Médicos de la Risa se suman a la campaña mundial Free Hugs.
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- A las 11:00 del día, es una mañana de domingo como cualquier otra. De repente, coches en caravana y conciertos de claxón anuncian que algo nuevo está por ocurrir. Se estacionan en su destino, la Plaza de Armas. La gente que pasa por ahí no da crédito de lo que ve: personajes con batas blancas, maquillaje y nariz roja. ?¡Mira los doctores!?, exclaman. ?¡Llegaron los payasos!?, murmuran otros más. Son los Médicos de la Risa, quienes visitan hospitales cada sábado y que ahora salen al centro de Torreón con un solo objetivo: regalar abrazos.
Son doce ?galenos? que llevan en sus manos enormes cartelones que anuncian algo muy peculiar: ?Abrazos Gratis?.
Los transeúntes, sin saber cómo reaccionar, miran extrañados. ?No, gracias?, dicen los más decentes. Un ?achis? de asombro sale de varias personas. La misión parece muy difícil, pero los niños ponen el ejemplo. Rápidamente llega uno, dos, cinco, diez y todos los chiquitines quieren un abrazo.
Las avenidas Hidalgo, Juárez y Morelos no son las mismas, se respira un ambiente diferente. Está surgiendo una epidemia de amor y alegría entre muchos laguneros. Amas de casa, jóvenes, ancianos, policías, trabajadores, tarahumaras, señores, todos responden a la invitación de aceptar un abrazo, esa necesidad que se tiene de afecto y de convivencia entre las personas.
El sol de la mañana es opaco, en comparación con la ?chispa? en los ojos que se genera al estrechar sus cuerpos.
Algunos visitantes de Puebla, el DF, Denver y España también se involucran en la dinámica. ?Quiero un abrazo, pero sáquenme una foto?, dice una jovencita emocionada por tener un recuerdo de esto ahora tan ?extraño?, abrazos de desconocidos para desconocidos.
¿Quiénes son ustedes?, ¿de dónde vienen? ¿por qué lo hacen?, son las preguntas más recurrentes que se escuchan en ese sector.
La gente, ya mal acostumbrada, se acerca y busca algún recipiente para dejar su moneda, creyendo que se trata de alguna colecta o acto de beneficencia, pero al explicarles el motivo de la campaña, simplemente asienten y se despiden con un gracias.
Adultos emocionados, quizá recordando su infancia, saltan, corren o hacen gestos y sonríen. ?Que Dios me los bendiga?, dice una anciana en su silla de ruedas: ?Hace meses que nadie me abrazaba y son gratis?, ríe sin parar.
Los comerciantes se asoman por las ventanas atónitos de lo que ven, en verdad parece algo increíble. La capacidad de asombro no se ha perdido, a pesar del ajetreo diario de las grandes ciudades.
?Ya sigo, quiero mi abrazo?, reclama una señora cuando se juntan las personas en filas con los ?médicos?, que entusiasmados ven la excelente respuesta de los paseantes.
Así pasan tres horas. Ciento ochenta minutos en que se reparten abrazos a quien así lo desea. Es hora de hacer la retirada, de volver a lo ?normal?, a lo cotidiano, pero los Médicos de la Risa dejan en muchos corazones un mensaje muy claro de amor, alegría y esperanza.
Los ?doctores?
Los Médicos de la Risa que participaron en la campaña de Abrazos Gratis son:
Dra. Delfina.
Dra. Dulce Caramelo.
Dra. Songui.
Dra. Paty-loli.
Dra. Marinzkaya.
Dra. Danny.
Dra. Cucufi.
Dra. Lola.
Dra. Maguis.
Dr. Chacho.
Dr. Estevan.
Dr. Hipo.
Todo comenzó en Australia
Un día Juan Mann decidió dar abrazos gratuitamente a la gente en la calle con su letrero de Free Hugs (Abrazos Gratis). Por pequeñas casualidades de la vida sus abrazos han roto todas las fronteras, hasta convertirse en un movimiento mundial.
En enero de 2004 Juan Mann acababa de volver de Londres y se sentía solo. Sus mejores amigos estaban lejos, sus padres se divorciaron, rompió con su prometida y su abuela estaba muy enferma. Necesitaba algo para alegrarse, así que fue a una fiesta en la que una absoluta desconocida se le acercó y le dio un abrazo. ?Me sentí como un rey, fue lo mejor que me ha pasado nunca?, confesó recientemente en una de las pocas entrevistas que hay de este personaje. Ese abrazo cambió su vida.
Seis meses más tarde, Mann salió a la calle dispuesto a repartir abrazos gratuitamente. La gente le miraba extrañada, no sabía cómo reaccionar, hasta que pasados 15 minutos logró el primer abrazo de una anciana.
Juan Mann siguió con su campaña y todos los jueves por la tarde repartía sus abrazos, en el mismo lugar de la ciudad más poblada de Australia. Pronto más gente se unió a la causa. De hecho el propio nombre del joven es una incógnita, ya que en realidad Juan Mann (pronunciado one man, un hombre) es un juego de palabras.
Gracias a la difusión en Internet de un video sobre la acción de Mann, se ha conocido su labor y ahora es uno de los videos más populares de You Tube y ya supera las cuatro millones de visualizaciones.
Pero lo más increíble es que el movimiento Free Hugs ha roto todas las fronteras y ya hay gente que se ha sumado al movimiento en todo el mundo: Nueva York, Polonia, Corea, Canadá, Zurich, Roma, Barcelona, Valencia, Tel Aviv?
Quizá un hombre, Juan Mann (One Man) nunca imaginó hasta dónde iban a llegar sus abrazos.
Juan Mann permanece en su anonimato, aunque ya es mundialmente famoso. Cada jueves sale a las calles de Sydney y sus abrazos siguen recorriendo el mundo.