La estatua del poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade (1902-1987) que reposa en la playa de Copacabana de Río de Janeiro y una paloma en su vuelo plácido son iluminadas en un nuevo amanecer caliente, muy extraño para la estación de invierno que comenzó hace un mes en brasil.
Las temperaturas que rondan los 32 grados, la ausencia de lluvias fuertes desde el 17 de junio, el preocupante descenso al 20 por ciento del nivel de humedad relativa del aire y los centenares de focos de incendios forestales han convertido a la estación más fría del año en un motivo de alegría para los turistas y de preocupación para meteorólogos y autoridades sanitarias.