“La forma en que funciona el capitalismo mexicano es que se privatizan las
ganancias y se socializan los costos”.
Noam Chomsky
Una nota casi perdida en un periódico este fin de año muestra el exceso al que han llegado las privatizaciones en nuestro país. Lo curioso es que el Gobierno más empeñado en promoverlas es el del Distrito Federal, del PRD, partido que en el pasado había sido crítico de las privatizaciones.
En las calles de Haití y República Dominicana del barrio de Tepito de la capital del país un grupo de comerciantes “informales” ha llevado la privatización de las vías públicas al extremo. No se ha conformado con apropiarse de las aceras ni con bajar al arroyo. No sólo ha tomado control de las calles sino que ha colocado sobre ellas estructuras metálicas de siete metros de altura rematadas con techos y equipo de iluminación. Los informales han creado así un pequeño centro comercial sobre las calles al cual han dotado, incluso, de un sistema de monitoreo de televisión para controlar la delincuencia.
El artículo de Arturo Páramo en el periódico Reforma que describe este centro comercial callejero toma nota que, a pesar que los techos dejan pasar la luz del día, las luminarias permanecen encendidas todo el día. No sorprende. Los ambulantes podrán haber creado su propio mall, pero la electricidad la siguen robando del cableado público. Y si es gratis, qué caso tiene conservarla. A fin de cuentas la pagan los usuarios cumplidos de Luz y Fuerza del Centro o los contribuyentes que subsidian las enormes pérdidas de esta compañía.
Las autoridades de la Ciudad de México, paradójicamente, presentan este centro comercial como un ejemplo de ordenamiento del comercio ambulante. La Delegación Cuauhtémoc, de hecho, se precia de que no ha tenido que pagar las instalaciones del lugar. Tan sólo el sistema de monitoreo por televisión, señala, tiene un costo de 38 mil dólares.
Ningún funcionario parece darse cuenta que lo que ha ocurrido es una privatización en la peor de las condiciones para los ciudadanos. El Gobierno simplemente ha regalado una vía pública a un grupo de particulares.
Si cualquier terreno público del Distrito Federal hubiera sido entregado de esta manera a una empresa privada por un Gobierno del PAN, de inmediato habríamos escuchado voces de protesta por parte de los perredistas. Si se hubiera tratado de una vía pública, las protestas se habrían convertido en un escándalo. Y con justa razón. Las vías públicas no existen para beneficiar a unos cuantos sino para permitir el tránsito del público. Pero cuando los bienes públicos se entregan a grupos controlados por mafias políticas, que pueden ayudar al partido en un proceso electoral, las protestas desaparecen como por arte de magia.
Tanto el PRD en la actualidad, como el PRI en regímenes anteriores, han permitido la privatización de las vías públicas. Lo peor de todo es que lo han hecho sin siquiera buscar una compensación para la comunidad cuyos bienes se entregan para el usufructo de particulares.
La privatización de Haití y República Dominicana no es más que un ejemplo extremo de los usos y costumbres de la capital. Desde la década de 1970 se permite la instalación de “mercados sobre ruedas” en distintas calles y avenidas. Los comerciantes logran así no sólo el uso gratuito de la vía pública, la cual bloquean durante un día completo a la semana, sino también de la electricidad, que toman del cableado público. Los residentes a los que se les impide el acceso a su casa durante un día a la semana, tienen que seguir pagando íntegramente el impuesto predial.
Puede uno estar de acuerdo con la privatización de muchas empresas gubernamentales. Si pueden ser más eficientes y generar más prosperidad en manos privadas, no hay por qué mantenerlas en el sector público, especialmente como monopolios.
Pero aparentemente no soy tan liberal como los perredistas. Yo sí pienso que las vías públicas deben quedar en manos del sector público. Si hay que privatizar un bien público, la comunidad debe ser satisfactoriamente compensada. No es aceptable que un Gobierno simplemente regale las calles a grupos organizados sólo porque dice que es de izquierda.
De hecho, si realmente fuera de izquierda, el Gobierno del Distrito Federal no estaría regalando la propiedad de la comunidad a grupos privados. Un régimen de izquierda busca combatir la pobreza y en todo caso mejorar la distribución de la riqueza. Por ello debe preservar los bienes públicos, mantener abiertas las vías de comunicación, promover la actividad económica en condiciones equitativas y, en todo caso, utilizar los recursos públicos para apoyar a los más necesitados no a los que tienen más poder de movilización política. La privatización a título gratuito de las vías públicas no es una acción de un Gobierno de izquierda, sino de un régimen corporativista.
BOLSA
Después de aumentar 37.81 por ciento en 2005 (44.04 por ciento en dólares), la Bolsa Mexicana subió ayer 3.21 por ciento para alcanzar un máximo histórico de 18,500.69 unidades. En tan sólo dos días de actividades este año el índice de precios ha subido 697.98 unidades equivalentes a 3.9 por ciento. Es verdad que han bajado los Cetes y que se están agotando las alzas de los intereses en Estados Unidos. Pero el alza de la Bolsa es excesiva. Tarde o temprano habrá un ajuste.
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