?Cuando hay un solo ladrón, se llama robo. Cuando son mil, es impuestos?. Vanya Cohen
Los legisladores se están apresurando para terminar de aprobar el paquete económico de 2007 antes de Navidad. Ninguno quiere regresar a la Ciudad de México la semana que viene. La idea es gozar de sus vacaciones hasta el próximo 15 de febrero, cuando comenzará el próximo periodo ordinario de sesiones. Ya entonces habrá llegado el momento de hacer esa reforma fiscal a fondo que desde años se ha intentado llevar a cabo en nuestro país.
Los mismos diputados y senadores se dan cuenta de que nuestro actual sistema fiscal es un fracaso. Tenemos tasas impositivas muy altas, muy superiores a las de nuestros rivales comerciales, lo cual nos resta competitividad, frena nuestro crecimiento económico y reduce la creación de empleos. Al mismo tiempo, con estas altas tasas estamos logrando una recaudación risible: de apenas el 12 por ciento del Producto Interno Bruto.
Los legisladores han tratado de encontrar formas adicionales de recaudación. En estos últimos días ?hallaron? 30 mil millones de pesos en el presupuesto. Éstos incluyen una mayor recaudación petrolera por un incremento pequeño en el precio promedio y una plataforma de exportación ligeramente superior a la que se esperaba para el año que viene. También se están proponiendo aumentos en la recaudación por una mayor eficacia en la recaudación que nadie sabe si realmente se logrará.
Los diputados que ?encontraron? estos 30 mil millones de pesos afirman que sus propuestas han sido ya avaladas por la Secretaría de Hacienda. Y quizá sea cierto. Pero esto demuestra una vez más que las cifras del presupuesto no son más que simples estimaciones que pueden variar de manera significativa cuando llega el momento de aplicar el gasto.
Tanto los legisladores como los funcionarios de Hacienda saben que los hallazgos de los últimos días son un juego: 30 mil millones de pesos no son nada en un presupuesto de 2.2 billones de pesos. Si realmente queremos transformar el gasto público en un instrumento de desarrollo será necesario buscar una reforma a fondo que establezca, por una parte, un sistema fiscal más competitivo y sencillo y, por la otra, que recaude bastante más.
Es una buena señal que los diputados de las ocho fracciones parlamentarias hayan acordado ayer, en la Junta de Coordinación Política, llevar a cabo una ?reforma fiscal progresiva y de fondo? en 2007. Si realmente se logra esa reforma, México estará dando un paso adelante muy importante para convertirse en una economía moderna.
Un sistema fiscal más competitivo debe necesariamente rebajar la tasa del impuesto sobre la renta, pero también eliminar muchos de los tratos especiales, exenciones y deducciones. El actual ISR corporativo de nuestro país es de 29 por ciento, al cual hay que añadir diez por ciento de reparto de utilidades. Con esta tasa superior al 39 por ciento -debido al efecto de piramidación- México debe competir con países como China, que cobra 15 por ciento a las empresas extranjeras, pero exenta a las nuevas inversiones durante cinco años. No sorprende que, en estas condiciones, las inversiones se estén yendo a China.
En la actualidad tenemos tasas altas, pero leyes llenas de agujeros. Así, las transacciones en bolsa y los ingresos de empresas agrícolas y transportistas, entre otras, se encuentran exentos. También reciben tratos especiales los autores, los trabajadores sindicalizados, los que reciben ingresos por vales y muchos más. El resultado es un sistema injusto y complejo en el que unos cuantos trabajadores cautivos deben compensar lo que dejan de pagar todos los demás.
Yo sé que hablar de la aplicación del Impuesto al Valor Agregado a alimentos, medicinas y libros es muy impopular, pero los grandes huecos que deja la legislación en este tema hacen que este impuesto sea también ineficaz como instrumento de recaudación.
Cuando llegue el momento de legislar sobre el tema fiscal, los legisladores tendrán que comprender que, entre más sencillo y competitivo sea un sistema, más inversión se generará, lo cual redundará en crecimiento económico y en creación de empleos. Irlanda dio el ejemplo con su reforma fiscal de la década de 1980, la cual redujo el impuesto sobre la renta de 40 a 12.5 por ciento; esto generó un aumento de 400 por ciento en la recaudación y convirtió a Irlanda en el país de más rápido crecimiento en Europa occidental. Rusia ha utilizado también una reforma fiscal a fondo para impulsar el crecimiento económico que ha tenido desde su crisis de fines de los noventa.
Nuestros políticos son muy dados a anunciar que harán grandes reformas sólo para después perderse en los detalles. Esperemos que eso no ocurra en esta ocasión. Si hay algo que México requiere urgentemente para progresar, es un sistema fiscal más sencillo, competitivo y justo.
FIANZAS
Uno más de los absurdos de la vida política de México. Hace algunas semanas Ulises Ruiz, el gobernador del estado de Oaxaca, pedía a gritos que el Gobierno Federal lo rescatara de los problemas políticos en que él mismo se había metido. Llegaron finalmente la PFP y la PGR; arriesgaron la vida enfrentándose a la APPO y recuperaron el centro de Oaxaca. Pero hoy, que ya la PFP empieza su retiro de la ciudad, el propio gobernador Ruiz ha usado el dinero de los contribuyentes para pagar las fianzas de 43 simpatizantes de la APPO. Esperemos que si las cosas se le complican nuevamente al gobernador, éste no vuelva a pedir el auxilio de la Federación.