¡Que jueguen los machos italianos!

Si el futbol fuese asunto de atributos viriles, Italia ganaría todos los torneos.

El problema es que también es toque, malabarismo y elegancia y que en los mundiales lo que queda grabado es la imagen de las jugadas de los buenos manejadores de balón.

BERLÍN, ALEMANIA

EFE

Claro que en el campo se aprecia igualmente al peón de brega, al que se faja para que el "artista" pueda jugar a su aire.

El dilema entre el "artista" y el "guerrero" llega a la esquizofrenia en Italia. Cada vez que el "artista" falla, la respuesta del "guerrero" es demoledora: "¡al banquillo!.

Italia está sumida en ese debate en Alemania 2006. Ha cumplido y accedido a los octavos, pero bastó un empate a uno contra Estados Unidos en el segundo partido para que se replanteara el sistema.

"Tenemos que volver a ser italianos", clamó el defensa central y capitán Fabio Cannavaro.

Gennaro Gattusso, de 28 años, centrocampista del Milán, cuya agresividad en el campo le ha valido el apodo de "ringhio" (gruñón), también lo tiene claro: "Mejor un equipo unido que combate, antes que 2 o 3 grandes jugadores que marcan la diferencia técnicamente".

Consecuencia: para el partido decisivo contra la República Checa, Marcello Lippi sentó al goleador Luca Toni, dejó en la delantera en solitario a Gilardino y levantó la "muralla italiana". Ganó por 2-0 y el primer gol lo anotó...¡El defensa Marco Materazzi!.

Al día siguiente, los italianos comenzaron a lanzar mensajes a su rival de octavos, Australia, anticipándole que el próximo día 26 en Kaiserslautern tendrá que enfrentarse a los machos.

Lo dijo el portero Gianluigi Buffon con meridiana claridad: "Fabio y yo estamos demostrando ser auténtico hombres, con atributos, sin querer pecar de presunción y arrogancia".

Buffon advierte a los "socceroos" que se olviden de las filigranas y se dispongan a trabajar.

Lo recuerdan muy bien los equipos que disputaron el Europeo de 2000, pero en particular la campeona mundial Francia, que sufrió lo indecible en la final.

Arrigo Sacchi representó la suma de todos los temores en el Mundial de Estados Unidos 1994.

Italia había perdido contra Noruega y, con Irlanda, se asomó al abismo cuando el portero Pagliuca fue expulsado en el minuto 20. Salió el suplente y Sacchi tenía que retirar a un jugador. Su sorprendente elección: Roberto Baggio, la estrella del equipo.

Nunca se entendió aquel cambio, pero Italia ganó a Irlanda y, poco a poco, se plantó en la final ante Brasil, aquella selección de Romario y Bebeto criticada en casa por jugar "a la europea".

Con ese juego, a nadie extrañó que el partido finalizara con empate a cero. Los penaltis favorecieron a Brasil, gracias a los fallos de Franco Baresi y Baggio, los dos jugadores más elegantes de los "azzurri".

Buffon, Cannavaro y Gattusso hubieran gritado: "¡Que vuelvan los machos!".

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