Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

RUMBO AL CENTENARIO| LA EXHUMACIÓN DE LOS RESTOS DE ZULOAGA

GILDARDO CONTRERAS PALACIOS

(PARTE UNO DE TRES)

LA EXHUMACIÓN DE LOS RESTOS DE ZULOAGA

Para responder a ciertas dudas existentes entre alguna gente de Torreón, respecto a que si los restos de Leonardo Zuloaga que fueron traídos de Parras al Museo del Torreón pertenecieron realmente a dicho señor; hemos querido hacer un recuento resumido de los acontecimientos que se dieron en las diligencias de la exhumación de dichos restos y algunos otros concernientes al caso que nos puedan llevar a demostrar que los huesos extraídos del panteón de San Antonio de Parras y vueltos a inhumar en el museo del Torreón son realmente los del señor Leonardo Zuloaga Olivares, muerto en Parras en 20 de febrero de 1865.

En el año de 2003, con motivo de la publicación de mi libro sobre Leonardo Zuloaga por parte de la Dirección de Cultura de Torreón, realicé la sugerencia al entonces titular de dicha dependencia don Alberto González Domene, para que se propusiera al H. Ayuntamiento la posible traída de los restos del señor Leonardo Zuloaga de Parras a esta ciudad, con el fin de hacerle un justo reconocimiento como fundador de Torreón. Hago la aclaración que esta misma propuesta ya se la había hecho a mediados del año de 2002, a la licenciada Elisa Gutiérrez, cuando fungía como directora del archivo municipal, a quien le interesó el asunto pero como la administración con la que colaboraba en el año mencionado ?ya iba de salida?, realmente nada se pudo hacer al respecto.

Don Alberto hizo la propuesta en firme al titular del H. Ayuntamiento, y se dio luz verde al proyecto, de igual manera el mismo señor González Domene, se encargó de tratar el asunto con el titular del ejecutivo de Parras, Evaristo Madero, para que autorizara la exhumación de los restos y también dio su anuencia al plan trazado y se siguió adelante con los trámites. A mitad de junio de 2003, estuvimos en el cementerio de San Antonio de Parras, don Alberto, el arquitecto Miguel H. Ruiz, el arquitecto Francisco Martínez, la licenciada Idoia Leal, Adrián Ramos y el que esto escribe, para hacer un reconocimiento de campo y ubicar la tumba de Leonardo Zuloaga.

Por ser la persona sugerente del proyecto, me tocó hacer el señalamiento de la tumba, la cual tenía bien identificada por la información oral de alguna gente ?antigua? de Parras que en diversas ocasiones me indicaron físicamente el lugar en donde estaba sepultado Zuloaga, entre esas personas estaban el ameritado señor ingeniero Gustavo Aguirre Benavides y el señor Antonio Ramos Ortiz. Cabe decir que don Gustavo fue mi maestro de biología en la secundaria de Parras (1961-1962) y años más tarde por la amistad que tuve con él, conocí el cementerio de San Antonio y lo acompañé en varias ocasiones a realizar algunas investigaciones. Lo mismo puedo decir del señor Ramos Ortiz quien me indicó así mismo el sitio de la tumba en cuestión. Fue de esa manera como se ubicó el sitio en donde descansaban los restos de Zuloaga, en la esquina sureste del panteón. Era una tumba que se cerró en definitiva el 22 de octubre de 1866, cuando se depositaron en ella los restos mortales de doña María Luisa Ibarra Goribar de Zuloaga. Y afirmo lo anterior porque el citado matrimonio no tuvo descendencia por lo que no había nadie más a quién enterrar allí y por la forma como fue cerrada; ahora sí que con piedra y mezcla.

Sin embargo para complementar y afianzar aquella información que obtuve de la gente de Parras, me avoqué a obtener mayores datos al respecto y el señor Eduardo Guerra en su obra sobre Torreón, en 1932, dejó escrita la siguiente constancia: ?Parras, que fue un emporio? allí en una antigua casa, la número cuatro de la calle Reforma, nos presentamos al señor don Alberto de Yarto y Goribar? Nació en la misma ciudad de Parras el 15 de mayo de 1847? primo en primer grado de la señora doña Luisa Ibarra de Zuloaga? Por último, bondadosamente el señor de Yarto nos acompañó al hoy panteón municipal de Parras y en aquel tiempo llamado Camposanto de San Antonio de Parras. En la esquina sureste del panteón está el sepulcro (de Leonardo Zuloaga) que sobre la superficie de la fosa, tiene un túmulo de un metro de altura con revestimiento de mármol negro, sobre el que están inscritos los nombres de don Leonardo, doña Isabel y doña Luisa?? y continuó diciendo don Eduardo en un tono romántico y melancólico: ??lugar de verdadero reposo y olvido, es la honda sepultura que guarda sus cenizas? nada turba su paz. Ni la ofrenda floral depositada por la mano cariñosa de un deudo o la fraternal de un amigo; ni tan siquiera la visita del transeúnte, por evocadora curiosidad; paz, sólo paz? La madre naturaleza tuvo más piedad. En generación espontánea hizo brotar dos lilas que nacieron una hacia la cabeza y la otra al pie de la cruz que orna la lápida y crecen dando sombra, más sombra a su nombre??.

A partir de esa inspección de campo el arquitecto Francisco Martínez sería el coordinador de las tareas de la exhumación, por ser el director del Centro INAH en Coahuila con residencia en Saltillo. Después de aquella jornada, vino la presentación de mi libro el 14 de agosto de 2003, y el 18 siguiente fue la fecha que se fijó para llevar a cabo la extracción de los restos de Zuloaga. Era un lunes de agosto en el que nos reunimos a eso de las dos de la tarde, en el panteón de San Antonio de Parras, algunas de las personas interesadas para llevar a cabo la encomienda. Allí estuvimos don Alberto González Domene y su señora esposa doña Rosario, los arqueólogos y funcionarios del INAH: L.C. Jiménez López. Jorge Cervantes Martínez, Pedro Zárate y Mauricio Sánchez Mier, venidos ex profeso de la Ciudad de México; Francisco Martínez Pérez, el doctor Ernesto Santana Flores, director del Centro de Salud de Parras; por parte de la Dirección de Cultura de Torreón Adrián Ramos Lira e Idoia Leal y algunos funcionarios del gobierno municipal de Parras.

La diligencia empezó con las clásicas preguntas por parte de los arqueólogos sobre el señalamiento de la tumba que carecía de toda identificación externa, respecto a las personas allí inhumadas, preguntas que me tocaron responder y las bases que tenía para señalar que era la que contenía los restos de Leonardo Zualoga. Los arqueólogos al hacer un somero reconocimiento de la parte superior de la tumba, consideraron que el trabajo de exhumación no sería rápido, sino que lo harían con base a la metodología apropiada, tratando de causar el menor daño posible al monumento, ya de por si algo destruido. Como inicio se realizaron trabajos de limpieza en torno a la tumba y se empezaron a hacer las primeras mediciones de las dimensiones de la construcción. Se retiró una de las lilas a que hizo alusión el señor Guerra, ésta fue la que daba hacia el norte y lo primero que se descubrió fue una especie de acequia o canal de piedra que rodeaba la tumba en sus partes, este, norte y poniente. Los arqueólogos determinaron llamarle jardinera. Tras esas primeras labores de reconocimiento de la tumba los arqueólogos estimaron que la tarea de exhumación podría llevar algunos días. Los trabajos se suspendieron cerca de las siete de la tarde para proseguir al siguiente día. Dejo constancia que por cuestiones de trabajo, ese día fue el único en el que estuve presente en forma física en la exhumación de los restos de Zuloaga y al siguiente estuve de retorno en Torreón. (Continuamos?).

Bibliografía.

*.-Guerra Eduardo. Torreón su origen y fundadores. 1932.

*.-Jiménez López J.C. y Cervantes Martínez Jorge. Román Jáquez Juana Gabriela.- Leonardo Zuloaga. Una Interpretación Antropofísica. 2005.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 251116

elsiglo.mx