Encabeza el Santo Padre la celebración eucarística que recuerda la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
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ROMA, ITALIA.- El Papa Benedicto XVI repudió ayer domingo, durante la misa de Pentecostés, los ?muros? de indiferencia, odio y violencia construidos por el egoísmo y el orgullo del ser humano.
El Pontífice encabezó ayer domingo en la Plaza de San Pedro de El Vaticano la celebración eucarística que recuerda la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y el inicio de la predicación de la Iglesia, una de las fechas claves del calendario católico.
?El orgullo y el egoísmo del hombre crean siempre divisiones, construyen muros de indiferencia, de odio y violencia; el Espíritu Santo, al contrario, vuelve a los corazones capaces de comprender las lenguas de todos?, aseguró el jerarca de la Iglesia Católica. ?En Pentecostés el espíritu desciende con potencia sobre los apóstoles, Jesús había preparado a los 11 apareciendo con ellos varias veces después de la Resurrección, mantenerse juntos fue la condición puesta por Jesús para acoger el don del Espíritu Santo?.
Benedicto XVI puso como ejemplo la espera de los discípulos en una larga oración y señaló que en la actualidad los católicos piensan que el éxito de una nueva misión depende de un programa atento y de la puesta en práctica de ciertas operaciones.
Indicó que, ?si bien el Señor pide nuestra colaboración, pero antes de cualquier respuesta de nuestra parte es necesaria su iniciativa, es su espíritu el verdadero protagonista de la Iglesia, las raíces de nuestro ser y de nuestro actuar están en el silencio sabio de Dios?.
A diferencia de la torre de Babel, explicó, cuando los hombres buscaron construir con sus propias manos un camino hacia el cielo, terminando por destruir su capacidad de comprenderse, en el Pentecostés el espíritu transforma la confusión en comunión.
?Este es el misterio del Pentecostés, el Espíritu Santo ilumina el espíritu humano y revelando a Cristo crucificado y resucitado, indica el camino para ser más iguales a él, ser entonces expresión e instrumento del amor que emana de él?, ponderó el Papa.
Poco después Benedicto XVI ofreció también la bendición con el Regina Coeli, durante la cual saludó a los peregrinos en italiano, francés, inglés, alemán, español, portugués y polaco; otorgando a todos la bendición apostólica.