Sao Paulo, (Notimex).- Brasil busca innovar en formas alternativas de energía, tras liderar el mercado mundial de automóviles biocombustibles con la expansión del uso del alcohol, mediante la generación a partir del excremento de gallinas.
La empresa Incisa Emprendimientos y Participaciones, que opera en el suroriental estado de Minas Gerais, anunció que adelanta un proyecto para producir bioenergía con heces de aves, aprovechando que Brasil es el principal exportador avícola del mundo.
El proyecto con el estiércol de gallina busca producir gas para las calderas de diferentes industrias, mientras el restante de los excrementos se utilizaría en la fabricación de fertilizantes.
La iniciativa comenzó con 1.8 millones de gallinas ponedoras de huevos, que permitirán la generación diaria de 20 mil metros cúbicos de gas por día y de paso aumentar la renta de los criadores de aves.
Con una inversión de 13.63 millones de dólares, las 40 toneladas diarias de heces podrían hacer funcionar una fábrica termoeléctrica de cuatro megavatios, lo que permitiría suministrar energía para una ciudad de 60 mil personas.
A largo plazo, el gas podrá ser mejorado y utilizado en el uso doméstico y vehicular, sector donde Brasil ya emplea a gran escala el alcohol y reglamentó la mezcla obligatoria del biocombustible, en un grado del 2.0 por ciento, al diesel a partir de 2008.
El 70 por ciento de la producción automotriz brasileña de vehículos familiares está saliendo con el sistema "flex", para trabajar con gasolina o alcohol (etanol), según escoja el cliente, mientras el gas natural vehicular viene también ganando espacio.
El biocombustible, producido con residuos de frituras, girasol, soya y otros oleaginosos, en tanto, debe ser mezclado al diesel, debido a que el país sudamericano todavía carece de una producción de vehículos en línea para trabajar sólo con el nuevo combustible.
La iniciativa del estiércol de gallina se suma al anuncio que realizó este miércoles la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) para la construcción de una usina en Porto do Peces, en el nororiental estado de Ceará y que será movida por las olas del mar.
Además de esa usina, que generará 500 kilowatios a partir de diciembre de este año y será la primera movida por las olas del mar en Sudamérica, Brasil construye el segundo parque de energía eólica (por viento) del mundo y una tercera planta nuclear.