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QUEHACER EMPRESARIAL| Museo del empresariado de Torreón- una propuesta

RODOLFO LUNA WALSS

Además de colaborar con esta columna, siempre he sido asiduo lector de El Siglo de Torreón y desde luego de algunos de sus columnistas. Y es en este punto en el cuál debo confesarme como frecuente lector de la columna dominical de Francisco Amparán. Y es que el pasado domingo, la misma fue dedicada a hacer un llamado para salvar al centro de Torreón; misiva a la que me sumo y dedico también esta colaboración no sin antes felicitar a Francisco Amparán por su oportuno jalón de orejas que nos da a todos los torreonenses. Nací en Torreón y he vivido en esta ciudad toda mi vida, de hecho de los 99 años que cumplirá yo he estado con mi ciudad 40 de ellos, al igual que la gran mayoría de los naturales de la ciudad, mis padres no nacieron aquí; sino que emigraron a estas tierras en busca de mejores oportunidades y con trabajo, fe y cariño a esta tierra, se quedaron aquí y formaron familias. Es decir, aún; somos tierra de inmigrantes cuya mezcla genera una cosmopolita riqueza de costumbres y tradiciones que han ido dado vida a nuestra historia. No somos una ciudad colonial con una rancia sociedad, ni menos podemos ufanarnos de tener riquezas prehispánicas; nuestra historia y desarrollo como rancho, luego pueblo y después ciudad, data de una necesidad de hacer negocio; sí leyó usted bien, de hacer negocio; las tierras que hoy ocupan el primer y segundo cuadro de la ciudad ?es decir lo que hoy conocemos como el centro- en realidad fueron embargadas a María Luisa Ibarra viuda de Zuloaga por la empresa alemana Rapp and Sommer como cobro de empréstitos que doña María Luisa había contraído tras la muerte de su esposo. La empresa alemana era representada por don Andrés Eppen, también inmigrante alemán; que tenía una consigna; hacer de esas tierras un negocio; es decir urbanizarlas para después venderlas y de esa manera recuperar el dinero de sus patrones (Rapp and Sommer). Las tierras tenían una ventaja: agua; eran inundadas por la avenidas del Río Nazas; por lo que habría que redistribuir canales (de hecho ya existían en el Rancho de El Torreón) pero nunca se había pensado hacer un pueblo o ciudad. Y es que con todo y la gran ventaja de tener agua y por ende ser tierras cultivables; no tendrían esas tierras mayor plusvalía sino había un medio de transportar las cosechas y comunicarse con el resto del país. Y es cuando Eppen, tiene la visión ?de empresario al fin y al cabo y presionado por su empresa- de ceder terrenos para el tendido de las vías del ferrocarril; primero el que venía de la Cd. de Méxco con destino a Cd. Juárez, después el de Monterrey y que tendría destino a Mazatlán (que a fin de cuentas sólo llegó a Durango) y el que venía de Piedras Negras. Así pues al hacer a Torreón un cruce ferroviario (no de una vía sino de tres); Eppen convirtió a Torreón en un polo de desarrollo agrícola, comercial e industrial lo que propició la llegada de inmigrantes de diferentes partes de la república además de españoles, americanos, chinos, árabes, alemanes e ingleses. Además de Eppen; Torreón y sus empresas y empresarios han sido visionarios en muchos campos; aquí se tuvo la primera estación de televisión de provincia con XELN TV Canal 4; también la primera estación de radio en provincia con XETB Radio Laguna, el tercer aeropuerto de provincia (estos logros sólo después del D.F. y antes que Guadalajara o Monterrey). También Torreón se convirtió a principios del siglo pasado en el mayor centro productor de algodón del mundo, uno de los cinco principales productores de hule del orbe, y el primer productor de plata mundial (hasta hoy en día), todo esto hizo que Torreón viviera un boom económico muy similar al de San Francisco Calif. y su fiebre del oro. De hecho la ciudad y la región volvió a posicionarse en el plano mundial con el vertiginoso crecimiento maquilador textil de los ochentas que la volvió a colocar como el principal productor de prendas de mezclilla del mundo y en el plano nacional como la principal cuenca lechera. En los sesentas y setentas, con el declive del algodón; la ciudad estanca y retrocede en su crecimiento económico, pero en los ochentas y noventas, por la apertura del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, y la visión de los empresarios, llegan nuevas empresas e inversiones y vuelven a verse en las calles y centro comerciales gente de otras latitudes como americanos, chinos y coreanos además de llegar un gran éxodo de personas procedentes del centro del país. Toda esta rica historia; podría preservarse; sugiero a las autoridades la creación un museo de las empresas de Torreón, en donde pueda recogerse la historia de dichas fábricas y negocios y su contribución a la región; además de apoyar aún más la conversión del centro de Torreón. Hace falta un proyecto integral de rescate del centro; el museo del empresariado de Torreón podría sumarse a lo ya existente como el Canal de la Perla, el Museo de la Moneda, el Museo de Ferrocarril, el Teatro Nazas, la Casa del Cerro, el Museo del Torreoncito, el Museo de la Revolución, el Museo Arocena. Todo esto junto con un proyecto que además deberá de contar con estacionamiento, limpieza, erradicación de la prostitución, atraer negocios ?ancla? al centro como una eslabón de algún hotel de renombre nacional y una sucursal de un restaurante también de prestigio; sin olvidarnos de que la mejor manera de hacernos sentir orgullosos del cercano centenario de la ciudad es con calles limpias y que la gente común tenga acceso a su historia para que comprenda mejor su presente y futuro. Al principio de su gestión, nuestras autoridades municipales mencionaban un slogan que decía ?o dice- ?El Centenario es Nuestro? yo les pido que de verás lo hagan suyo, las comparaciones son odiosas; pero sus predecesores administraciones panistas (la del Lic. Jorge Zermeño así como la del Lic. Guillermo Anaya) entregaron obra a la ciudad tratando de una manera palpable de hacerla más moderna y funcional y acercando a la ciudad a un Centenario digno. Hoy la actual administración tiene una oportunidad histórica que bien puede coronarse con un proyecto que nos entregue un centro de la ciudad joven, pujante, limpio en el cual la propuesta de un museo del empresariado creo bien vale la pena analizarse. El autor es Coordinador de las Maestrías en Administración y Alta Dirección y Calidad de la Universidad Iberoamericana Laguna. e-mail: rodolfo.luna@lag.uia.mx

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