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COTY GUERRA

¿QUIÉN LO (A) LLEVA?

Desde que los hijos nacen, los padres se dedican a buscar su desarrollo educativo, físico, cultural y emocional, de acuerdo a sus posibilidades económicas. Para ello, ambos cónyuges se alternan para que los hijos sean ?llevados y traídos? a la escuela, el deporte, las piñatas, con los primos, los abuelos, etc. (y eso es diariamente), con el consiguiente desgaste económico, físico y emocional; porque todo esto tiene un costo, las personas se cansan y, además, están en constante preocupación por la responsabilidad que esto implica y para llegar a tiempo y cumplir con lo que se proponen en los hijos. Además, cuando se convierten en abuelos, también colaboran en estos menesteres con los nietos y, en algunas ocasiones, hasta cargan con los sobrinos. Los padres lo hacen con cariño y dedicación, pero ¿qué sucede cuando la situación es al revés?

Los hijos crecen, se casan, salen del hogar. Pasa el tiempo, los padres se vuelven viejos y con dificultades para trasladarse, ya sea por falta de vehículo, o por falta de movilidad física; algunos se quedan sin pareja, se enferman y requieren que alguien de todos los que en algún momento recibieron su apoyo: hijos (as), nietos (as), sobrinos (as) se tomen la molestia de llevarlos para atender su salud (con todo lo que eso implica: ir al médico, la farmacia y el laboratorio), de acompañarlos a ver al resto de los hijos en la misma ciudad (ya no se diga si viven en otras ciudades), de llevarlos a ver a los amigos (aunque sea una vez a la semana, o cada 15 días), o de invitarlos a un espectáculo, como el cine.

Pero, ¿qué sucede en la mayoría de los casos? Los viejos tienen que estar expectantes a lo que los demás van a hacer con ellos; es decir, si los llevan o no, o si los recogen o no; con la esperanza de que ese menester caiga en el menos enojón para que los trasladen de buen modo y no tener problemas mayores, porque es muy común que tengan que estar pidiendo ?el favor?, debiendo ser una obligación implícita por los méritos que ya hicieron los padres en su momento.

Si realmente te interesan los ancianos de tu familia, ayúdalos a sentirse mejor, porque si no tienen la oportunidad de salir de casa se pueden sentir relegados y caer en estados depresivos que, en ocasiones, llegan a ser muy severos. Recuerda que? ?como te veo, me vi; como me ves te verás?.

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