él siempre será policía. Acerca del rechazo social y del señalamiento de pertenecer a una corporación corrupta, señala que él conoce a policías muy buenos, ?que hacen las cosas bien. No son santos, pero trabajan bien?. Más allá del riesgo de ser policía en Tijuana y ver caer a muchos compañeros, a él le gusta -dice sonriendo- la adrenalina.

Y llora también. Es el momento de la familia y la plática se vuelve catarsis. Al policía se le salen las lágrimas cuando recuerda a sus hijos. ?Yo no me quiero morir, quiero verlos crecer. Darles no un colegio, sino una escuela; no quiero darles dinero, sino educación?. Pide no hablar más.

DE EJECUTIVO A POLICÍA

Él ha visto las muertes de compañeros más terribles. Ejecutados, desfigurados a golpes y hasta decapitados. Sólo como muestra narra que un día escuchó a kilómetros ráfagas de metralleta y le tocó ir al lugar en el que un oficial había sido asesinado. ?Fue impresionante ver cómo quedó el cuerpo, más bien no quedó nada?, dice el comandante de Homicidios de Tijuana, Jaime Niebla.

A él pocos lo podrán entender. Dejó hace 14 años una exitosa carrera de ejecutivo y de empresario para ser policía. Pocos lo creen, pero como prueba están las páginas de sociales de diversos periódicos del norte del país donde aparece con los que entonces eran sus iguales. Hoy, sigue apareciendo en diarios, pero en la sección policiaca.

Este hombre de 64 años de edad, afirma que siempre quiso ser policía, investigar y lo pudo hacer. ?La verdad no sería nada si no fuera policía?. Nació en Sinaloa y vive en esta ciudad desde los dos años, sabe que 500 familias se han ido de Tijuana en los últimos 24 meses por el clima de violencia, pero dice que él seguirá aquí y en su cargo hasta el final. ?Mi familia me pide que deje todo esto, pero eso lo pensaré más adelante?.

Pero no todo es tan fácil. También tuvo momentos duros. En 1998 le pidieron su renuncia por ?pérdida de confianza?. No la aceptó. Sólo se fue.

Cuatro años más tarde las mismas autoridades lo llamaron. Al regresar, en abril de 2002, fue detenido por la PGR y el Ejército junto a un grupo de la Policía Estatal Preventiva. Se les acusaba de estar vinculados con el Cártel de Tijuana, al final se le dejó en libertad. Y sigue trabajando.

Conoce de amenazas, pero ?no vamos a correr. Hay muchos riesgos, pero prefiero no pensar en eso?.

Sin responder por qué sigue aquí, pide mejor preguntar a los jóvenes que están llegando a las academias a ver qué los está motivando a ser policías, ?porque los viejos ya sabemos cómo corre el agua, máxime que la ciudad no estaba así como ahorita con tanta violencia?.

ES UN EMPLEO MÁS

Está cansado. Quiere irse, pero no hay otro trabajo. Cada noche es pesada, más cuando recibe los mensajes de su esposa. Le duele leerlos y no poder hacer nada por el momento. Lo único que hace Mariano, este policía de 30 años de edad y policía desde hace diez, es confortarla con palabras de amor.

Siempre quiso dedicarse a otra cosa, después de dejar el Ejército. Pero su pasado militar no fue buena recomendación. ?Cuando les decía que era ex militar, me negaban el trabajo?. Entonces ingresó en la Policía en Apatzingán, Michoacán.

Ya fue herido en un enfrentamiento. Eso provocó un nuevo intento por salirse, pero tampoco halló dónde laborar. Con cierta amargura, Marianao confiesa que se mantiene en la corporación por las prestaciones y para tener un salario seguro.

En un escenario de violencia como nunca antes se había visto en la entidad y particularmente en esta ciudad, el uniformado asegura que ?no vale la pena?, cada noche que pasa fuera de su casa. ?Por más que quieras tranquilizar a tu familia no se puede. Ellos nunca van a estar de acuerdo?.

Le ha tocado como militar estar en campaña contra el narcotráfico en la sierra, sabe de los riesgos y de la poca recompensa que se tiene si algo sale mal. Yo trato, dice, de cumplir con mi trabajo, porque es sólo un trabajo más. Trato de llevarme bien con la gente, de no chocar con nadie, de respetar.

Él fue detenido en julio pasado por la SIEDO cuando se señaló a la Policía Municipal como una organización al servicio del Cártel del Golfo, en especial infiltrada por Los Zetas, pero fue dejado en libertad, no se le comprobó cargo alguno. En ese momento los ruegos de su esposa para que dejara la Policía fueron mayores y por eso comenta que ?de la Policía sólo se sale muerto o perseguido o de viejo?.

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