Aunque en época de Navidad el sentimiento suele ser el mismo en todas partes, la condición económica marca la diferencia a la hora de festejar. Ricos y pobres, cada quien tiene sus maneras, de acuerdo a sus posibilidades.
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- La Navidad pareciera llegar en forma anticipada a las colonias residenciales de Torreón. Aquí las casas son adornadas desde noviembre y las familias parecieran jugar competencias sobre cuál es la vivienda con más ornamentos de la temporada. Hay luces, coronas, muñecos de nieve, Santa Clauses, nacimientos, todo en gigante, de acuerdo a la ?moda? para este año.
Los regalos también comienzan a llegar desde antes, en las cartas de los jóvenes a Santa Claus nunca falta el automóvil modelo 2007 que empezaron a buscar desde mediados del año, con tal de que la última versión estuviera en la puerta de la casa la mañana del 25 de diciembre.
En los centros comerciales sólo se escuchan villancicos de Navidad, algunos incluso tienen coros profesionales que entonan canciones de la temporada, la música no oculta el sonido de las cajas registradoras, las tarjetas de crédito salen de las carteras una tras de otra, las filas de compradores dan la vuelta al interior de los locales, todos quieren el mejor regalo para sus seres queridos, algunos como José Antonio Escalante, de 27 años, se piensan ?auto regalar?: ?unos tenis, les traía ganas desde hace una semana?.
Y es que todo está en oferta, y lo que no, puede pagarse hasta el próximo año. Además, no falta la rifa de automóviles, televisores o electrodomésticos, lo cual resta culpabilidad a la compra, pues los clientes aseguran que se llevan ?las mejores ofertas del año?.
En el departamento de videojuegos, un padre de familia elige regalos para su hijo de 11 años. Lleva una carta a Santa Claus que su niño hizo en la computadora y agregó incluso imágenes de los artículos deseados para ayudar al hombre de rojo a elegir los regalos adecuados sin confusiones, el menor también incluyó una breve descripción del producto, para que ?Santa? no haga el ridículo cuando pregunte por ello a los vendedores.
En el mismo departamento, un matrimonio compra una consola X Box, con valor de seis mil pesos, que viene con un juego, pero la señora decide agregar otros dos juegos, que cuestan entre 300 y 800 pesos, pues dice que ?¿cómo va a tener nomás uno? ¡Se va a aburrir bien rápido!?.
Josefina Reyes, de 19 años, cuenta que en su casa, de Torreón Jardín, se acostumbra una comida al mediodía donde hay desde pavo relleno hasta pierna de puerco mechada con gravy de champiñones, claro que no falta la ensalada de papa, crema de espárragos, y por supuesto, el pastel de frutas, tan tradicional en Estados Unidos para esta temporada. Además, para la cena irán al hogar de sus abuelos, donde habrá pavo, sopa de coditos con crema, ensalada de zanahoria y un pastel.
?Antes de comer arrullamos al niño, le cantamos y luego lo acostamos?, interrumpe su mamá, ?y antes de ir a cenar vamos a la Iglesia a dar gracias por este año?. La señora dice que los regalos de Navidad aparecen en la mañana bajo el pino de su casa, pues ?Santa? los deja mientras están con los abuelos.
Aquí no hay despensas sino arcones que van desde los 750 hasta los tres mil pesos, dependiendo del tamaño y de qué tan gourmet son los productos que contienen, y si la señora no tiene tiempo para cocinar, puede comprar el pavo ya relleno y listo para entrar al horno, aunque no por menos de dos mil pesos.
En el exterior de los centros comerciales se siente un aire helado y se avecina un terregal, en el interior la temperatura es cálida y agradable. Afuera, envueltos con unos delgados suéteres y algún gorrito, hay niños de casas-hogar pidiendo un apoyo, la gente los observa y pone dinero en sus alcancías. Griselda Benavides, de 56 años, opina que ?es tiempo de ayudar, todos los niños deben recibir un regalo en Navidad, aunque sea uno chiquito?.
Ella, por su parte, le piensa comprar a su nieto, de seis años, el nuevo playstation porque ?se ha portado muy bien y se lo merece?. Por todas partes se observan personas cargando bolsas y más bolsas, hay sonrisas por doquier y hasta pareciera que la felicidad se encuentra en los paquetes, pues todos quieren llevar más y más.
En los malls hasta los maniquís tienen gorros de Santa Claus. Todo es verde y rojo, el espíritu navideño envuelve el lugar y lo hace un mundo aparte, donde se encuentran conocidos, se abrazan y conversan sobre cuántos regalos van a comprar, la cena, los familiares que vienen de fuera, las vacaciones, por lo pronto nadie recuerda los gastos, los impuestos, la política, todo eso queda pendiente hasta el próximo año, ahora los rostros sólo reflejan sueños y deseos de prosperidad.
Si de algo está segura doña Ofelia Mancinas es que en su casa no habrá qué cenar esta Navidad. Su nieta, Brenda, no tendrá prisa por despertar la mañana del 25 de diciembre para correr a abrir los regalos, pues sabe que debajo del árbol no habrá nada para ella.
Sólo una calle polvorienta separa a las colonias Luis Donaldo Colosio y El Pensador. Algunas viviendas son de cartón y hule, otras de adobe y unas más de block, y en todas hay la incertidumbre porque no saben qué darán a sus hijos de cenar esta Navidad.
A sus 49 años, doña Ofelia aún debe cuidar a su madre de 71 años de edad, quien está muy enferma de diabetes y mal de Parkinson, ?el dinero se me acabó desde hace mucho en la compra de medicamento?, por eso no podrá comprarle ni una muñeca usada a su nieta, menos un suéter que la proteja del frío.
La casa de doña Ofelia es mitad de cartón y mitad de adobe, pero en cualquier cuarto el aire se cuela por los agujeros y la lluvia entra por la azotea. ?Con el frío nos las hemos visto negras, pero si hace más como dicen, qué hacemos, nos tenemos que aguantar?.
En esta Navidad, a doña Ofelia le gustaría tener dinero para darle algo de cenar a su familia. Sin embargo, su esposo José Casimiro trabaja en la obra como albañil y en los últimos días no ha encontrado quién lo contrate.
?Me gustaría poder llevar a mi mamá al Centro de Salud para que le hagan las curaciones porque tiene llagas en los pies. Antes íbamos pero me gastaba hasta 130 pesos diarios en taxi y medicamento, por eso ya no fuimos. Ahora yo misma la curo en mi casa pero lo hago un día sí y otro no porque no me alcanza para comprar las vendas?.
Brenda tiene ocho años de edad. Su abuela, doña Ofelia, ya le dijo que no tendrá ni un regalo esta Navidad, ?ella tiene una discapacidad física en su mano. No vive con mi hija porque se juntó con un muchacho y no quise que la niña se quedara con ella para que no ande rodando por ahí, por eso vive conmigo?.
En la Navidad de 2005, en la casa de doña Ofelia el dinero alcanzó para cenar unos tamales, ?pero ahora ni para eso, con lo que gana José Casimiro no nos alcanza, yo le digo a mis hermanos eso para que me ayuden con los gastos médicos de mi mamá pero no quieren?.
A un lado de la casa de doña Ofelia, vive Cintia Karina Soto Salas, ?yo tampoco tengo dinero para comprar la cena de Navidad?, dice. Por eso, los únicos regalos que recibirán Jesús y Francisco, serán los que les dé su abuela.
Mientras en algunas casas de cartón de la colonia Luis Donaldo Colosio, hay moños y luces de colores colgando de las paredes, Cintia dice que ni se molestó en intentar arreglar su vivienda, ?ni lucen, quién se va a fijar?.
A otras familias, dice Cintia, sí les han regalado cosas, ?es que a veces viene gente a traer algo, pero a nosotros ni una cobija nos llegó, nada. Quisiera un poco de hule porque el aire frío se cuela por los agujeros de las paredes. Cuando llueve el cartón se remoja todo?.
El esposo de Cintia también trabaja como obrero. Todos los días sale de su casa para ver quién lo contrata y muchas veces regresa con los bolsillos vacíos, ?por eso no tenemos nada de dinero. Ha estado muy difícil que consiga chamba; a veces nada más le dan un día pero saca sólo para comer y ya?.
Aún recuerda la carne asada que cenaron la Navidad pasada. A Cintia le gustaría tener algo de dinero ahorrado para preparar algo modesto, pero asegura que no le fue posible guardar ni un peso: ?los niños quieren juguetes. Francisco una pista de carreras y Jesús un ?hombre araña?, pero claro que no se los voy a poder comprar. Los dos ya saben que Santa no llegará esta Navidad?.
En el número 98 de la avenida Álamo de la Colonia El Pensador vive Irma Montoya. Comenta que esta Navidad la cena en su casa será muy modesta, tal vez más que el año pasado cuando comieron carne asada.
?Somos como cinco familias las que nos reunimos en Navidad, es decir, como unas 20 personas entre grandes y chicos. La vez pasada juntamos 500 pesos y compramos la carne asada, claro que nos tocó un pedacito pero ya de perdido tuvimos qué comer porque ahora está más canija la cosa?.
Nancy, Esmeralda y Leonardo, son hijos de Irma Montoya. Dice que les comprará unos juguetes baratos, ?de perdido que no se queden con ganas de recibir unos regalos, por eso a lo mejor nada más hacemos unos tamales para cenar y ya?.
Los regalos
De acuerdo con un sondeo realizado en diversas tiendas departamentales, éstos fueron los regalos más solicitados por los consumidores.
-Los niños más pequeños pidieron carritos de gasolina.
-Entre niños, adolescentes y jóvenes, lo más pedido fueron los juegos de video.
-Muñecas para las niñas.
-Para las muchachas, zapatos y ropa.
-Los señores prefieren artículos electrónicos, especialmente televisores, cámaras digitales y aparatos de audio para el coche.
-Para las señoras, perfumes, muebles y línea blanca, sobre todo lavadoras y secadoras.
-Cuando son familias, se llevan equipo de cómputo y celulares.
Qué comprarían
Si doña Ofelia, Cintia e Irma, vecinas de las colonias Luis Donaldo Colosio y El Pensador, tuvieran dinero para cenar comprarían:
La cena de Navidad.
Juguetes para los niños.
Cobijas y suéteres.
Medicina.