(Primera parte de tres).
VERSIÓN NORTEAMERICANA
DE LA VIOLENTA JORNADA DE MAYO DE 1911 EN TORREÓN
En el mes de septiembre de 2007, Torreón, Coah., estará cumpliendo su primer centenario de haber sido elevada al rango de ciudad, y tres años y ocho meses después, se cumplirán también 100 años de aquella violenta y patética jornada del mes de mayo de 1911, en la que según el parte oficial del gobierno chino, fueron masacrados más de trescientos ciudadanos chinos residentes en Torreón, por las fuerzas maderistas de Emilio Madero. La causa primordial que provocó aquella terrible acción, y que alegaron los revolucionarios en su favor para haberla llevado a cabo fue la de que los chinos habían cooperado con las fuerzas federales del general porfirista Emilio Lojero en la defensa de la plaza y de haber disparado en contra de los revolucionarios y por ende haberles hecho algunos muertos.
Desde el martes nueve de mayo de 1911, empezaron los ataques a la población por parte de los maderistas. La cual estaba en poder del ejército federal bajo el mando del general Emilio Lojero. En los días subsecuentes los ataques se fueron incrementando y ya para el sábado 13 los revolucionarios habían incursionado en algunos puntos al oriente de la ciudad, en terrenos que estaban ocupados por hortalizas de los chinos, y allí se suscitaron los primeros muertos entre los trabajadores chinos de las citadas hortalizas.
Los principales jefes revolucionarios que participaron en el ataque a Torreón, fueron: Emilio Madero, J. Agustín Castro, Enrique Adame Macías, Sixto Ugalde, F. Legazpi, Orestes Pereyra, Gregorio García y Benjamín Argumedo
Unos de los testigos de aquellos lamentables acontecimientos fueron el entonces cónsul norteamericano en Torreón, George C. Carothers y un coterráneo suyo dedicado a la industria minera llamado C. E. Eberlain, quienes a los pocos días enviaron algunos informes al servicio consular americano, sobre los sucesos que les tocó presenciar y de los cuales hemos tomado los datos principales en relación a la matanza de los chinos y para completar dichos informes nos hemos auxiliado en las obras sobre de Xavier Esparza Santibáñez y de Juan Puig, que hablan sobre el particular.
Aproximadamente a las seis de la mañana del domingo 15 de mayo de 1911, se presentaron los primeros maderistas en el sector urbano de Torreón, quienes se quedaron sorprendidos al enterarse de que las tropas federales la habían evacuado, durante la madrugada de ese día. Lo primero que hicieron fue dirigirse a la cárcel municipal en donde liberaron a todos los prisioneros. Muy pronto una chusma formada por revolucionarios y gente del pueblo, inició el robo y saqueo en las tiendas de los chinos, y cerca de las ocho con treinta de la mañana, se escuchó el ruido de la rotura de las puertas y algunos disparos provenientes del edificio del llamado Banco Chino y al poco rato procedieron al asesinato de los ciudadanos chinos por parte de los revolucionarios. Por cierto hay que agregar que en la noche del día 14, cayó un fuerte aguacero en Torreón. Por lo que la ciudad aparecía esa mañana del día 15 con sus calles encharcadas y lodosas, ya que aún no estaban pavimentadas.
Durante el transcurso del día fueron saqueados entre otros establecimientos, el Casino y el Banco de La Laguna, amén de los negocios de Alfonso Campbell, de Enrique Wulff, y de Agustín Victorero, las tiendas de todos los chinos y muchas de los turcos (árabes). No menos de diez mil personas, entre maderistas, mujeres y niños formaban aquel tumulto de saqueadores y se estimó que mataron al menos doscientos veinticuatro ciudadanos chinos.
El Banco de La Laguna, en ese entonces ocupaba el edificio del llamado Banco Chino, (en Juárez y Valdés Carrillo) y esa fue la razón por la que dicho negocio había sido saqueado por haberlo confundido con el Banco Chino. Los daños causados en el citado Banco de La Laguna fueron considerables antes de que los asaltantes repararan en su error; para ello, el señor Eberlain y el gerente del Banco Alemán, Mr. Hanna, exponiendo su propia vida, intervinieron ante los revolucionarios para hacerles entender que aquel banco no era de los chinos.
Hubo muchas versiones entre los maderistas acerca de las razones que tuvieron para proceder al asesinato de los chinos, las cuales fueron negadas rotundamente por el doctor Walter J. Lim, un ciudadano chino muy educado que hablaba fluidamente el inglés y el español y quien se puso al frente de la situación para lograr la estabilidad y tranquilidad de los integrantes de la colonia china. Eberlain manifestó que entre la población se comentaban dos principales razones por las que los chinos habían sido asesinados. La primera de ellas fue porque supuestamente los chinos habían pedido al general Lojero para que les señalara la posición que deberían tomar en caso de un ataque de los revolucionarios. El citado general les urgió a que se armaran y se defendieran así mismos, situación que se refería especialmente a los trabajadores de las hortalizas y con ello se entendió que los chinos mataron a varios maderistas y por consiguiente se procedió a acabar con todos ellos, por la simple razón de ser chinos y sin haber intervenido claramente en el movimiento de defensa.
La otra razón, fue la que escuchó Eberalin por boca de un ciudadano muy respetable de Gómez Palacio, que a su vez le dijo que él había escuchado en un domicilio de esa ciudad a Jesús Flores, un líder maderista (que murió en los primeros enfrentamientos en Torreón), que llegó a manifestar que los chinos eran unos competidores muy peligrosos, en cuanto a negocios se refería, para el común de la gente de México y que lo mejor sería exterminarlos. Resultaba ser un hecho palpable que los chinos controlaban en lo absoluto el negocio de las verduras en Torreón y pueblos aledaños. Su negocio en ese ramo era por lo general de gran importancia.
A nuestra forma de ver, esta segunda razón no resulta ser muy descabellada porque en ocasiones anteriores se habían hecho notorias algún tipo de agresión física y verbal en contra de los chinos. Una de ellas ocurrió en Torreón, el día 16 de septiembre de 1910, cuando algunos de sus negocios fueron apedreados por la gente. Y en otra ocasión, cuando el propio Jesús Flores en un discurso en Gómez Palacio, durante la celebración del cinco de mayo, anterior, acusó a los chinos de privar de empleo a los hijos del país, incluso a las mujeres y propuso se prohibiera en todo este tipo de inmigración. Con esas demostraciones, de cierta manera se creó en la región un clima de animadversión en contra de los ciudadanos chinos.
A media mañana de ese lunes 15, Emilio Madero, hermano de don Francisco, llegó a la ciudad y se hizo cargo de la situación como jefe de los grupos revolucionarios. En el consulado americano hubo una reunión entre el cónsul Carothers y los refugiados allí asilados, quienes eran principalmente los gerentes de los bancos de la ciudad, y decidieron enviar un mensaje firmado por el señor Francisco Larriva, gerente del Banco de La Laguna al señor Madero en donde se le pidió que ocurriera al consulado para entablar una plática con los refugiados. El mensaje lo llevó el señor W.S. Conduit, gerente de la ?Continental Mexican Rubber Company?, quien en un breve lapso regresó en su automóvil acompañado del señor Madero; dicho señor aseguró a los allí presentes de que todo estaba bajo control y que inmediatamente se encargaría de enviar los salvoconductos necesarios para los señores: Rafael Aldape Quiroz, gerente del Banco Mercantil; Ignacio Zaragoza, gerente del Banco Nacional de México; Francisco Larriva, gerente del Banco de La Laguna: licenciado Francisco O?Reilly y algunas otras personas allí asiladas, con excepción del jefe de la policía y del capitán segundo de Estado Mayor Francisco Allen, a quienes Madero les pidió que permanecieran en el consulado hasta en tanto pudiese hacer los arreglos pertinentes para obtener su seguridad.
El señor Madero les manifestó además que sentía mucho lo que había pasado con algunos integrantes de la colonia china y que él en lo personal estaba utilizando todos los medios a su alcance para detener y remediar aquella delicada situación. Agregó que todos los americanos y sus propiedades estaban siendo respetadas por lo que no debía temerse nada al respecto. Por último, Madero dispuso una guardia frente al consulado americano con la orden de que no se permitiese a nadie molestar en forma alguna. Por la noche de ese día 15 todos los refugiados del consulado americano, habían sido enviados a sus casas, con excepción de los ya mencionados y la ciudad estaba en aparente quietud.
A Eberlain no le quedó la duda de que Emilio Madero salvó a muchos chinos de ser asesinados, y que él mismo conoció a 12 que corrieron con esa suerte. Además consideraba que Madero era un hombre de gran iniciativa y que esperaba que pusiera todo lo que estaba de su parte en el puesto que tenía y que si fuese Ministro de Hacienda podría traer resultados inmediatos.
Cabe decir que ese día lunes 15 de mayo, la turba atacó también algunas oficinas públicas, en donde fueron quemados todos los archivos de la jefatura de policía, de la cárcel municipal, del primero y segundo juzgado de letras y del primero, segundo y tercero juzgados menores. Los archivos del Registro Público de la Propiedad, del Rédito Interior y de la Federal de Hacienda permanecieron intactos y en manos seguras. El correo fue objeto de algunos daños en sus archivos, se volaron dos cajas fuertes y se llevaron el dinero que en ellas había, sin embargo la correspondencia quedó intacta y en los siguientes días se empezó a distribuir.
Fuentes:
López Elizondo Luis. Archivo personal. Documento del Archivo Nacional de Washington D.C. acerca de la matanza de los chinos en Torreón.
.- Excerpt from Carothers Torreón. May.19.1911.Microfil RG 59 M274. ROLL 13, 812.00/1968..
.- Excerpt from C.E. Eberalin letter Monterrey 23 de mayo de 1911. RG59 M274 roll 13. 812.00/2026.
.- Excerpts from 812.00/2026. Mayo 12. 1911. Nacional Archives, Washington M274 Dept Srtate. RG59 M274 Roll 13. 812.00/1974. American Consular Service.
Esparza Santibáñez Xavier. La Revolución en La Laguna. (Primera Parte, 1910-1913). Universidad Autónoma de Coahuila. 1992.
Puig Juan. Entre el río Perla y el Nazas. CONACULTA.
gilparras@yahoo.com.mx