EFE
Toronto, Canadá.- Tras meses de un sinfín de ataques en casi todos los frentes, el presidente y director ejecutivo de General Motors (GM), Rick Wagoner, está empezando a disfrutar de un momentáneo respiro gracias a su estrategia de "pasos de bebé".
Con graves problemas en múltiples frentes, Wagoner ha adoptado lo que algunos han llamado "pasos de bebé", es decir, enfrentarse a cada problema por separado y de uno en uno.
Wagoner puede tener muchos defectos pero nadie le puede negar que está demostrando una formidable capacidad para soportar embates y críticas que hubiesen forzado a arrojar la toalla a cualquier otro alto ejecutivo.
Ayer, el propio Wagoner reconoció a los medios de comunicación en las oficinas centrales de GM en Detroit que el tiempo de renunciar de la máxima posición de la empresa ya ha pasado.
"Si hubo un momento para renunciar habría sido hace tiempo porque el año pasado fue difícil", dijo.
No es que Wagoner y General Motors hayan salido del atolladero.
Ni muchísimo menos. Pero al menos las políticas del gigante automovilístico ahora son más claras, tras meses de titubeo en 2005, y algunos resultados empiezan a ser tangibles, especialmente para los analistas financieros.
El presidente de GM también reconoció que a la empresa le quedan muchas dificultades por superar en el corto y medio plazo y que "queda mucho trecho" para arreglar sus problemas estructurales.
De momento, Wagoner puede sacar pecho tras la modificación contable anunciada ayer y que permite a General Motors convertir los números rojos del primer trimestre del año en cifras más positivas.
Tras cambiar la contabilidad de los costes del acuerdo sobre gasto sanitario alcanzado entre GM y el sindicato UAW, la empresa terminó el periodo con beneficios de 445 millones de dólares en vez de la pérdida inicialmente reportada de 323 millones de dólares.
Y aunque algunos analistas consideran que los nuevos beneficios no reflejan la situación real de la compañía, a los mercados les está gustando lo que últimamente sale de la oficina de Wagoner.
Desde el 25 de abril, los valores de General Motors han revertido la tendencia a la baja y han ganado hasta el momento más de cuatro dólares para situarse a la apertura de los mercados el miércoles en 25.8 dólares por acción.
Si por lo menos General Motors pudiese hacer frente en Norteamérica a Toyota, Honda y otros fabricantes asiáticos.
Wagoner identificó los costes laborales y sanitarios en Estados Unidos como el problema más grave de la empresa y se empleó a fondo durante meses para buscar una solución.
Meses después, GM tiene un plan para eliminar 30 mil puestos de trabajo, clausurar factorías y reducir sus costes sanitarios de acuerdo con el poderoso sindicato UAW que le permitirá ahorrarse miles de millones de dólares al año.
El segundo problema era el de liquidez de la compañía. Ni corto ni perezoso Wagoner ha ido vendiendo casi todo lo que se puede vender en GM, como sus participaciones en Suzuki, Subaru e Isuzu o una participación mayoritaria en la rentable GMAC, el brazo financiero de la empresa.
En total, con estas ventas GM ha recaudado en los últimos meses más de 17 mil millones de dólares, cifra que le da un cierto respiro sobre lo que pueda pasar en el futuro inmediato.
Ahora el problema más importante que le queda por resolver es el de la situación de Delphi, la antigua subsidiaria y su principal proveedor de componentes que se encuentra en suspensión de pagos y sobre la que pende una amenaza de huelga.
Si las factorías de Delphi dejan de funcionar durante un período prolongado, General Motors tendrá problemas para mantener sus líneas de producción en marcha, lo último que necesita en estos momento el fabricante.
Todo este paquete está convenciendo a analistas de instituciones financieras como el Deutsche Bank o Thomson Financial que ahora se muestran más confiados en el futuro inmediato de General Motors.
¿Y el de Wagoner? El dirigente sigue pensando en jubilarse en 12 años cuando alcance los 65 años de edad.
Más despidos
El fabricante estadounidense de electrodomésticos Whirlpool anunció ayer el despido de unos cuatro mil 500 trabajadores como parte de un plan que incluye el cierre de tres plantas y la reestructuración de oficinas en Estados Unidos, Canadá y México.
Whirlpool compró recientemente su rival Maytag por cerca de mil 680 millones de dólares y los despidos anunciados hoy son consecuencia del proceso de integración de ambas compañías.
La compañía cerrará las plantas de Herrin en Illinois, Newton en Iowa y Searcy en Arkansas.
También reubicará sus oficinas administrativas y de investigación de Newton, las de tareas administrativas de Schaumburg, en Illinois, y las que tiene en Canadá y México.
Al mismo tiempo se unificarán las oficinas centrales de Maytag y Whirlpool en una sola sede en la ciudad de Benton Harbor, Michigan, actual sede de Whirlpool.
Los recortes de personal implican a cerca del 5.6 por ciento de la plantilla de la compañía y la firma espera contratar a unos mil 500 nuevos trabajadores, con lo que los despidos netos tras la reestructuración serán de unos tres mil empleados.
"Estamos tomando estas acciones para recuperar rápidamente la competitividad de las marcas de Maytag", señaló en un comunicado el presidente ejecutivo de Whirlpool, Jeff Fetting.
La compañía prevé que el coste asociado con el cierre y reestructuración de sus oficinas administrativas, que se traducirá en unos mil 800 despidos, será de unos 145 millones de dólares, pero aún no sabe cuánto deberá de pagar por el despido de los cerca de dos mil 700 obreros de las tres fábricas que cerrarán.