El camión quedó completamente destrozado por el estallido en una carretera habitualmente utilizada por militares, que podrían ser el objetivo de ese ataque.
Islamabad, (EFE).- Al menos 26 personas, entre ellas varios niños, murieron hoy al estallar una mina al paso de un autobús con asistentes a una boda en la provincia oriental paquistaní de Baluchistán, cuyo gobierno afronta una ola de violencia en la frontera con Afganistán.
La mayoría de los pasajeros del vehículo fallecieron después de que explotase hacia las 08.30 hora local (03.30 GMT) la mina a su paso en el distrito de Dera Bugti, en la rica y enorme provincia de Baluchistán, que ocupa el 40 por ciento del país.
El suceso se produjo a unos 300 kilómetros al este de Queta, capital de Baluchistán, y también causó siete heridos graves, indicó el portavoz del gobierno local, Raziq Bugti.
El camión quedó completamente destrozado por el estallido en una carretera habitualmente utilizada por militares, que podrían ser el objetivo de ese ataque.
Baluchistán, rica en reservas de gas natural, es la provincia menos desarrollada y cuenta con ocho millones de habitantes.
La provincia ha sufrido constantes atentados desde hace más de un año a causa de los frecuentes enfrentamientos entre rebeldes separatistas de diversas tribus y las fuerzas de seguridad.
Según el portavoz Bugti, los pasajeros del autobús pertenecían en su mayoría a la tribu Masoori y se dirigían a su distrito de Dera Bugti, donde ha habido en los últimos meses una fuerte intervención militar.
"Sabemos que murieron 26 personas y que siete resultaron heridas por esa mina en Rakhni, había mujeres y niños en el vehículo y estamos tratando de determinar cuántos", aseveró.
Los grupos independentistas han recrudecido su revuelta tras una operación militar lanzada por el Gobierno en diciembre, después de un intento fallido de atentado contra el presidente paquistaní, el general Pervez Musharraf, durante una visita Kohlu.
Los insurgentes exigen una amplia autonomía política y mayor participación en los beneficios de las reservas de gas, contra las que atentan a menudo, al igual que contra instalaciones del gobierno y militares.
Actualmente la amplia ofensiva militar de las fuerzas de seguridad paquistaníes está en marcha en las zonas de la provincia bajo control de las tribus Bugti, Marri y Masoori.
Estos incidentes de violencia recurrentes en Baluchistán se producen a la vez que otros problemas, de distinta índole, en la región paquistaní de Waziristán, también poblada por tribus y cercana a la frontera afgana.
Desde hace una semana se han registrado allí varios incidentes violentos en los que han muerto más de cien personas y de los que Islamabad responsabiliza a supuestos partidarios de los talibanes y miembros de la red terrorista Al Qaeda.
En Waziristán y en otras cercanas regiones tribales ha habido en los últimos tres años constantes enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y supuestos partidarios de Al Qaeda y, aunque la reciente ola de violencia se ha apagado, la actividad de los insurgentes continúa.
En los últimos meses, el objetivo de las operaciones antiterroristas del Gobierno paquistaní ha variado desde Wana, en el Sur Waziristán, a Miranshah, en Norte Waziristán, donde se calcula que el 70 por ciento de la población apoya las operaciones de Al Qaeda.
Mientras Islamabad niega infiltraciones hacia Afganistán, Kabul denuncia que son frecuentes y en los últimos días ambos gobiernos se han enzarzado en una polémica.
El Ejecutivo afgano denuncia que, aunque su vecino ha perseguido y ha capturado a miembros de la red terrorista Al Qaeda, no ha hecho lo mismo con responsables de los rebeldes talibanes, pese a que todas las sospechas apuntan a que se esconden en las zonas de Pakistán cercanas a la frontera.
