Las piedras, conocidas como rocas ígneas, fueron encontradas en la corteza en el lecho del Océano Pacífico, unos 640 kilómetros al oeste de Costa Rica. En su origen fueron bolas de magma roja y ardiente expulsadas cuando la tierra que formó el suelo marino se encontró con el agua, hace 15 millones de años.
COLLEGE STATION, Texas, EU .- Las pequeñas rocas grises y negras almacenadas en unos tubos de plástico de 90 centímetros de largo en los laboratorios de la universidad A&M de Texas podrían ser confundidas con los escombros que quedan después de la reparación de una cocina.
Pero esas piedras son tan notablemente pesadas como significativas. Son parte de la única sección intacta de la corteza oceánica jamás recogida, tomada del Pacífico por geólogos que taladraron más de dos kilómetros en el lecho submarino.
Los científicos, parte del experimento geológico más ambicioso del mundo, esperan que estas piezas permitan conocer el aún ignorado centro de la Tierra, uno de los secretos más largamente reservados del planeta.
"Yo diría que esto es como un viaje para descubrir el planeta Marte, en este caso el espacio interior más que el exterior", metaforizó Neil Banerjee, científico del Programa de perforación oceánica integrada en A&M. "Estamos aprendiendo sobre la dinámica fundamental de cómo funciona nuestro planeta".
Banerjee destacó que al estudiar los océanos aumentan los conocimientos sobre clima, terremotos y evolución de las montañas.
Las piedras, conocidas como rocas ígneas, fueron encontradas en la corteza en el lecho del Océano Pacífico, unos 640 kilómetros al oeste de Costa Rica. En su origen fueron bolas de magma roja y ardiente expulsadas cuando la tierra que formó el suelo marino se encontró con el agua, hace 15 millones de años.
Según Jeff Fox, director del proyecto, el 60% de la superficie terrestre se formó de esa manera. "Aunque (las piedras) se congelaron, los geólogos están emocionados porque son un registro de un proceso planetario fundacional, responsable de la creación del suelo de los océanos".
Tal recuperación marcó el cierre de un proyecto iniciado en el 2002, cuando un equipo científico internacional a bordo de un barco petrolero comenzó a taladrar a 1.080 metros de profundidad. Retomaron el experimento en julio del 2005, yendo más al fondo, y luego en noviembre cuando un taladro muy poderoso les permitió perforar 1,6 kilómetros.
Fue entonces cuando, por primera vez, llegaron a la cámara del magma. "Hace diez años, mucha gente habría dicho que no lo lograríamos", comentó Banerjee.
Cientos de metros de corteza del hoyo fueron recogidos y serán analizados, pero sólo nueve metros corresponden a rocas ígneas. Dentro del tesoro se destaca un pieza de distintos tonos blancos que muestra líquidos congelados en diferentes momentos, hallazgo que Banerjee define como un golpe de suerte.
"Pasamos desde rocas congeladas con relativa rapidez, en días o semanas, hasta otras que tardaron meses o años", agregó Banerjee.
Para Fox se trata de piedras de valor incalculable. "Valen mucho dinero sólo por la historia que revelarán después que los científicos les expriman esa información", afirmó.
Hace más de un siglo, la idea de llegar tan profundo dentro de la Tierra era considerada un pensamiento fantástico. La famosa novela de ciencia ficción de Julio Verne "Viaje al centro de la Tierra", contaba la historia de un científico alemán que junto con su sobrino y un guía penetraban en el interior de un volcán para investigar los secretos del planeta.
A finales de los años 50, un ambicioso proyecto titulado Mohole intentaba viajar al interior terrestre al mismo que Estados Unidos avanzaba en su deseos de explorar el espacio. La meta era conseguir una pieza de la capa de la Tierra, debajo de la corteza y sobre el núcleo.
Ocho años después, completada sólo una de las tres fases del proyecto, el Congreso le retiró el dinero al programa.
A diferencia de los personajes de Verne, cuya aventura volcánica de 1864 sucedía en Islandia, estos investigadores de 20 países se dirigieron a los trópicos y al océano. Ello porque según Fox, "la historia de la Tierra está escrita con más claridad en el sedimento de las rocas del suelo marino que en cualquier otra parte".
Los investigadores han determinado que el océano tiene sitios más convenientes para perforar debido a que las placas tectónicas que han levantado la corteza son mucho más angostas que en el suelo terrestre, lo que además abarata el proceso, detalló Banerjee.