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RUMBO AL CENTENARIO| F.A. WISLIZENUS. UN CIENTÍFICO ALEMÁN EN LA LAGUNA

GILDARDO CONTRERAS PALACIOS

(TERCERA PARTE)

F.A. WISLIZENUS. UN CIENTÍFICO ALEMÁN EN LA LAGUNA

SAN SEBASTIÁN, SAN LORENZO Y EL POZO

Durante su estancia en San Sebastián, los soldados norteamericanos tomaron a su antojo gran cantidad de maíz para alimentar a sus caballos, esto como castigo a los lugareños por el hostigamiento que habían hecho hacia la partida de Collins, cuando recientemente había pasado por allí en su expedición al Saltillo.

Otro día el 11 de mayo de 1846, el ejército de Doniphan cruzó el río Nazas, y entre unos maizales llegó al Alamito, un rancho cuyo dueño era un español gachupín (sic) llamado señor de Gaba, quien acompañó a un grupo de oficiales al pie de una sierra en donde en 1838, Juan N. Flores, localizó una cueva Coyote, Coah., en donde encontró cerca de mil cuerpos bien preservados de indios, que estaban sentados en cuclillas con las manos entrelazadas por abajo de las rodillas; estaban alineados en círculo y vestidos con finas mantas, hechas de fibra de lechuguilla, con sandalias en sus pies y con una especie de bufandas hechas de semillas de frutas y huesos tallados. Los lugareños suponían que aquellos restos pertenecieron a los indios lipanes que vivían y merodeaban en el Bolsón de Mapimí. De ello Wislizenus logró obtener una calavera que un individuo le dijo había tomado de la cueva. Además se asombró que los lugareños estuviesen tan poco informados de aquel importante hallazgo.

Del Alamito, el contingente se dirigió a San Lorenzo (de la Laguna), un lugar habitado por cerca de mil personas, de allí siguió a San Juan Bautista (de los Mayranes), y el día 13 muy temprano se viajó por el rumbo de El Pozo (lugar situado al sur del poblado el Sol, por la carretera Torreón-Saltillo, cerca de La Peña). El Pozo era un rancho que pertenecía a Manuel Ibarra dueño de la hacienda de San Lorenzo de Parras. Allí había un edificio grande en el cual vivían muchas familias; y el lugar se distinguía porque había una noria profunda y espaciosa de donde se extraía el agua por medio de un ingenioso sistema y con la fuerza de una mula.

Por la mañana Wislizenus cabalgó adelante del contingente de Doniphan y se dirigió al Pozo y aunque se apresuró no llegó a tiempo para ver una refriega entre la vanguardia del ejército y una partida de indios. El enfrentamiento se debió a que dos días antes una partida de lipanes, habían robado en una hacienda cerca de Parras, varios cientos de mulas y caballos y habían matado a varios hombres; de ahí que la avanzada del ejército que había llegado a San Lorenzo de Parras, con el capitán Reid y el teniente Mitchel al frente de ella, recibió un pedimento del señor Ibarra para ir contra los indios que seguramente pasarían por El Pozo, porque era el único lugar que debían tocar para poder abastecerse de agua y en seguida internarse en terrenos del Bolsón de Mapimí.

Reid y Mitchel regresaron al Pozo junto con ocho de sus mejores hombres, para ello Ibarra les facilitó los mejores caballos para hacer el viaje más expedito hacia el citado rancho. Aprovecharon la noche del día doce y madrugada del trece de mayo para situarse en El Pozo y en cuanto llegaron allá, ?el capitán y sus hombres se escondieron en un corral, para esperar el arribo de los indios. Alrededor de veinte hombres de nuestra vanguardia llegaron muy temprano por la mañana al Pozo y se incrementaron en diez hombres más, poco después los indios aparecieron en número de cuarenta o cincuenta guerreros; cuando nuestros hombres se apresuraron a salir del corral para montar sus caballos para atacarlos, los indios supusieron que eran mexicanos y los recibieron con burlas y provocaciones, confiados en sus flechas, cuando se escuchó la primera descarga de los americanos, no mataron a nadie, pero tan pronto como nuestros hombres afinaron su puntería, los indios fueron cayendo por todos lados; sin embargo no se retiraron hasta que la mitad de ellos fueron muertos o heridos, y finalmente algunos corrieron para salvar sus vidas, dejando tirados a sus muertos y heridos. Quince muertos yacían en el campo; de nuestro lado sólo el capitán Reid salió herido un rozón en la barbilla, pero no de gravedad. La mayoría de los indios muertos traían finas frazadas, algunos llevaban oro y andaban bien armados con flechas y arcos; el médico, brujo o curandero del grupo de indios, quien luchó bravamente, llevaba una especie de gorra con plumas y cuernos, por supuesto que nuestros hombres se apoderaron de esos adornos y vestimentas, y los mexicanos amontonaron los cuerpos para que no quedasen regados por todas partes?.

?Los indios caídos eran de mediana estatura, pero bien proporcionados y musculosos; sus cabezas tenían las características de la raza india, pero su piel era más blanca de lo que yo había visto antes en los indios. Los cuerpos de los indios estaban amontonados en un solo lugar, pero ni los mexicanos ni los americanos se preocuparon por sepultarlos y allí quedaron todo el día y los lobos darían cuenta de ellos. Con fines científicos me apoderé del cráneo del curandero o brujo, el cual llevé conmigo y tiempo después lo entregué al distinguido craneologista, profesor Samuel G. Morton de Filadelfia. En relación a la tribu de los lipanes, puedo asegurar que ellos viven en las montañas del Bolsón de Mapimí y extienden sus robos y fechorías muy alejados de ese sitio hacia el sur; tienen una reputación de ser brutales y crueles, aunque muy bravos en las batallas?.

Parte de la vanguardia del ejército de Doniphan fue formada esa mañana para ver la forma de cómo se llenaban las vasijas de agua en la noria que allí había y cuando el regimiento completo llegó al lugar, todos los animales habían tomado el suficiente líquido en menos de una hora.

El método descrito por Wislizenus sobre el anterior sistema hidráulico lo detalla de la manera siguiente: ?sobre una rueda muy grande se coloca una banda muy fuerte de cuero, la cual es colocada en la parte superior de la noria, y ésta gira alrededor de la rueda y a la banda se le colocan baldes a regular distancia y con el movimiento rotativo de la banda alrededor de la rueda, se llenan los baldes por sí solos y luego que vierten su contenido regresan de nuevo a la noria. Los mismos indios lipanes contra los cuales habían peleado nuestros hombres, solían frecuentar esta noria muy confiadamente y llevaron su imprudencia tan lejos que les exigían a los mexicanos que les llenaran las vasijas a determinadas horas del día y los mexicanos no se atrevían a desobedecerlos. Aunque la idea de la rueda giratoria sobre la noria no era una idea nueva, en cierta forma era muy simple y bien ejecutada y sobre todo muy gratificante para los viajeros, ya que ésta es la única noria que existe entre San Juan (Bautista de los Mayranes) y Parras en una distancia de 50 millas. Ante la amenazante invasión del general Wool, los mexicanos entre sus defensas tenían esta noria, ya que los americanos sin el agua se expondrían a la inanición?. (Continuará?).

Fuentes:

-Wislizenus Frederick, Adolphus.- M.D. A tour to Northern México. Connected with Col. Doniphan Expedition in 1846 and 1847.

-Edwards. Frank S. A Campaign in New Mexico with colonel Doniphan. With a map of the rute, and a table of the distances traversed. Philadelphia. Care and Hart. 1847.

-Fotografía de Alexander William Doniphan. Virtual American Biographies.

http://www.famousamericans.net/alexanderwilliamdoniphan/

gilparras@yahoo.com.mx

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