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Propósito

Javier Fuentes de la Peña

He sido firme. Hasta el momento mi voluntad ha permanecido inquebrantable, aunque las tentaciones son múltiples. Mis propósitos para el nuevo año no son cosa del otro mundo, y su cumplimiento no exige un gran trabajo, sin embargo, siempre es más fácil incumplir las promesas.

En años anteriores hacía una lista de propósitos utópicos que ni yo mismo me creía: correr una hora diaria; no pecar de gula; no fallar a misa; ir al gimnasio; despertar antes de que el Sol lo haga, etcétera.

En esta ocasión me propuse cosas más sencillas y aunque parezca increíble, no he incumplido ninguna de mis promesas.

La llegada de un Año Nuevo supone una serie de retos personales. El primero de ellos, creo yo, es el de sacudirnos de una vez por todas de la tremenda cruda que ha venido acumulándose durante las fiestas decembrinas. Otro reto es el de ahorrar. Diciembre es un mes precioso, pero suele costarnos bastante caro. Entre regalos y comidas, quedan nuestras finanzas molidas.

Pero entre todos los retos, el principal es el de convertirnos en mejores personas. Siempre existe algo en nuestra forma de ser que puede mejorarse. Aunque cuesta trabajo reconocer los errores propios, la llegada de un nuevo año nos brinda la oportunidad y el ánimo para escribir la historia de lo que queremos ser.

La llegada de un nuevo año está íntimamente ligada al deseo de que vengan tiempos mejores. Los primeros días de 2006 han estado plagados de buenos deseos y de acontecimientos esperanzadores. Además de que el Santos contrató como técnico a Benjamín Galindo, hemos cambiado de gobernantes.

Una de las buenas noticias con las que inició el año, fue que nuestros nuevos legisladores aseguraron que eliminarán la práctica de auto aprobar un “bono de marcha”. Es un buen mensaje para iniciar funciones, no cabe duda. Sin embargo, los ciudadanos somos incrédulos y en estos tiempos solemos decir: “papelito habla”. Si realmente quieren causar una buena impresión, los diputados deberían hacer una especie de Ley que prohíba la entrega de bonificaciones injustificadas al final de las administraciones estatal y municipales, así como en el Congreso mismo.

Ha sido tanta la indignación general por el tema de los “bonos de marcha”, que José Ángel Pérez anunció en su toma de protesta que no habrá tal regalo al final de la Administración. Quizás alguno haya lanzado un ay de dolor, sin embargo, no es justo que sigan otorgándose premios que el resto de los ciudadanos desconocen.

Entre nuestros propósitos para este 2006, debería estar el ser más vigilantes del proceder de nuestros gobernantes. Así como nosotros lo hemos hecho, ellos han dado a conocer en estos días un sinfín de promesas. “Combatir la inseguridad pública”; “Ofrecer más y mejores servicios a la comunidad”; “Garantizar un absoluto apego a la transparencia en las cuentas públicas”. Si queremos tener mejores gobernantes, debemos ser mejores ciudadanos. Esto implica respetar la Ley, cumplir con las obligaciones fiscales y exigir el cumplimiento de las promesas lanzadas al viento.

Doy gracias a Dios por la llegada de un nuevo año. Muchos son mis deseos para este 2006. En estos días le pido al Señor que infunda en nuestros gobernantes la capacidad necesaria como para elevar la calidad de vida de los coahuilenses. Le pido también seguir contando con lectores dispuestos a perder su valioso tiempo con mis textos, y sobre todas las cosas, le ruego que mantenga siempre unida a mi familia. Si este deseo se cumple, lo único que me resta pedir es salud y sabiduría para saber en qué momentos debo escuchar a mi diablo y cuándo debo obedecer ciegamente las órdenes de mi ángel.

javier_fuentes@hotmail.com

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