PUEBLO FANTASMA| EN LOS EJIDOS DE MADERO "HAY MÁS CASAS SOLAS QUE GENTE".
La pobreza y la falta de empleos obligan a cientos de maderenses a emigrar.
EL SIGLO DE TORREÓN
FRANCISCO I. MADERO, COAH.- Es de madrugada. Don Anastasio Morales Gutiérrez se prepara para salir de casa en compañía de su hijo de 18 años de edad. Ambos recorren una hora de camino en una vieja camioneta hasta el cerro próximo y suben para recolectar candelilla. La vida en el ejido Tres Manantiales es difícil, cada vez tienen que ir más lejos, pues con las sequías, la candelilla ya no crece en abundancia. En la localidad muchos han envejecido y los jóvenes emigran.
Poco a poco, Tres Manantiales toma forma de lo inevitable: las casas se quedan vacías, las puertas y ventanas están abiertas y en algunas incluso hay muebles abandonados donde parece tiritar la energía de los ausentes. De algunos hogares sólo quedan ruinas. El panorama es desolador en una comunidad condenada al olvido, la cual, paradójicamente se asemeja más a un pueblo ?fantasma? que a lo primero que se viene a la mente al escuchar su nombre.
Para llegar a Tres Manantiales se recorren 86 kilómetros desde la ciudad de Francisco I. Madero, (son 32 kilómetros de Torreón a Madero), casi dos horas en vehículo y sólo hay una gasolinera (la de El Dorado) a mitad del recorrido. La carretera se ubica en medio de campos cuyos arbustos marrón parecen incendiarse al atardecer. En el camino se atraviesan caballos y reses flacas en el más nítido paisaje que permanece inmerso entre los cerros que le rodean. El camino no termina hasta adentrarse un kilómetro más en un terreno irregular desde donde muy apenas se distingue el poblado.
Sin embargo, la pobreza, la falta de fuentes de empleo y de transporte y las sequías hacen que este lugar sea más salvaje y peligroso que los osos, gatos puma y víboras de cascabel que también habitan en las cercanías, animales a los que los habitantes han aprendido a no temer.
?A unos se les hace difícil el trabajo, con las sequías la candelilla no se reproduce igual, muchos ya no pueden y se van con sus familias?, dice Anastasio, de 50 años de edad, cuya familia la conforman su esposa, dos hijas de 17 y 14 años, además de su vástago de 18. Ésta es la única de las 14 familias que hay en total y que no forma parte de ?Los Ortega?, quienes poblaron hace muchos años el lugar, tantos que no recuerdan cuándo es el aniversario. Recientemente se fueron cinco familias.
Una situación similar ocurre en los otros ejidos que junto con Tres Manantiales son conocidos como ?Los del Valle?, refiriéndose a las comunidades que forman el Valle de Acatita en este municipio y que son: Charcos de Risa, Felipe Ángeles, Linda Vista y Río Aguanaval.
En Tres Manantiales no hay escuela, no hay unidad de salud y la autoridad sólo es representada por el comisariado ejidal, Noé Ortega Mejía. La unidad de salud más cercana se encuentra a 20 kilómetros en Charcos de Risa. ?A veces no están los doctores porque van cada quince días?, dice Anastasio, quien durante su búsqueda de chuzos (puntas de lanza de los indios) ha sido picado en tres ocasiones por víboras de cascabel. Picaduras que remedia apretando la piel para sacar el veneno con los dientes escupiendo inmediatamente la sangre. ?Si uno no hace eso rápido se muere?, afirma.
Para vivir, Anastasio y la mayor parte de los habitantes del Valle de Acatita se dedican a recolectar y vender Candelilla. En un día, dos personas pueden traer 25 kilos, recibiendo 27 pesos por kilo, aunque el ingreso es irregular. ?También sembramos maíz y frijol, pero como no hay lluvia, siempre se nos echa a perder y nos cobran muy cara la energía para usar el agua que hay aquí; son como 17 mil pesos y no los tenemos, la mayoría de la gente no tiene para pagar la luz y están colgados con diablitos?, asegura Anastasio.
En el ejido sólo hay dos lámparas que funcionan y alumbran menos que la fe de los habitantes que aseguran que hace años se apareció la Virgen de Guadalupe, en la única iglesia, sin nombre, que existe en el lugar, donde los sacerdotes van a oficiar misa muy de vez en cuando. La iglesia no es más que un cuarto de aproximadamente seis metros por cuatro y no tiene ni una cruz en el techo que la distinga de otras viviendas.
En el interior hay una imagen de yeso de la Virgen con el Niño Dios en brazos, el rostro de Jesús del mismo material, un crucifijo, cinco bancas y dos velas a los lados de la pared cuya mancha oscura forma la silueta de la imagen divina que los habitantes desean ver y aseguran se apareció.
?Antes se veía más pero unos la rayaron porque no creían?, dice una adolescente llamada Valeria Janeth Díaz Sifuentes, quien cuando desea entrar al humilde santuario lo único que hace es destorcer el alambre que atranca la puerta de madera, no es necesario brincarse por alguna las cuatro ventanas que siempre están abiertas.
Valeria estudia en Charcos de Risa. Como ella, otros niños del ejido tienen que tomar el único camión que pasa a las ocho y media de la mañana. Al salir de clases, regresan pidiendo ?aventón? a los pocos choferes que transitan por la carretera porque el camión pasa de regreso hasta las siete de la tarde. A sus 12 años, Valeria también piensa irse, en su mente hay el deseo de estudiar. ?A lo mejor me mandan con unas tías a Torreón?, dice mientras dirige su vista a la carretera.
?Aquí todos ya se están yendo, este trabajo es duro y es lo único que hay?, dice don Arturo Ortega Mejía, mientras hierve la candelilla en una paila con ácido sulfúrico para sacar la cera. Cerca de él está su sobrino, el pequeño Gilberto, quien a sus ocho años de edad ya tiene cicatrices en gran parte de su cuerpo debido a las quemaduras que sufrió un día que cayó en el interior de la paila. La mayoría de los habitantes no ve su futuro en este lugar y esperan poder irse algún día.
En otro lado del municipio
?Los que estamos aquí estamos sufriendo, la mitad de la gente ha emigrado, es muy triste, los campesinos rentan sus derechos de agua y los jóvenes ya no saben trabajar la tierra porque se van a las cuatro de la mañana a las maquiladoras y regresan hasta pasadas las ocho de la noche, hacen dos horas de camino de ida y otras dos de vuelta?, dice la señora Hilaria Galván Hinojosa, habitante del ejido El Cántabro, otro ejido casi fantasma.
El camión de pasajeros sí transita por la carretera pero cobra quince pesos por persona tan sólo a Francisco I. Madero; los taxis cobran 70 pesos, mucho más de lo que los ejidatarios pueden pagar, incluyendo los jóvenes que trabajan en las maquilas. La mayoría gana aproximadamente 500 pesos por semana.
La desolación es evidente, muchas casas han sido abandonadas. Por la entrada principal -la única pavimentada- puede verse una vivienda con gente por cinco deshabitadas en una distancia no mayor a los cien metros, justo en la zona cercana a la Iglesia de Fátima y a los costados de la escuela primaria rural federal Seis de Octubre.
?Creo que hay más casas solas que gente, muchos se van a la frontera o al otro lado, mis hijas también se fueron?, dice la señora Lorenza Rosales García, quien asegura que en Ciudad Acuña hay toda una colonia habitada por oriundos de El Cántabro, cuyo nombre es Santa Martha.
Lorenza afirma que ya se quedó sin vecinas pero que no se va del ejido porque le costó mucho construir su hogar y ?está impuesta? a estar ahí. ?Mis hijas me dicen que me gusta la mala vida, pero cuando me voy de aquí para verlas y duro mucho tiempo lejos, hasta me enfermo?, asegura.
Lo que dicen las autoridades
El presidente municipal de Francisco I. Madero, Nicolás Muñiz Domínguez (quien aún se dedica a la siembra), reconoce que la gente del medio rural emigra por falta de empleo y afirma que la decadencia del campo ?lamentablemente es una triste realidad por la falta de créditos?. Asegura que los campesinos rentan la tierra por necesidad.
El edil piensa mejorar las condiciones de vida en el municipio con la instalación de varias empresas. ¿El futuro de Madero (cuya principal fuente de empleo antes era la agricultura) será la industria? El alcalde responde: ?Estamos tratando de traer fuentes de empleo de una u otra forma, también hemos traído programas como el de fertilizante a mitad de precio?.
Para el jefe del Departamento Municipal de Fomento Agropecuario, Javier Maciel Banda, es triste que las comunidades se queden abandonadas por falta de trabajo. Según esta autoridad, lo que hace falta en el campo son créditos de tipo refaccionario (para maquinaria) y de avío para cultivos, además de suficiente agua. ?Si no se siembra el campo ¿quién le da de comer a México??, pregunta Maciel Banda, quien asegura que también es muy importante saber quién va a comprar lo que se cultiva.
Según el titular de Sagarpa en Francisco I. Madero, Javier Montoya Montoya, los jóvenes buscan emigrar porque la superficie que antes tenía el campesino para sembrar ya no es suficiente para la manutención de los hijos y las familias que éstos forman. Sin embargo, dice tener una visión menos pesimista del futuro. ?Hay posibilidad de crecer. En el caso de quienes tienen la cartera vencida es básicamente que se organicen para obtener créditos?, asegura.
Sin embargo, cada vez hay menos agua en la presa y de no mejorar la situación en el área rural, muchas comunidades podrían convertirse en ejidos ?fantasma?.
El campo
Actualmente son cerca de 52 ejidos los que pertenecen a Francisco I. Madero. Las pequeñas propiedades (cerca de 60) son en el área rural la principal fuente de empleo. Según datos de Conapo, más del cuatro por ciento de la población recibe remesas del extranjero. Con los años las norias han reducido su capacidad de extracción y el agua en la presa Lázaro Cárdenas no es suficiente para toda la superficie que se siembra además de que durante los últimos años ha disminuido considerablemente. En el Cántabro sólo se sembraron 25 hectáreas de alfalfa en el año. Según los datos proporcionados por Sagarpa son aproximadamente cinco mil 200 productores en el municipio.
En el ciclo de primavera-verano del año 2005 lo que más se produjo fue algodón, maíz forrajero y sorgo forrajero. Fueron 366 productores de algodón de gravedad (riego con agua de presa) y 15 del mismo cultivo pero con sistema de bombeo (norias). De maíz forrajero fueron 356 productores en el mismo año (de gravedad) y 286 que usaron el agua de norias (bombeo). De sorgo forrajero fueron 242 productores (de gravedad) y 111 que usaron el sistema de bombeo. Los restantes se dedican a otros cultivos como trigo forrajero, avena forrajera, Z. Ballicio, Triticale.
Apoyos
A continuación se especifica la ayuda que brinda el Gobierno Federal y Municipal a los pobladores de los ejidos de Francisco I. Madero:
Según Sagarpa:
*Muchos productores se quejan de los elevados costos de la electricidad en los sistemas de bombeo. *Actualmente hay una tarifa especial que es el Apoyo de la Cuota Energética para Energía Eléctrica de Uso de Riego Agrícola, mediante la cual hay un ahorro considerable en el cobro de la luz, donde los productores pueden llegar a pagar incluso la mitad de lo que antes tenían que pagar.
*En Sagarpa les hacen una estimación de lo que gastan de electricidad y en base a eso se establece la cantidad de electricidad que utilizan en sus sistemas. Sin embargo, si se exceden de esta cantidad que fue calculada anticipadamente, se cobrará la electricidad en tarifa normal.
Según el Ayuntamiento:
*Se reactivará la planta San Salvador donde podrían ser contratados 200 empleados por turno.
*Se planea impulsar la creación de enjambres de nopal y de abejas.
*Con el programa de fertilizante a mitad de precio se beneficiaron mil 600 productores.
*En Florida se pretende que se instale otra empresa al igual que en El Cántabro.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón