Nos enteramos con mucho pesar del fallecimiento de don Emilio, a quien siempre recordaremos por su bonhomía, sonrisa amable, amplio acervo cultural y moral y sus variadas colaboraciones en El Siglo de Torreón.
En lo personal, siempre le estaré profundamente agradecida por haber tenido la gentileza de hacer la presentación escrita de mi libro Psicomentarios a mi simple solicitud. En ningún momento se negó o puso reparos en hacerlo, lo cual realizó con afecto y diligencia, a pesar de ser una persona sumamente ocupada en sus propias actividades literarias.
Pero, no sólo por su apoyo lo recordaremos. Desde que éramos jóvenes don Emilio y doña Elvirita estuvieron presentes siempre amables en la tienda departamental El Puerto de Liverpool, que en aquel entonces todos los laguneros llamábamos ?El Puerto? (ahora es Liverpool). La presencia de ambos nos aseguraba una atención personalizada a cada una de las personas que acudíamos a hacer compras, inclusive hasta cariñosa, porque en aquella época todos nos conocíamos. Fueron compañeros Leones de mis papás, José Abel y Lolita Guerra, quienes sentían un aprecio especial por los Sres. Herrera, al igual que la mayoría de los torreonenses.
Tanto por su interés en La Laguna, como por sus capacidades administrativas, don Emilio siempre fue llamado a colaborar en todas aquellas tareas que significaran un desarrollo para la región, lo mismo que en actividades altruistas en apoyo a los más necesitados. Pienso que, como él era incapaz de dañar a alguien, era una persona que no temía al prójimo, porque la primera vez que acudí a su casa, a recoger un escrito, me llamó la atención el que tuviera las rejas de la entrada abiertas de par en par, y eso, en un país inseguro, es una muestra de confianza en todos los seres humanos.
Es muy significativo que la enfermedad de don Emilio hiciera crisis por tener el interés de visitar a sus amigos de ?siempre? y con su partida corroboramos que se está perdiendo el Torreón ?de antes? (como decimos con nostalgia), porque esa sensación de convivencia con las personas conocidas no se recuperará jamás.
Desde aquí envío un fuerte abrazo a la familia Herrera, deseándoles fortaleza en esta tribulación. Descanse en paz, don Emilio.