“¡Qué fácil es el básquetbol!”. Siempre decía lo mismo cuando veía a Michael Jordan jugando. Pero una vez me invitaron a un juego entre amigos. Además de dejar el corazón en la cancha (y el hígado, el páncreas, los pulmones y el intestino grueso), me di cuenta que no había nada más difícil en este mundo para mí que encestar una pelota en una canasta, mientras otro te empuja o te estorba la visión. Desde ese día supe por qué Jordan fue el más grande basquetbolista de la historia.
Algo parecido me sucedió cuando tuve la oportunidad de ser maestro. En mis tiempos universitarios, creía que ser profesor era algo sencillísimo. Cada vez que sufría el tormento de tener un examen, miraba encorajinado a mis profesores, y los envidiaba por no tener que estar contestando en un papel un sinfín de complejas preguntas.
Pero el tiempo cambió los papeles. Llegué a convertirme en maestro y sólo así comprendí lo equivocado que estaba. Si bien el alumno debe estudiar un día antes de cada examen, un buen profesor debe estudiar arduamente todos los días para preparar una clase provechosa para su estudiantes.
Ser maestro representa múltiples sacrificios. En primer lugar, está el sacrificio económico, pues la docencia es una de las actividades laborales peor remuneradas pese a ser una de las más importantes. Por desgracia, muchos profesores sólo conocen la riqueza del conocimiento, mas no de los bienes materiales.
Otro sacrificio al que deben enfrentarse los maestros es a las condiciones paupérrimas en las que muchas veces deben ejercer su profesión. La falta de apoyos económicos y tecnológicos, los orilla a ofrecer una formación incompleta.
Sin embargo, no hay sacrificio mayor para ellos que el de verse obligados a pertenecer a un sindicato.
La historia mexicana nos ha enseñado lo nocivos que son los sindicatos. Gran parte de los rezagos en nuestro país se deben a un sindicalismo que hace todo menos proteger los intereses de sus agremiados.
Entre las asociaciones que más daño han causado a los mexicanos está el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación. Durante décadas, los dirigentes de esta agrupación se han ocupado de lograr el más cruel de los rezagos educativos en el país.
Por culpa de quienes dirigen este sindicato, la figura del maestro ha dejado de ser tan respetada como antes. La falta de ética y la voracidad de los llamados líderes sindicales, los ha llevado a apoderarse de un presupuesto que debía tener como beneficiarios últimos a miles de estudiantes. Sin embargo, a ellos no les importa si el país necesita una mejor educación para alcanzar así un verdadero desarrollo social. Para ellos lo más importante es su posición de poder, y así seguir teniendo un acceso ilimitado a recursos ajenos.
Si México no avanza en el rubro educativo, es porque todo está controlado por el SNTE. Esto lo demuestra un informe especial de la SEP titulado “Evaluación del sistema educativo de México”. En dicho documento se afirma que el sindicato es un actor con poder de veto sobre las políticas, tiene capacidad objetiva de control sobre las acciones de política pública y ejerce un peso sobre maestros, directores y supervisores.
El nombramiento del yerno de Elba Esther Gordillo como subsecretario de Educación Básica es sólo una muestra de la fuerza en el brazo magisterial.
La líder inmoral del SNTE tiene un poder inmenso. Lamentablemente, en lugar de aprovechar ese poder para elevar la calidad educativa en México, lo utiliza para fines políticos que nada tienen que ver con el progreso del país.
Muy difícil es pretender eliminar o limitar las acciones del sindicato de la educación. El presidente Calderón ya demostró que no hará nada para limitar las acciones de este sindicato y eso podría ir en detrimento de los propios maestros.
Mucho debe hacer Calderón para elevar el aprovechamiento a nivel nacional, y una buena manera sería limitando el accionar de un sindicato que sólo busca que el rezago mexicano se perpetúe.
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