El Real de Minas de Santiago Apóstol de Mapimí
(Segunda parte)
Rosa María Lack E.
Primeras exploraciones y asentamientos formales de la región del Bolsón de Mapimí en la Nueva Vizcaya.
Un ámbito adverso y la ausencia de metales preciosos, hicieron que esta frontera se encontrara relativamente abandonada por dos siglos. Pero asentamientos como Saltillo y Monterrey se mantuvieron, constituyéndose como mercado de esclavos y proveedores de ganado y trigo para los centros mineros del sur.
EI desolado norte empezó a poblarse por grandes oleadas de gente ansiosa de encontrar rápida y fácil riqueza. Además, se trazaron los caminos para el tránsito de carros procedentes del altiplano para abastecer a las minas. Todo este movimiento interceptivo provocó que tribus regionales abandonaran su hábitat y empezaran constantes luchas contra el invasor, al sentirse desplazadas de su territorio. Estas luchas persistentes fueron llamadas "Guerra Chichimeca", y mantuvieron a la frontera norte ?de costa a costa? en una intranquilidad continua que se prolongó por espacio de cuarenta años. En realidad los débiles asentamientos de la Nueva Vizcaya eran ininterrumpidamente atacados por las naciones indias, a tales enfrentamientos se les conoció como "Guerras Civiles".
El reino antes mencionado, era conocido como "antemural" de los de la Nueva España y la Nueva Galicia, pues lo que ocurriera en la remota Nueva Vizcaya repercutiría en los otros dos reinos, así que "remediándose la Nueva Vizcaya, se remedian todos los tres reinos y de otra suerte estarán expuestas a mucha ruina". Durante e1 siglo XVI en la Nueva Vizcaya no se registraron guerras cruentas, no se dieron acciones heroicas, no hubo campeadores de conquista ni mártires.
Los aborígenes recibían a los recién llegados con indiferencia, sin tomarlos como dioses, no les entregaron ofrendas. Y está bien probado que los indígenas norteños no eran mansos, sino belicosos por naturaleza, puesto que se liaban en crueles y constantes luchas con naciones rivales. Así, en medio de batallas triviales, en el año de 1562, el joven Francisco de Ibarra es nombrado por el virrey don Luis de Velasco, gobernador y capitán general de todas las tierras que descubriera y pasó veinte años con dos mandos, el civil y el militar, y sin necesidad de grandes combates con los naturales, fue apropiándose de inmensas extensiones de terreno, de los que se hizo dueño y repartió lo sobrante a su libre albedrío entre su familia, capitanes y amigos.
En fin, que la Nueva Vizcaya "no se ganó por conquista formal". Por consecuencia, Ibarra no fue el guerrero que usualmente presenta la historia, sino más bien un auténtico colonizador. Los historiadores Atanasio Saravia, José Ignacio Gallegos y Guillermo Porras Muñoz lo aseguran categóricamente. Gallegos escribe: "Ibarra empleó la persuasión con los naturales y sólo en contados casos usó de medios violentos". Atanasio Saravia opina: "Don Francisco de Ibarra desde los comienzos de su conquista en 1554, llevó siempre una política de benevolencia hacia los indios que en mucho favoreció su quietud". Porras Muñoz menciona los planteamientos anteriores en su obra que hemos citado previamente.
Al paso de sus exploraciones el joven colonizador cumple su principal y real encargo:
"Encontrar yacimientos". Y en pocos años él y sus capitanes descubrieron ricas minas de plata. Pronto estos ricos reales de minas forzaron a formar poblaciones por la urgencia de satisfacer las necesidades de los mineros (tiendas de mercancías en general, potreros con ganado vacuno, caballar, mular, herrerías, etc.) Tales asentamientos, que fueron fortificados para custodiar las minas dieron origen a la Nueva Vizcaya y a Nuevo León. En el libro EI marqués de Altamira y las Provincias Internas de la Nueva España, María del Carmen Velázquez comenta que eran tantas las dificultades que tenían los colonizadores con los frecuentes ataques de los naturales, que empieza la sistematización de asentamientos fortificados llamados presidios para mayor protección de los mismos en "el despoblado", - haciendo referencia al Bolsón de Mapimí. En esta obra se menciona que dieron inicio los planes para poblar el inmenso Bolsón, edificando presidios para protegerlo, de los cuales muchos llegaron a materializarse.
Acerca del poblamiento de la Nueva Vizcaya se avoca el visitador general de los presidios internos, don Pedro de Rivera, brigadier de los ejércitos, mariscal de campo y presidente de la Real Hacienda de Guatemala, cumpliendo con las Reales Ordenanzas. Fue colonización en la Nueva Vizcaya, debido a que no fue posible dominar a los naturales por la fuerza de las armas, a causa de su constante movilidad. Los asentamientos formales eran escasos y poco poblados, y el territorio inmenso. El carácter indómito del indígena norteño, su poca disponibilidad a aceptar cambios -por gratificantes que fueran-, su agresividad innata y más patente hacia los invasores y la tan drástica modificación de su espacio físico, minaron su salud, y sobre todo, ésta se vio afectada por las terribles enfermedades que trajeron los europeos y negros, dándose casi por completo la extensión de los naturales. Y los que sobrevivieron, se sumaron a los asentamientos, y así se realizó una colonización con la llegada de los indígenas del sur, los europeos, los negros y la mezcla étnica que se efectuó entre ellos. Más tarde se observarán los resultados de estas mezclas.