A su llegada a Aguascalientes, Vaqueros Laguna encontró novedades en el seno de los Rieleros, quienes no contarán en esta serie con el venezolano Ricardo Palma, el lanzador zurdo ha sido el mejor en ese departamento para el equipo de Alex Taveras. Palma pidió permiso de viajar a su país para arreglar asuntos familiares y antes de ausentarse ganó tres partidos sin sufrir derrota, con 3.38 de efectividad.
En lugar de Ricardo Palma, Alex Taveras utilizó al conocido Obedt Posadas como abridor, pero el capitalino nada traía en la pelota. Posadas no entró en los planes de Vaqueros y para 2006 regresó a Saltillo, Saraperos no lo utilizó y ahora lo presta a los Rieleros. En su segundo juego, Obedt Posadas explotó en la quinta entrada y abandonó el juego con seis carreras a cuestas. Por cierto, en este equipo de Aguascalientes está Abel Martínez, ahora como parador en corto por la presencia del venezolano Eduardo Ríos en la antesala.
El beisbol que ha jugado Laguna en sus últimos partidos da para pensar que de Aguascalientes regresarán con su cuarta serie como visitantes en la bolsa, para recibir la próxima semana a Tuneros y Rieleros en el Estadio de la Revolución. Posteriormente vendrá la prueba de fuego, con visitas a Sultanes y Saraperos. A la tropa de Fernando Elizondo también le faltan en esta primera vuelta, enfrentamientos dobles con Potros de Tijuana y Pericos de Puebla, ese equipo de Gerardo Sánchez que ayer venció a los Sultanes, en el mismo Estadio Monterrey, para desbancar a los otrora líderes de la Zona Norte.
Vaqueros Laguna luce ahora como un equipo bien concentrado, con objetivos definidos, que camina paso a paso en busca de vencer el obstáculo en turno y sin adelantarse a los hechos del futuro. En el plantel naranja no aparecen nombres, pero sí hombres comprometidos con su trabajo y con sí mismos para el logro de un objetivo común, llegar a la postemporada.
El buen momento en el equipo de Fernando Elizondo se ha prolongado y aunque el camino aún es muy largo, sí alcanza para ilusionarse y pensar en la pretemporada, pero con verdaderas posibilidades de trascender, no de llegar para ser comparsa, como sucedió en 2004 durante el primer play off ante los Saraperos de Saltillo.
En la medida en que ha transcurrido el calendario regular, la potencia de los Sultanes de Monterrey ha disminuido y el manager Bernie Tatis se encuentra en problemas, al tener enfrente puras estrellas, que difícilmente van a anteponer los intereses del equipo a sus números personales. Tatis en el papel cuenta con un equipo que no necesita manager, al igual que los Diablos Rojos del México, sin embargo, ahí más que en cualquier grupo, se requiere un verdadero guía, que predique con el ejemplo y sea un líder natural como Benjamín ?Cananea? Reyes, Francisco ?Paquín? Estrada o Enrique ?Che? Reyes.
Los Sultanes enviaron lanzadores de mucha calidad a los Tuneros de San Luis, tal es el caso de Édgar Leyva, Rigoberto Loya y Pablo Joel Ochoa; para reforzar su ya poderosa ofensiva se hicieron del dominicano Mendy López en lugar de su paisano Antonio Isabel Girón. Ya no tienen a ?Bubba? Smith, pero trajeron a Ángel Peña; Dyonnys César ocupa el sitio de Demond Smith y por si fuera poco, de los Yanquis de Nueva York rescataron a Luis Alfonso García, el mismo que bateó cuadrangular frente a los Estados Unidos, en el partido que México ganó para eliminar a los locales del Clásico Mundial de Beisbol.
Sultanes de Monterrey necesita peloteros como Melvin Nieves, que anoche no sólo pegó su segundo cuadrangular del año, sino que hizo una atrapada de ligas mayores a batazo de Alexander Delgado en la sexta entrada. Melvin y Eddy Díaz tuvieron un arranque flojo, pero siempre que fallaban a la hora buena se notaba la vergüenza deportiva que sentían y sobre todo, las ganas de responder a la confianza que se les tuvo.
En este aspecto, un reconocimiento a Gerardo ?Polvorita? Sánchez, que al frente de los Pericos de Puebla demuestra lo buen manager que es y al comparar la nómina poblana con la de Sultanes, seguramente habrá una diferencia abismal, aunque ésta no se nota en el terreno de juego, ahí en donde se hacen las verdaderas estrellas, las que llegan a la cima pero en ese momento son conscientes de que lo más difícil está por venir.
