Cada día suelo comenzarlo con una pregunta, pues sólo así encuentro sentido a mi humilde existencia. Algunas preguntas que muy de mañana me he hecho son: ¿Quién soy? ¿On toy? ¿Para qué se utiliza la electroforesis? ¿En qué escuela estudian nuestros políticos para ser capaces de ocupar cualquier puesto? Hace unos días, al enterarme de la indignación por el uso de la fuerza para detener a los macheteros de Atenco, me pregunté: ¿Quién entiende a los mexicanos?
Gabriel García Márquez afirma que él no creó la corriente literaria del realismo mágico, sino que simplemente hace un retrato de lo que sucede cada día a nuestro alrededor. Tal vez tiene razón. En nuestro México se presentan acontecimientos a los que muy difícilmente podemos encontrarles explicación y que nos llevan a lanzar al viento una pregunta: ¿Quién nos entiende?
¿Quién entiende a los mexicanos cuando gana el PRI en estados como Chiapas? Es incomprensible que en un estado de la República en donde ha estallado un movimiento guerrillero debido a las injusticias cometidas por los funcionarios públicos, siga gobernando el PRI. Los indígenas de Chiapas son víctimas de la corrupción reinante durante décadas de priismo, y hoy no pueden sacudirse todavía ese lastre de subdesarrollo.
¿Quién nos entiende cuando exigimos a los gobernantes un cambio, pero nosotros somos incapaces de cambiar en lo más mínimo? La grandeza de una Nación está en sus hombres. Si queremos que México llegue a ser un país del primer mundo, cada día debemos luchar por ser mejores y por trabajar teniendo como objetivo nuestro propio desarrollo y el de nuestra Patria. Es cierto que el Gobierno debe luchar por la prosperidad del país y de todos sus habitantes, pero México sólo podrá crecer si todos nosotros nos comprometemos a trabajar diariamente para lograrlo.
¿Quién nos entiende cuando nos unimos para celebrar un triunfo de la Selección Mexicana y permanecemos distantes en situaciones de mayor importancia? Si en otras ocasiones hubiéramos tenido el mismo sentimiento de unión que suele verse después de cada triunfo del tri, estoy seguro que en estos momentos no hablaríamos de una pobreza tan extrema y no hubiéramos permitido la propagación de políticos corruptos. Ojalá que la unión entre los mexicanos no sólo se dé cuando está de por medio un juego de futbol. Si se cumple este sueño, en un futuro conoceremos lo que es un Gobierno justo, una economía estable y, sobre todo, un México mejor.
A pesar de existir muchas ocasiones en que no comprendo la forma de actuar de algunos mexicanos, en las últimas semanas esto se ha convertido ya en cosa de todos los días. Basta revisar el periódico cada mañana, como para lanzar irremediablemente la misma pregunta: ¿quién nos entiende?
¿Cuántas veces reclamamos mano dura contra la delincuencia? ¿Cuánto hemos criticado al Gobierno Federal por su mano blanda a la hora de enfrentarse a criminales? Y ahora, cuando finalmente se decidió a poner orden en el problema de San Salvador Atenco, cientos de voces reclaman el proceder de las autoridades policiacas.
Parece increíble, pero en este país los delitos buscan difuminarse con una manifestación. Aunque decenas de macheteros incurrieron en un delito al trastocar el orden público, múltiples marchas se organizaron para exigir la liberación de supuestos presos políticos.
Bien hicieron Vicente Fox y el gobernador del Estado de México en ordenar el uso de la fuerza pública para meter en cintura a unos chiflados que piensan que el machete es su mejor voz.
Aunque esto despertó la indignación de los defensores de los derechos humanos, de Andrés Manuel López Obrador, y del subcomandante Marcos, entre otros, es incomprensible que todavía hoy sigan defendiéndose los intereses de aquellos que por Ley tienen un machete, y por motor a su propia conveniencia.
¿Quién nos entiende? Todos los días seguiremos haciendo la misma pregunta, hasta que la lógica se apodere de nuestras mentes.
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