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Protestas y atraso

Javier Fuentes de la Peña

Nunca había visto yo a tantos protestantes como en España. En ese país la gente protesta por todo. En una ocasión, por ejemplo, un grupo de aproximadamente 300 estudiantes de secundaria salió a las calles de Madrid pidiendo extender media hora la duración del recreo.

En otra ocasión, miles de personas desfilaron por la Gran Vía completamente en silencio exigiendo al Gobierno español más acciones contra el grupo terrorista ETA.

Sin embargo, sin importar lo variado que fueran los motivos que justificaran dichas protestas, todas guardaban entre sí una semejanza: eran emprendidas por ciudadanos que deseaban lograr un avance social, y no eran aprovechadas por organizaciones preocupadas sólo en obtener un beneficio personal.

México también es un país donde abundan las protestas, sin embargo, la verdadera finalidad que tiene la mayoría de estas manifestaciones se mantiene casi siempre oculta.

A diferencia de las protestas que se organizan en otros países, en México por lo general se busca debilitar a tal o cual gobernante o institución, en lugar de perseguir un avance social.

Uno de los principales problemas en la Ciudad de México, por ejemplo, es el de las continuas manifestaciones que, a su paso, generan caos y congestionamiento vial.

Cuando hay una manifestación, los medios de comunicación nos informan que los campesinos tomaron las instalaciones de tal o cual dependencia, que obreros sindicalizados se reunieron afuera de Los Pinos, o que maestros exigen la renuncia de un gobernante. Sin embargo, ésa es una mentira, pues ni los campesinos, ni los obreros, ni los maestros, son los que acuden a protestar, ya que detrás de ellos se encuentra un reducido grupo de personas que se sirve de la multitud para alcanzar sus propios beneficios.

Por desgracia, el costo de las protestas va mucho más allá del caos que generan. El movimiento magisterial en Oaxaca ha ocasionado un gran daño a los pobladores de ese Estado. Además de haber sembrado el caos en una de las ciudades más visitadas por los turistas, evitaron la celebración de la Guelaguetza. Cientos de oaxaqueños que ya habían preparado sus artesanías para venderlas durante esta festividad, tuvieron que guardar la mercancía para otra ocasión, pero desgraciadamente no pudieron postergar sus necesidades.

Uno de los peores defectos de los mexicanos fue durante años la apatía. Acostumbrados a estirar la mano para que el Gobierno repartiera entre nosotros sus migajas, permitimos durante décadas el enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos y nuestra indiferencia fue labrando poco a poco el más cruel de los retrasos.

Sin embargo, frente a la participación cada vez más activa de los mexicanos en los asuntos públicos, se mantiene viva una pandilla que busca sacar provecho de liderar las protestas de los ciudadanos.

Ahora México está en vilo por las manifestaciones perredistas. Miles de simpatizantes de ese partido han salido a las calles, principalmente del DF, para exigir algo que ellos mismos ya hicieron: contar voto por voto y casilla por casilla.

Conforme avanzan los días, dichas manifestaciones son más violentas. Ahora evitan la entrada a negocios como Wal Mart. Lo mismo ha sucedido con la Bolsa Mexicana de Valores, con Televisa, y con cientos de instituciones más.

Aunque los miembros del Trife están haciendo su trabajo, los perredistas, ignorantes quizá de las disposiciones legales, buscan obtener en las calles lo que no pudieron merecer en las urnas. Ignoro si las pruebas perredistas sobre un supuesto fraude son contundentes, sin embargo, la presión callejera me obliga a creer lo contrario, pues ¿para qué exigir voto por voto si ya se cuenta con pruebas irrefutables de fraude electoral?

Los mexicanos hemos demostrado en repetidas ocasiones que es verdad aquello de que la unión hace la fuerza. Mantengámonos juntos no en la calle, sino en la construcción de un mejor país y no perdamos el tiempo en protestas que únicamente sirven para privilegiar los intereses de un reducido número de personas.

Recordemos que en las muchedumbres lo que se acumula no es el talento, sino la insensatez. Seamos críticos, pero no regalemos nuestras buenas intenciones a unas personas que sólo se preocupan por la permanencia eterna del subdesarrollo en México.

javier_fuentes@hotmail.com

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