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Rescate del IMSS

Sergio Sarmiento

“Es mucho más fácil sugerir soluciones cuando no conoces el problema”.

Malcolm Forbes

Han sido numerosas, intensas e incuso emocionales las reacciones de los lectores a mi artículo del dos de febrero “Fraude al IMSS”. Después de estudiar con cuidado todos los argumentos, cartas y llamadas, me parece pertinente ofrecer: una disculpa, una discrepancia y varias ratificaciones. Primero la disculpa. Algunas personas interpretaron mi artículo como una acusación personal de fraude al director general del IMSS, Fernando Flores. No fue ésa mi intención, como quedará claro a quien lea el texto con cuidado. Pero en todo caso prefiero ofrecer una disculpa pública. No cuestiono la honestidad de Fernando Flores. Entiendo las dificultades de negociar una solución definitiva a los problemas financieros del IMSS.

Ahora la discrepancia. Varios directivos del IMSS han cuestionado mi afirmación de que los convenios laborales del 14 y 15 de octubre de 2005 “le dan la vuelta” a las modificaciones a la Ley del Seguro Social de 2004. Pero yo mantengo mi posición. En mi artículo señalé que, estrictamente, los convenios laborales no violan la Ley, pero el propósito de las reformas a la Ley era obligar al sindicato a aceptar una reforma a las pensiones que permitiera el rescate del instituto. Y esto no se logró.

Es tiempo de pasar a las ratificaciones de mis posiciones de fondo: -los convenios laborales de octubre de 2005 no son una solución al problema de fondo: la supervivencia del Seguro Social. Por el contrario, dificultan la posibilidad de tomar medidas adicionales que rescaten al IMSS de la quiebra.

- Si bien los nuevos trabajadores que está contratando el IMSS ingresan con un plan de pensión más razonable que el de antes (deben esperar cuando menos a los 60 años para jubilarse y sólo pueden hacerlo con 34 o 35 años de trabajo), este sistema es igualmente insostenibles en el largo plazo.

Para evitar la disposición de la nueva Ley que prohíbe utilizar las cuotas de los derechohabientes para financiar las pensiones de los nuevos trabajadores, los convenios laborales establecen un subsidio de los trabajadores en funciones a los de nueva contratación.

Las aportaciones al fondo de pensiones de los trabajadores actuales subirán gradualmente de tres a diez por ciento de su sueldo, pero ese dinero no se utilizará para tapar el hoyo de sus propias pensiones sino para subsidiar las de las nuevas contrataciones.

- A pesar de lo que me dicen los directivos del IMSS, estoy convencido que los actuales trabajadores del Seguro no saben que se les está obligando a aportar dinero para subsidiar las pensiones de los nuevos trabajadores.

- El argumento del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), encabezado por Roberto Vega Galina, de que no aceptaba la reforma de las pensiones para proteger los derechos de los trabajadores, cae por tierra ante esta realidad.

Los intereses de los trabajadores en funciones han sido vulnerados para permitir contrataciones nuevas. Y lo peor de todo es que esto no ha servido para resolver el problema de las pensiones del IMSS.

- El paliativo a la crisis de las pensiones durará apenas cuatro o cinco años. El subsidio a los nuevos trabajadores permitirá unas 65 mil contrataciones, tras lo cual habrá que saquear nuevamente las aportaciones de los derechohabientes -lo cual ya está prohibido por Ley- o declarar en quiebra al instituto.

- Tan es claro que los convenios laborales no ofrecen una solución, que en ellos mismos se establece la necesidad de echar a andar una comisión que busque una solución real al problema de las pensiones.

Un lector, el abogado Ricardo Martínez Rojas de la prestigiosa firma Baker & McKenzie, me señala que los nuevos convenios laborales constituyen “la primera ocasión en que el Instituto lleva a cabo un acto para modificar y corregir internamente las difíciles condiciones en que opera”. Y es cierto.

Por primera vez se logró que el sindicato aceptara modificar las condiciones de jubilación de sus trabajadores. Pero el mismo Martínez Rojas en su carta reconoce que esto no es suficiente. De hecho, es dudoso que el sindicato, el cual se radicaliza cada vez más tras su alianza con la Unete de Francisco Hernández Juárez y el PRD, esté dispuesto ahora, que ha conseguido 65 mil nuevas contrataciones, a dar el paso adicional a una reforma a fondo del sistema de pensiones.

Por último, y más importante, varios trabajadores del Seguro me han escrito para decirme que la mayoría de quienes laboran en el Instituto hace un esfuerzo cotidiano para dar un servicio al público en condiciones precarias.

Y estoy de acuerdo. Mis críticas no buscan debilitar al Instituto sino, por el contrario, obligar a la clase política y al sindicato a entender la gravedad del problema y a tomar medidas para salvarlo.

EL DON DE CAMBIAR

Juan Soriano tuvo la capacidad de cambiar. De una obra casi naïf en un principio pasó a un arte que lindaba con lo abstracto. Se negó siempre a convertirse en una caricatura de sí mismo. Por otra parte, tuvo la capacidad de disfrutar la vida. Mi recuerdo más persistente de él es su sonrisa pícara. Se negó siempre a dejar que la sociedad condicionara su forma de vida. Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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