Conforme a derecho y las facultades que tiene, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife) comenzó a trabajar. Así, revisó las impugnaciones por cerca de 40 mil casillas que presentó la coalición denominada “Por el Bien de Todos”.
Al hacerlo, el Trife ordenó que sólo se hiciera un recuento de votos en 11,839 casillas de las 130,477 que integraron la totalidad de las mismas. En los demás casos de impugnación, validó el resultado contenido en las actas correspondientes.
Lo anterior revela que dicha Coalición no presentó impugnaciones en la totalidad de las casillas, como reza su slogan de “voto por voto, casilla por casilla” y que, de las que sí presentó, la autoridad sólo encontró justificación de abrir la tercera parte del total que solicitaron.
Debemos reiterar que las 11,839 casillas reabiertas no fueron elegidas al azar, sino que fueron las casillas en las que la autoridad encontró algunos errores aritméticos. Por ello, dichas casillas no constituyen una muestra a partir de la cual se pretenda mostrar lo ocurrido en la totalidad de las casillas.
En pocas palabras, el Trife ya confirmó la validez de las 118,638 casillas que no serán reabiertas para su cómputo. Esto da certeza de las etapas procesales de la elección. Con ello, las puertas se van cerrando, una a una, conforme se van atravesando. Las casillas que ya no se computan se tienen como válidas en su recuento.
Es así que el Tribunal Electoral ya no podrá ordenar una ampliación en el número de casillas ni, mucho menos y como lo pretende la coalición Por el Bien de Todos, que se abran todas las casillas. El último capítulo de esta elección presidencial, está por llegar a su fin.
Sería irresponsable generar falsas expectativas del Tribunal Electoral a estas alturas. Ya no hay margen alguno para que se abran nuevos paquetes por más presión y movilización que hagan los perredistas.
No hay duda que este ejercicio democrático, electoral, institucional, republicano y apegado a derecho, confirma primero, que no hubo fraude ni en forma aislada ni mucho menos generalizada y, segundo, la victoria que la mayoría de los ciudadanos le dieron a Felipe Calderón en las urnas.
En contraparte, AMLO habla de una imposición del candidato ganador, cuando no ve la imposición que él y sus seguidores hacen a todos los ciudadanos al tratar de obtener en las calles y con las movilizaciones lo que no obtuvieron en las urnas.
Mientras tanto, Felipe Calderón se alista ya para emprender una auténtica cruzada nacional por la generación de empleos dignos, permanentes y bien remunerados; emprender el más ambicioso programa en la historia contra el combate a la pobreza y la marginación, a fin de disminuir al menos en un 50 por ciento la pobreza extrema en México; así como el devolver la tranquilidad a nuestras calles y ciudades a partir de programas y acciones eficaces de seguridad pública.
Como podemos apreciar, finalmente, lo mejor está por venir.
