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RMS: su más reciente libro.../Hora Cero

Roberto Orozco Melo

En Saltillo, hace unos días, introdujo este columnista el libro del doctor Rogelio Montemayor Seguy “El cambio que no llegó: las reformas que México requiere” y recomendé su lectura como útil, oportuna y necesaria para lo que era, en ese momento, la brumosa víspera de las elecciones federales.

Hay quienes piensan y me lo han dicho, que el ensayo de Montemayor es sólo un desahogo contra el presidente Fox por haber ordenado su consignación. Quienes interpretan este acucioso trabajo con un criterio tan simple, es que seguramente no lo han leído o lo leyeron con prejuicios, ya que la obra dedica apenas dos páginas, de las 214 de que consta, a tratar con objetividad el proceso judicial, a que fue sometido. En dicho espacio RMS describe y enjuicia el procedimiento, critica el uso impropio de una Ley inicua y condena la pésima costumbre de los funcionarios federales, desde el antiguo secretario de la Contraloría -dependencia que cambió de nombre a Secretaría de la Función Pública- hasta los funcionarios menores de la PGR por el uso fácil de metáforas ofensivas al festinar acusaciones carentes de sustento legal. Finalmente declara su inocencia y expresa su confianza en los tribunales federales.

Una semana después, el sábado ocho de julio, los periódicos informaron que la Suprema Corte de Justicia de la Nación había decidido archivar el recurso de amparo presentado por Montemayor contra la acusación de peculado electoral que le hizo la Procuraduría General de la República, por el supuesto desvío de fondos hacia la campaña de Francisco Labastida Ochoa. El acuerdo de la Corte no declara concluido el proceso iniciado, pues la resolución se limita a dejar sin materia el recurso de amparo contra uno de los expedientes efectistas que suele usar la PGR para complicar los procesos y lograr que los presuntos indiciados permanezcan un mayor tiempo en estado de interdicción.

El reciente libro de Montemayor no constituye, en efecto, un libelo defensivo pues contiene, en esencia. una preocupada expresión sobre los problemas sociales, políticos y económicos que sufre el país en la actualidad; identifica los rezagos del precedente sistema político monopartidista y autoritario y enumera lo que ha sucedido, lo que no sucedió y lo que se ha hecho en forma equívoca durante el sexenio que está por concluir. Además señala lo que hará falta abrogar, reformar y transformar en nuestro sistema jurídico para consolidar un verdadero Estado de Derecho y la consecuente concepción de un nuevo México en la globalidad, el libre comercio y la democracia social y política del siglo XXI.

También analiza y en algunos casos censura, las percepciones erróneas del Poder Ejecutivo Federal al plantear asuntos importantes ante el Congreso de la Unión, tales como las reformas fiscales y aquellos manoseados cambios energéticos hasta ahora intocados por los legisladores. Pero Montemayor arguye que esto se debe más a una lamentable falta de consenso entre las bancadas de los partidos, que a una sustentable oposición frente a las transformaciones necesarias. Entre éstas, señala por cierto que el combate a la corrupción -un tema inscrito en las prioridades del Gobierno del señor Fox- ha fracasado rotundamente por errores y fallas en su planteamiento; no obstante RMS apoya la generación de una posible tercera vía para destrabar las reformas estructurales, energéticas y fiscales.

El análisis de Rogelio Montemayor toca un tema que ya ha producido cefaleas y preocupaciones a muchos gobernadores de Coahuila y a otros de diversas entidades federativas: el asfixiante centralismo del Gobierno nacional, vicio tradicional de nuestro sistema político que el autor conoció desde que vino a Coahuila como delegado de la Secretaría de Programación y Presupuesto del Gobierno de Carlos Salinas de Gortari y el cual define como “un enorme desequilibrio entre las atribuciones y los recursos del Gobierno Federal, junto a los estatales. El grado de centralización -afirma con énfasis- llega a extremos ofensivos”.

Narra Montemayor la siguiente anécdota: En aquellos días el presidente Salinas le preguntó por su experiencia como delegado federal. La respuesta de Montemayor fue tronante: “Llevo apenas unos meses en el Estado y ya no soporto a la Secretaría de Programación y Presupuesto”. Luego escribe RMS: “Años después fui electo gobernador de Coahuila para el período 1993-1999. La experiencia de la responsabilidad de un Gobierno Estatal confirmó mi preocupación por el grave desequilibrio existente en las relaciones del Gobierno Federal con los estatales. Este desequilibrio afecta a la República toda, pues la hipertrofia de los poderes federales lleva a desperdiciar el enorme potencial transformador de los Gobiernos estatales y las administraciones municipales”.

Al contrario de tantos libros de ocasión exhibidos en los kioskos y en las librerías en días previos a las elecciones federales, el libro de Montemayor no recurre al fácil recurso de la anécdota o de la infamia; ni pretende adoctrinar lectores en cualquier sentido. Su texto es de lectura exigente. El análisis tiene profundidad y su redacción es llana. Por ello lo recomiendo a los estudiosos, a los observadores del quehacer público y a los estudiantes.

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