EL UNIVERSAL
GUADALAJARA, Jal.- Casi dos horas de visita real, de revuelo "principesco" vivió la Feria Internacional del Libro (FIL) con la presencia inesperada de
Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, quien llegó la madrugada del miércoles, para recorrer la Expo Guadalajara.
El heredero al trono español inició el día con un desayuno con editores y escritores andaluces, así como autoridades de la Junta de Andalucía, luego visitó el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara y el Museo de las Artes (MUSA), donde se presenta la exposición procedente de España "Siglo XX en la Málaga de Picasso".
Al recinto arribó pasado el mediodía. Ya lo esperaban Raúl Padilla, presidente del Comité Organizador, y Nubia Macías, directora de la feria, con quienes ingresó en la FIL, escoltado por elementos del Estado Mayor Presidencial (EMP) y seguridad privada.
Se integraron a la comitiva el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chávez González; la consejera de Andalucía, Rosa Torres, y el presidente municipal de Guadalajara, Emilio González Márquez.
El anuncio de la visita no alteró la operación de la FIL que, como siempre, abrió sus puertas a las 10:00 horas. Los periodistas acreditados fueron sometidos a revisión y detectores de metales; por su parte, las cámaras y grabadoras fueron revisadas por sabuesos.
La estrategia de seguridad -que indicaba a los fotógrafos que sólo podrían desplazarse en tres puntos y a los reporteros ir detrás de la comitiva- falló desde el principio, pues al conocerse la presencia de Felipe de Borbón, el público se desbordó en torno a él, a cada paso, lo que obligó a establecer un cerco de centuriones (jóvenes encargados de seguridad).
Entre aplausos y vítores de "¡Felipe!, ¡príncipe!", caminó rumbo al stand del Fondo de Cultura Económica (FCE), donde fue recibido por Consuelo Sáizar, directora de esa casa editorial. Allí recibió como obsequio "Imágenes de la tradición viva", de Carlos Monsiváis.
El recorrido siguió por varios de los principales locales: eldel grupo Planeta, donde el director de esa casa, Carlos Lugo, le hizo entrega de títulos relativos a España. Pasó después al stand de Conaculta y al de Santillana, donde le dieron la bienvenida el escritor Sealtiel Alatriste, Emiliano Martínez - consejero delegado del grupo editorial- y Marisol Schultz, directora editorial.
De allí salió con más libros: "Emblemas de la patria", de Enrique Florescano, y "El fin de la guerra fría y el salvaje mundo nuevo", de Juan José Bremer, entre otros.
Visitó el local de España, el de Artes de México -donde conversó con el escritor Alberto Ruy Sánchez y Margarita de Orellana-.
En Tusquets le regalaron "La Revolución mexicana", de Jean Meyer; los autores independientes le entregaron "La verdadera historia de Moisés" y "Literatura náhuatl sobre la Guadalupana". Entre los libros que recibió, uno tuvo una recomendación especial: llevarle a su hija "Palabras para los sentidos" (editorial Escarabajo), libro para que los niños aumenten su vocabulario.
En el camino no faltaron los aplausos y las expresiones de admiración, como "¡guapo!", a los que correspondía con una sonrisa o con un saludo con la mano en alto. Luego de poco más de una hora llegó al stand de Andalucía, al que le dedicó alrededor de 30 minutos para recorrer la librería, admirar los dioramas que muestran paisajes de la región y detenerse en una muestra de la creación andaluza en el exilio, una exposición de libros de arte, y finalmente convivir con la comunidad andaluza en un pequeño salón donde, además de escuchar al cantaor Enrique El Extremeño y al guitarrista Juan José Amador, disfrutó de vino de Jerez y platillos de la cocina tradicional andaluza (gazpacho, ensalada asada, remojón, entre otros) servidos por el chef Antonio Carmona. Tras casi dos horas de visita y de caos, el Príncipe de Asturias y su comitiva abandonaron el recinto ferial. Atrás quedaron los periodistas que en vano esperaron un comentario, y decenas de cámaras fotográficas y celulares que habían capturado su imagen ¿viste qué alto y guapo es?, decían las más jóvenes.