OPORTO, Portugal (AP).- Pocas personas lo sabían, pero los oscuros callejones medievales de este puerto sobre el Atlántico alguna vez sirvieron de refugio para una minoría perseguida cuyos miembros podían ir a la hoguera si los descubrían.
En el siglo XVI, una casa de muros gruesos como tantas otras, que aún se alza entre una hilera de edificios estrechos a lo largo de una calle adoquinada, ocultaba un secreto peligroso. En la parte trasera, una escalera estrecha conducía a un laberinto de callejones, ideal para las actividades conspirativas que permitían mantener con vida una religión prohibida.
Cuatro siglos después, el secreto de la sinagoga clandestina ha salido a la luz.
El misterio empezó a disiparse cuando el padre Agostinho Jardim Moreira, un sacerdote católico, compró la casa de cuatro pisos para usarla como hogar de ancianos de su parroquia. Cuando los albañiles le dijeron que se habían topado con una pared falsa, intuyó que estaba al borde de descubrir algo.
Había estudiado la historia de la judería de Oporto y sabía que su parroquia era oficialmente un barrio judío en los siglos XV y XVI. También sabía que después de su conversión forzosa en 1496, muchos judíos practicaban su fe en secreto.
"Sospeché que la pared falsa ocultaba algo", dijo Jardim Moreira. "Sabía que había alguna clase de símbolo judío detrás".
La maza de un albañil sacó a la luz la prueba de que tenía razón.
Detrás de la falsa pared apareció un cuarto con un arca medieval, un nicho en la pared de la sinagoga donde se guardaban los rollos de la Torá. En todo Portugal se han encontrado apenas otras dos arcas de ese período.
Una vez corroborado el hallazgo por medievalistas, el Instituto Portugués del Patrimonio Arquitectónico declaró oficialmente que en la casa funcionaba una sinagoga secreta.
El descubrimiento casual resolvió un enigma que desconcertó a los historiadores durante muchos años, dijo Elvira Mea, profesora de la Universidad de Oporto especializada en historia judía.
Immanuel Aboab, un erudito judío nacido en Oporto a mediados del siglo XVI, había escrito que cuando era niño lo habían llevado a una sinagoga en la tercera casa contando desde la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, un edificio del siglo XIV.
Pero no había dicho de qué lado de la calle se hallaba, y las excavaciones arqueológicas no habían encontrado nada. Después vino la confirmación del texto de Aboab: la casa adquirida por Moreira era la tercera de la calle descrita por el estudioso judío.
Lo que había despistado a los historiadores era que Aboab nunca dijo que la sinagoga era clandestina. Sus experiencias infantiles tuvieron lugar cinco décadas después de la conversión, cuando la práctica de los ritos judíos era castigada con el potro de los tormentos y la hoguera, de manera que una sinagoga jamás podía funcionar abiertamente.
"Todos daban por sentado que Aboab se había confundido de fecha", dijo Mea. "Pero yo le daba vueltas al asunto y apenas vi el arca, todas las piezas cayeron en su lugar. Me sentía tan feliz que no podía creerlo".
La sinagoga secreta corresponde a un período turbulento en la historia de la Península Ibérica.
En 1492, cuando España expulsó a los judíos que se negaron a abrazar la fe católica, unos 60 mil judíos cruzaron la frontera a Portugal.
Su comunidad floreció. Era la Edad de la Expansión, cuando los navegantes portugueses llegaban a tierras ignotas de Sudamérica, África y Asia. Los comerciantes judíos de Oporto amasaron fortunas con el comercio del azúcar de Brasil, entonces colonia portuguesa, que traían a Portugal y revendían en el norte de Europa con un gran margen de ganancia.
Pero en lo social, los judíos eran marginados. Debían vivir en el barrio indicado, sujetos a toque de queda, y la ley establecía que una mujer cristiana no podía entrar allí sin la compañía de dos hombres.
Entonces vino el desastre. El rey Manuel I, que esperaba sellar una alianza con los Reyes Católicos de España, Fernando e Isabel, casándose con su hija, obligó a los judíos a convertirse.
Algunos huyeron, pero los que se quedaron fueron sometidos a bautismos públicos humillantes. Se los designó "nuevos cristianos" o "marranos". Pero esto no los libró de la persecución. En 1506, unos tres mil judíos fueron masacrados en Lisboa.
El edicto real obligó a la fe judía a pasar a la clandestinidad, mientras en público los judíos observaban los ritos cristianos.
El arca es un nicho de granito de 1.5 metro de altura y arqueado en lo alto. Como la mayoría de las arcas, está orientada hacia el este, de cara a Jerusalén.
Fragmentos de mosaicos decorativos verdes del arca se remontan al siglo XVI, según revela la técnica de vidriado.
Jardim Moreira dice que colocará un panel de vidrio sobre el arca para protegerla mientras las autoridades deciden cómo exhibirla.
El embajador israelí en Portugal, Aaron Ram, que participa de los trabajos para conservar el arca, dijo que "al verla, uno siente que vuelve atrás en la historia. Este es un hallazgo muy importante... Todos debemos recordar nuestra historia para estar preparados para el futuro".