Recibí un mail de una persona muy noble, quien se preocupa por los ancianos y las personas discapacitadas y desea lo mejor para ellos, en el sentido de ver la posibilidad de que en las iglesias se destinen una o dos hileras de las bancas delanteras para quienes tengan dificultades motoras (en muchas iglesias ya existen rampas). Estuve haciendo ?investigación? al respecto y me enteré que en varias de ellas sí han tratado de dar esas facilidades a quienes lo necesiten, pero, la experiencia que han tenido al respecto es que, por lo general, esas bancas permanecen vacías, sin poder llegar a una conclusión definitiva del porqué.
Las inferencias han sido en el sentido de que como la gran mayoría son llevados por la familia, ésta es quien no se quiere sentar adelante (por vergüenza o timidez, vayan ustedes a saber); o que las personas mayores son quienes no quieren estar en el frente (por no ser observados en su ancianidad o su minusvalía); o que las personas cuando van a rezar a un lugar público desean el recogimiento o el anonimato (no quieren estar en la mira de todo el mundo); o que no hay la costumbre de hacerlo (y se debe crear una cultura de ello); en fin, pueden existir muchas razones o una sola, pero, la realidad es que la idea de dejar las bancas delanteras para aquellas personas que tienen dificultad para moverse (inclusive quienes acuden en silla de ruedas), no ha tenido éxito, pero no por parte de los curas de las parroquias, sino de los feligreses.
Ahora bien, yo lo que propongo es que aquellas personas que tengan familiares con estos problemas se acerquen al cura párroco, o al capellán, de su colonia para llegar todos a un acuerdo y hacer una planeación al respecto y así la familia se sienta comprometida con esas facilidades que, con muy buena voluntad, proporciona la iglesia, y sepan aprovecharla para bien de los familiares que lo necesiten.
Aquí, yo agregaría, que se dedicaran otras tantas bancas para los niños, quienes la gran mayoría se la pasan ?ausentes? (en el sentido literal) y si estuvieran sentados más cercanos al altar pondrían mayor atención (igual podrían estar acompañados de un adulto).