Rescatan una réplica de embarcación de Jesús que data de su época o de unas décadas después, la cual desata una emoción especial entre los peregrinos.
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Kibutz Ginosar, Galilea.- A unos metros de donde fue rescatada, a orillas del Mar de Galilea, se encuentra uno de los mayores hallazgos relacionados con la vida de Jesús, un bote que arroja luz sobre la profesión de pescador en el siglo I.
"El bote de Jesús, así lo llamamos cariñosamente porque data de su época o de unas décadas después", dijo con emoción Marina Banai, directora de Relaciones Públicas de una de la atracciones más significativas que Israel ofrece al peregrino cristiano.
Banai, así como el grupo de investigadores que desde hace 20 años se ha dedicado a la conservación de la inédita embarcación, advierte que "no se trata en realidad de la barca en la que Jesús solía cruzar el lago".
Sin embargo, aseguran que la que Jesús y sus contemporáneos - entre ellos algunos de sus propios apóstoles-, emplearon en aquella época no debía ser muy distinta.
Y es que hasta el más incrédulo de los creyentes sucumbe a la emoción cuando ve ante sus ojos esta curiosa embarcación de color marrón y carcomida por el paso de los siglos, un testimonio de la vida alrededor del lago donde Jesús hizo sus primeros milagros.
"Supimos su origen gracias a las suturas entre los maderos, un sistema conocido como diente y agujero que era empleado en aquella época", afirmó uno de los arqueólogos marinos que participó en el rescate a mediados de los años 80, en un documental proyectado en el museo.
Además, se tuvo en cuenta su diseño, que era a todas luces de la época romana, según un mosaico del siglo I descubierto en la vecina localidad de Migdal, más conocida como "Magdala", lugar donde se fija el origen de María la Magdalena, una de las primeras fieles de Jesús.
También se le efectuaron a la embarcación -de unos nueve metros de largo, 2.5 de ancho y 1.25 de alto- pruebas de carbono 14, y se tuvieron en cuenta objetos hallados en su interior: una lámpara de aceite, un pote de cocinar y la cabeza de un arpón.
Su descubrimiento, en 1986, no es menos emocionante que el origen que le atribuyen, porque fue una gran sequía la que hizo que unos pequeños clavos del barco afloraran a la superficie en una zona fangosa de la que las aguas del bíblico mar se habían retirado.
"Tenía la sensación de que sería un día importante, pero no me imaginé hasta qué punto", recordó Moshé Lufan, uno de los dos hermanos pescadores del kibutz Ginosar responsables del descubrimiento.
En el documental de presentación -Lufan ya no vive en el kibutz- señaló que solía pasearse por la playa, pero un arcoiris le dio el presentimiento que algo importante estaba por ocurrir.
Fue así que con los dedos escarbó el fango hasta dejar al aire una pequeña esquina de la proa, a lo que siguió la intervención de la Dirección de Antiguedades de Israel y una operación sin precedentes en el mundo de la arqueología para rescatarla sin que se deshiciera.
Es que si el fango había protegido el casco de la embarcación durante 20 siglos, ahora, el oxígeno y las bacterias amenazaban con corroerlo en cuestión de días.
"El proceso de extracción y restauración resultó muy laborioso, porque la madera se deshacía con solo tocarla y el contacto con el oxígeno aceleraba su desintegración", relata en la película Orna Cohen, otra de las investigadoras dedicada a la conservación.
El traslado de la embarcación duró diez días, y debió efectuarse mediante un grueso envoltorio de poliuretano vertido sobre él en espuma y que al hacer contacto con el aire se solidificaba.
Al décimo día, la embarcación, envuelta en el polímero, volvió a flotar sobre las aguas del lago de Genaseret por primera vez en dos mil años, y de ahí, a través de un canal artificial, hasta las grúas, que no podían entrar hasta el bote porque se trataba de una zona fangosa.
Con un brillo opaco e incontables fisuras en su cuerpo exterior, la embarcación es expuesta en el Museo Yigal Alón del kibutz Ginosar, a unos kilómetros de la bíblica Tiberíades, al que llegó catorce años después de su descubrimiento.
"El proceso de restauración duró 14 años, porque después de limar con cuidado todo el poliuretano, metimos la embarcación en una piscina con una solución química para endurecer de nuevo la madera y hacerla resistente, además de matar a las bacterias", indicó Cohen.
Pero desde el año 2000, cuando llegó a su destino final, no han sido muchos los peregrinos que han visto la embarcación, según dijo Banai, porque "poco después de llegar al Museo estalló la Intifada de Al Aksa y el turismo cristiano se vino abajo".
Banai espera ahora, después de la última guerra en la zona -algunos de los cohetes disparados por la guerrilla libanesa Hezbolá cayeron en la vecina Tiberíades- que los peregrinos cristianos vuelvan a Galilea.
Indicó que espera que durante su visita, los peregrinos cristianos tengan la oportunidad de ver a la hermana gemela de la embarcación en la que Jesús navegó con sus apóstoles.