Llama el Papa a los clérigos a ser "hombres de oración" durante la misa del Crisma del Jueves Santo.
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ROMA, ITALIA.- Benedicto XVI llamó ayer a los sacerdotes a ser ?hombres de oración? y dijo, durante la misa del Crisma del Jueves Santo con la que inició el Triduo de Pascua, que para ser creíbles deben vivir como amigos de Jesucristo.
?Ser sacerdote significa convertirse en amigo de Jesucristo cada vez más con toda nuestra existencia. El mundo necesita a Dios, no cualquier Dios, sino el Dios de Jesucristo, del Dios que se ha hecho carne y sangre, que nos ha amado hasta morir por nosotros y que resucitó y creó en sí mismo un espacio para el hombre?, expresó.
?Este Dios debe vivir en nosotros y nosotros en Él?, añadió durante la misa celebrada en la basílica de San Pedro, con cardenales, obispos y sacerdotes presentes en Roma.
Benedicto XVI recordó al sacerdote italiano Andrea Santoro, asesinado en febrero pasado en Turquía por un fanático islámico.
El Pontífice citó una frase que el cardenal Marco Cé dijo en los Ejercicios Espirituales.
?La palabra dice: estoy aquí para habitar en medio de esta gente y permitir a Jesús de hacerlo prestándole mi carne. Somos capaces de salvación solamente ofreciendo nuestra propia carne. El mal del mundo se debe portar y el dolor se debe compartir absorbiéndolo en la propia carne como hizo Jesús?, dijo.
Durante la celebración eucarística, tras la renovación de las promesas sacerdotales, fueron bendecidos el óleo de los catecúmenos, el de los enfermos y el crisma.
?El Jueves Santo es el día en el cual el Señor dio a los Doce la tarea sacerdotal de celebrar, con el pan y el vino, el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre hasta su retorno?, dijo Benedicto XVI durante la homilía que fue antecedida por la lectura del Evangelio.
Aunque el Papa no escribió, al contrario de lo que hacía Juan Pablo II, una carta a los sacerdotes para el Jueves Santo, en su homilía hizo una profunda reflexión sobre lo que significa su tarea. Explicó los signos litúrgicos con los cuales se dona el sacramento a los sacerdotes, como la imposición y la unción de las manos, el Evangelio, el cáliz.
?Si la mano del hombre es un instrumento de su conducta y de su capacidad para afrontar al mundo, de tomarlo en mano, las manos consagradas de los sacerdotes no pueden servir para apropiarse de las mismas cosas, los hombres y el mundo (...) sino para ponerse al servicio del amor de Dios por los hombres?, dijo.
Más tarde, a las 17:30 horas locales de ayer jueves, el Papa celebró en la basílica de San Juan de Letrán la ?Santa Misa en la Cena del Señor?, con la que se recuerda la Última Cena. Benedicto XVI realizó el ?lavado de pies? a 12 hombres.