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Prohibido leer/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

?La guerra es paz... La libertad es esclavitud... La ignorancia es fortaleza?.

George Orwell, 1984

Señor presidente Fox. Usted tiene sobre su mesa, en algún lugar de esa mesa llena de papeles con pendientes de fin de sexenio, una iniciativa para una llamada Ley de Fomento para el Libro y la Lectura. El texto ya fue aprobado por el Senado y por la Cámara de Diputados. Sé que está recibiendo presiones para firmar la Ley y publicarla. Por favor, no lo haga. El daño sería enorme. Quizá no recuerde usted mi editorial ?Contra el libro? publicado en este mismo periódico el 23 de marzo de 2006. Desde entonces expresé mi preocupación por una Ley que, quizá en algunos puntos tenga aspectos positivos, pero que tiene un elemento tan perjudicial que ahoga todo lo demás: la obligación de que el precio de un libro sea el mismo en todo el país. Piénselo usted bien, señor presidente. Si usted aprueba esta Ley convertirá en un delincuente a quien se atreva a dar un descuento en la venta de un libro. Quienes han promovido esta monstruosa iniciativa utilizan un lenguaje tomado del newspeak de George Orwell.

Recordará usted que este escritor británico nos describió en su novela 1984 un régimen totalitario que inventa un idioma especial para hacer que lo malo parezca bueno. Es como cuando Ronald Reagan llamaba a los misiles ?preservadores de la paz?. De la misma manera, esta iniciativa, cuyo propósito es elevar el precio de los libros al prohibir los descuentos y que implicará por lo tanto una disminución de la lectura en nuestro país, se presenta -sin ironía, con desfachatez- como la ?Ley de Fomento para el Libro y la Lectura?.

No se requiere mucha sapiencia económica, señor presidente, para saber por qué la Ley causará un aumento en los precios de los libros. Si se obliga a que un libro se venda al mismo precio en cualquier lugar del país, sin importar los costos distribución ni las condiciones de mercado, se estará eliminando una flexibilidad fundamental para un buen desempeño económico.

Así, los precios se elevarán al nivel que tienen en el punto de venta menos competitivo o simplemente los libros no llegarán a lugares cuyos costos de distribución sean demasiado altos.

La consecuencia de esta Ley será impedir la venta de libros en las zonas más apartadas del país y subir los precios en las grandes ciudades por la prohibición de dar descuentos.

Quienes buscan promover sus intereses económicos con esta Ley le han presentado a usted argumentos que dicen que en otros países, como Francia, Alemania y España, ha habido muchos beneficios por el sistema de precio único.

Pero independientemente de que éstos son países pequeños y magníficamente bien comunicados, en que los costos de transporte a casi cualquier lugar son iguales, los libros son más caros esos países.

Pregunte usted a la gente del servicio exterior. Le dirán que los libros en Estados Unidos, Canadá o el Reino Unido, países con libertad de precios, son más baratos que en Francia, Alemania o España que tienen precio único. Quienes hemos sido estudiantes siempre hemos sabido que un Penguin inglés es más barato que el equivalente Livre de Poche francés. Pero déjeme decirle que muchas veces es más barato, incluso, comprar un libro francés en Inglaterra que en Francia. Pregunte usted a nuestra Comisión Federal de Competencia.

Sin duda le proporcionará información que señala que los libros en los países con libertad de precios son entre un 20 y un 30 por ciento más baratos que en los que tienen precio único.

Por eso Finlandia, un país comprometido con la educación y la lectura, dejó el precio único en 1971. De hecho, la Comisión le dirá que el precio único ni abarata los libros, ni genera una más dinámica industria editorial ni promueve el surgimiento de nuevas librerías. Todo lo contrario, al eliminar la flexibilidad de precios, encarece los libros, reduce la competitividad de las editoriales e impide el surgimiento de nuevos puntos de venta. Yo entiendo que hay presiones para que usted firme esta iniciativa. La industria editorial piensa que de esta manera puede reducir la competencia y obtener mayores precios por sus libros. La Secretaría de Educación, presionada por los editores, busca darles a éstos un pequeño regalo de fin de sexenio.

Algunos intelectuales de izquierda, que desconfían de la competencia, afirman que hay que sacar al libro del mercado. Pero piense usted la responsabilidad histórica que tiene. Un estadista no puede aprobar una Ley simplemente para quedar bien con unos cuantos. ¿Quiere promulgar una Ley que subiría los precios de los libros, impediría que llegaran libros a zonas aisladas y reduciría aún más los índices de lectura de nuestro país? Y, por otra parte, en este país en el que tenemos tantos criminales en las calles, ¿verdaderamente piensa usted que es correcto convertir en un delincuente a un librero por el delito de dar un descuento en la venta de un libro?

PLANETA POR PLANETA

La Unión Astronómica Internacional decidió ayer en su reunión plenaria de Praga que no son nueve sino ocho los planetas del Sistema Solar. Plutón ha sido así despojado de su categoría de planeta. Los astrónomos usaron argumentos espurios, como los que señalan que Plutón es mucho más pequeño y tiene una órbita muy distinta a la de los demás planetas. Pero nosotros, en México, no nos vamos a dejar. Exigimos un recuento. Planeta por planeta. Y si no nos hacen caso, vamos a bloquear la traslación de la Tierra.

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